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 La práctica de la verdad Semana 6

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MensajeTema: La práctica de la verdad Semana 6   La práctica de la verdad Semana 6 I_icon_minitimeDom Sep 15, 2013 5:29 pm

La práctica de la verdad
Semana 6 - La verdad en el ministerio ulterior de Juan
Lunes
Leer con oración:
Jn 1:1, 12-14, 17; 6:63

“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn 17:17). “El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos.”(Col 1:26)
La palabra de Dios es la verdad
El tema de esta semana es “La verdad en el ministerio ulterior de Juan”. En el capítulo uno del Evangelio de Juan, leemos que el Señor Jesús es el Verbo que fue hecho carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad (v. 14). Inmediatamente, él añade: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (v. 17). Juan escribió eso para mostrarnos que la verdad que recibimos es el mismo Señor Jesús.
Cuando hablamos de la verdad, nos referimos al Verbo, a la palabra de Dios. La palabra de Dios es la verdad (17:17), pero podemos tomarla de dos maneras: como simple conocimiento y letras muertas (2 Co 3:6) o como el Espíritu y la vida (Jn 6:63). Por una parte, nosotros necesitamos la verdad, porque es la palabra de Dios, pero debemos recordar que la verdad siempre debe estar acompañada de la gracia, pues ambas vinieron por medio de Jesucristo.
Con la degradación de la iglesia, el acceso a la palabra de Dios fue vedado por aproximadamente mil años. Sólo en el siglo dieciséis, con la reforma de Martín Lutero, la Biblia llegó a ser un libro accesible y pudo volver a las manos de las personas. Según la profecía de Apocalipsis, esa etapa es prefigurada por la iglesia en Sardis, que significa restauración (Ap 3:1-6). En ese periodo, el Señor comenzó a restaurar lo que se perdió en los siglos anteriores. No se trataba sólo de restaurar las verdades, sino de restaurar la experiencia con Cristo.
La primera verdad restaurada fue la justificación por la fe, y no por las obras (Gá 2:16; Tit 3:5). Sin embargo, la Biblia, por ser la palabra de Dios, contiene muchas verdades que sólo fueron reveladas en los siguientes siglos.
Las verdades que hoy disfrutamos nos fueron transmitidas por muchos maestros, estudiosos de la Biblia, que vivieron principalmente en los siglos diecinueve y veinte. De entre ellos, los Hermanos Unidos estudiaron la palabra de Dios profundamente, y recibieron mucha revelación del Espíritu. Gracias al Señor esas revelaciones fueron dejadas como herencia al pueblo de Dios. Después, recibimos mucha ayuda del ministerio del hermano Watchman Nee, quien tenía un don especial para comprender y explicar las Escrituras. Él logró leer muchos libros de los autores cristianos antes de él y de su tiempo. En su biografía leemos que a los dos lados de su cama había pilas de libros. Además de eso, puesto que el hermano Nee tenía una mente capaz de sintetizar todo lo que leía, él logró hacer un panorama comparativo sobre todos esos estudios. El hermano Nee nos presentó muchas verdades con respecto a la vida divina.
Por medio de esos maestros, no sólo la Biblia llegó a estar disponible, sino su revelación también. Gracias al Señor, somos privilegiados y beneficiados con la revelación de la Palabra que recibimos por medio de los hermanos que vivieron antes de nosotros.
Punto Clave:
La revelación de la palabra de Dios está disponible a todos nosotros.
Pregunta:
¿Qué ocurrió con relación a la Biblia a partir de la reforma de Lutero?

La práctica de la verdad
Semana 6 - La verdad en el ministerio ulterior de Juan
Martes
Leer con oración:
Jn 19:34; Ro 1:1-4; 2 Co 12:1-4; Gá 1:11-12, 17; Col 1:25-27

“Por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente (…) misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu. (…) A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.”(Ef 3:3, 5, Cool
Las verdades reveladas a Pablo
Podemos decir que las verdades contenidas en el Nuevo Testamento nos fueron reveladas por medio de dos líneas ministeriales: la línea del ministerio de Pablo y la línea del ministerio de los apóstoles que anduvieron con el Señor Jesús, representados principalmente por Pedro y Juan.
La verdad según la línea de Pablo vino de la revelación que él recibió cuando fue arrebatado al tercer cielo (2 Co 12:1-4). Esta revelación que Pablo obtuvo tenía mucho contenido y se refiere a la economía neotestamentaria de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades (Col 1:25-27). Pablo registró esa revelación en 14 epístolas, por medio de las cuales el Señor manifestó a los santos lo que estaba en Su corazón (Ef 3:1-Cool.
Puesto que la revelación que Pablo obtuvo era más importante que la que Moisés recibió en el monte Sinaí (conforme al registro de Éxodo 24:18, Moisés permaneció en el monte durante cuarenta días y noches en la presencia del Señor), creemos que Dios había ocupado el mismo tiempo para revelar a Pablo Su economía neotestamentaria. Dios lo llevó al desierto de Arabia tras su conversión (Gá 1:11-12, 17) y allí lo arrebató al paraíso, donde le reveló palabras inefables sobre Su plan eterno. Inicialmente, Pablo registró en seis epístolas parte de esa revelación que recibió en el tercer cielo. Estas son las epístolas a los gálatas, a los romanos, a los corintios (dos) y a los tesalonicenses (dos).
La Epístola a los Romanos es un libro que trata del Evangelio de Dios “acerca de su Hijo” (Ro 1:3). El Señor Jesús es el contenido del evangelio, y Pablo Lo muestra en dos aspectos: el divino y el humano. En el aspecto humano, Él recibió un cuerpo físico por medio de María (Mt 1:20), que era descendiente de David. Fue necesario que Jesús se presentara primero como el descendiente de David (Ro 1:3); puesto que tenemos carne y sangre, Él también participó de lo mismo. En el aspecto divino, Él fue declarado Hijo de Dios, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos (1:4). Esto indica que, por la resurrección, el Señor Jesús llegó a ser el Hijo primogénito de Dios.
En otras palabras, el Evangelio de Dios tiene dos etapas. En la primera, el Señor vino en semejanza de carne pecaminosa para solucionar el problema de nuestros pecados (8:3). Una vez que fue solucionado ese problema, fuimos calificados para recibir la vida del Hijo de Dios, es decir, nacimos de nuevo y nos convertimos en los muchos hijos de Dios.
El Evangelio de Juan también muestra estos dos aspectos al decir que del costado herido del Señor no sólo salió sangre, sino también agua (Jn 19:34). La sangre solucionó el problema de nuestros pecados, y el agua simboliza la vida divina que obtuvimos por la regeneración. Para entrar en el reino de los cielos, es necesario nacer de nuevo. Jesús dijo que, si no se nace de nuevo, no se puede ver el reino de Dios (3:3). Nosotros ya experimentamos la primera etapa del evangelio y ahora estamos en la segunda. Como hijos de Dios, estamos siendo trabajados por el Señor a fin de que podamos crecer y llegar a ser hijos maduros, Sus herederos.
¡Alabado sea el Señor por el evangelio!
Punto Clave:
Redimidos y regenerados para entrar en el reino de Dios.
Pregunta:
¿En qué aspecto Romanos 1:3-4 se corresponde con Juan 19:34?

La práctica de la verdad
Semana 6 - La verdad en el ministerio ulterior de Juan
Miércoles
Leer con oración:
Jn 21:25; Ef 6:17-18; Ap 3:17

“El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.”(2 Co 3:6)
El Espíritu continúa revelando
Las verdades divinas reveladas por medio de Pablo son cruciales para nuestro vivir cristiano, pero no debemos tomarlas como una simple enseñanza para estudiarla, analizarla, sino que debemos asimilarlas en el espíritu. El mismo Pablo llegó a decir que “la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Co 3:6). Por lo tanto, al tomar la palara de Dios, debemos ejercitar nuestro espíritu para obtener la vida que hay en la Palabra. Una excelente manera de hacer eso es leer- orar, es decir, leer con oración la palabra de Dios. En Efesios 6:17-18 leemos: “Y tomad (…) la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu”. El mismo Pablo nos incentiva a tomar la Palabra con oración.
La palabra de Dios es muy rica y su revelación es inagotable. El apóstol Juan dijo que hubo también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir (Jn 21:25). Podemos decir lo mismo en cuanto a la revelación de la palabra de Dios.
No debemos sentirnos satisfechos con lo que ya nos fue revelado en el pasado y detenernos. Si esto nos sucede, podríamos volvernos como la iglesia en Laodicea: considerarnos ricos y satisfechos (Ap 3:17). Por ejemplo, con lo referente a las verdades divinas en la Palabra, recibimos mucha ayuda del hermano Witness Lee. No obstante, tras su partida para estar con el Señor, el Espíritu Santo continuó revelando nuevas verdades. El hermano Lee nos aclaró mucho en cuanto a la nueva Jerusalén, pero actualmente el Espíritu nos ha hablado al respecto de predicar el evangelio del reino en toda la tierra habitada (Mt 24:14), de gobernar el mundo venidero con Cristo (He 2:5-8; Ap 20:6) y también de la importancia del ministerio de Juan en su madurez, para prepararnos para la venida del Señor. ¡Oh Señor Jesús! ¡Venga Tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra!
Punto Clave:
Jamás debemos considerarnos ricos y satisfechos.
Pregunta:
¿De qué manera usted puede extraer vida de la palabra de Dios?

La práctica de la verdad
Semana 6 - La verdad en el ministerio ulterior de Juan
Jueves
Leer con oración:
Jn 14:2-3, 10, 17, 20, 23; 15:26; 16:13

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho (Jn 14:26). Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”(Jn 16:13)
La revelación del Espíritu de verdad en el ministerio de Juan
La verdad según la línea ministerial de los apóstoles vino de la experiencia viva que tuvieron durante los tres años que anduvieron con el Señor Jesús. Aunque no entendían muy bien el significado de lo que Jesús les hablaba en aquel tiempo, cuando el Espíritu de realidad vino, Él les hizo recordar todo lo que les había enseñado (Jn 14:26).
En el capítulo 14 de su evangelio, Juan registra las palabras del Señor con respecto a Su muerte y resurrección y a la venida del Espíritu como el otro Consolador: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (vs. 2-3).
Cuando el Señor habló que iba a prepararnos lugar y volvería y nos recibiría para Sí mismo, el “ir” se refería a Su muerte en la cruz, y el “volver”, a Su resurrección. Cuando Él murió y resucitó, nos trajo la vida de Dios y nos puso en Sí mismo, por eso Él dijo: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” (v. 20). Ese “día” se refiere a Su resurrección, es decir, esa ya era Su “venida”.
Sin embargo, la mayoría de los cristianos entiende este pasaje como si el Señor Jesús hubiera ido a preparar una casa para nosotros en los cielos. Algunos pueden pensar: “Ya han pasado dos mil años y Él aún no vuelve. ¿Habrá terminado de preparar las casas?” ¡No! Nuestra morada está en Cristo y en el Padre. Por eso Él dijo que nos tomaría para Sí mismo, para que nosotros estuviéramos donde Él estaba (v. 3). En el versículo 10, el Señor afirmó que estaba en el Padre, y también declaró: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (v. 23). Las “muchas moradas”, en el versículo dos, que Él iría a prepararnos, somos nosotros, los que aman al Señor y guardan Su palabra.
Mientras estaba en la carne, el Señor no podía estar dentro de aquellos que Lo aman. Pero tras Su muerte y resurrección, Él preparó esas moradas, pues se hizo el Espíritu vivificante (1 Co 15:45b) y volvió a nosotros como el otro Consolador, el Espíritu de verdad, a fin de estar en nosotros y estar para siempre con nosotros (Jn 14:17; 15:26; 16:13).
La palabra griega para “verdad” también quiere decir realidad. El Espíritu de verdad nos hace entrar en la realidad de todas las cosas espirituales. El Señor Jesús hoy ya es el Espíritu de realidad. Él es verdadero y real para nosotros. Lo que hoy necesitamos es este Espíritu de realidad. En Él están el Padre, el Hijo y también el Espíritu Santo.
¡Alabamos al Señor porque este Espíritu hoy está en nuestro espíritu para hacer todas las cosas reales para nosotros!
Punto Clave:
Experimentar la realidad del Espíritu.
Pregunta:
¿Cuál es el significado de “morada” en Juan 14:2?

La práctica de la verdad
Semana 6 - La verdad en el ministerio ulterior de Juan
Viernes
Leer con oración:
Jn 21:22; 1 Jn 4:7-8

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida (Jn 5:39-40). El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida ”(Jn 6:63)
Buscar el Espíritu en la palabra de Dios
Cuando buscamos la verdad de la palabra de Dios, podemos hacerlo de dos maneras: como simple conocimiento o como realidad y vida. Puesto que la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo, necesitamos ir adonde Él para obtener vida. Por eso fue que el Señor le dijo a los fariseos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida (Jn 5:39-40). Para tomar la palabra de Dios debemos ir al Señor. Hoy Él mora en nuestro espíritu como el Espíritu de realidad; por lo tanto, siempre debemos orar y volver a nuestro espíritu cuando leemos la Palabra.
El Señor dijo que Sus palabras son Espíritu y son vida (Jn 6:63). Esto nos muestra que, al leer la palabra del Señor, debemos buscar el Espíritu, pues en Él recibimos vida, la vida de Dios. Mientras más vida obtenemos, más se expresa Dios en nosotros. Dios es amor y por medio de Su vida, nosotros experimentamos el amor entre los hermanos (1 Jn 4:7-Cool. Por eso, Juan, después de haber escrito el libro de Apocalipsis, en la etapa final de su ministerio, con una edad avanzada, fue a Éfeso y allí escribió sus tres epístolas, en las cuales resalta el amor de Dios.
Hoy estamos siguiendo la línea del apóstol Juan en su madurez. Su ministerio del Espíritu y la vida es el ministerio final, que traerá al Señor de vuelta, porque, según lo que el Señor nos mostró en Juan 21:22, su ministerio permanecerá hasta que Él venga.
En consecuencia, vemos claramente dos líneas sobre la verdad: la línea de Pablo, que vino de la revelación que él recibió del Señor en las visiones y revelaciones (2 Co 12:1-3; Gá 1:11-12), y las verdades de la línea de Pedro y Juan, las cuales vinieron directamente de Jesucristo cuando estuvo entre los discípulos en la tierra.
¡Aleluya por el Espíritu de realidad, que enseñó al apóstol Juan y le hizo recordar todo lo que el Señor hizo y dijo! Que podamos permanecer siempre en esa línea para obtener más Espíritu y vida.
Punto Clave:
Estar en el espíritu para recibir vida.
Pregunta:
¿De qué manera Juan recibió las revelaciones que nos transmitió?

La práctica de la verdad
Semana 6 - La verdad en el ministerio ulterior de Juan
Sábado
Leer con oración:
Lc 6:27; 1 P 1:6; 5:1, 9; 2 P 1:3-8; 3 Jn 3-4

“Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”(2 P 1:Cool
Las verdades presentadas por Pedro, según su experiencia
Al estudiar los escritos de Pedro, vemos muchas menciones de sufrimientos y pruebas (1 P 1:6; 4:12-13; 5:1, 9). En su experiencia, Pedro descubrió que no es simplemente por medio de los sufrimientos que somos transformados, sino por medio del fuego del Espíritu que nos purifica (1 P 1:7; Mt 3:11). Si al pasar por sufrimientos, intentamos tomar la cruz por nosotros mismos, aparentemente puede haber resultados, pero al final la vida del alma se vuelve a manifestar. No obstante, si al pasar por sufrimientos y pruebas, nos volvemos al espíritu y nos arrepentimos, el Espíritu trabajará en nosotros, quemando nuestras impurezas, como el fuego purifica el oro. Conforme a lo que él nos escribió, los sufrimientos y pruebas son como un crisol que ayuda a limpiar y purificar el oro. Si al pasar por sufrimientos mantenemos nuestro espíritu “ferviente”, estaremos lanzando la vida del alma al “crisol caliente”; de esa manera, las impurezas serán consumidas, pero lo que es de la vida de Dios (el oro) permanecerá ¡Aleluya!
Pedro pasó por varios sufrimientos y, por haber permitido que el fuego del Espíritu quemara su vida del alma, fue transformado. Así, en Segunda de Pedro 1:3-4, leemos: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, es decir, a la semejanza de Dios, ya nos fueron dadas cuando nacimos de nuevo.
Hoy somos participantes de la naturaleza divina. La naturaleza y la vida de Dios están en nosotros, pero necesitan crecer. Así como un recién nacido tiene la vida del padre y necesita crecer en la vida humana, nosotros también necesitamos crecer en la vida divina o en otras palabras, permitir que la vida divina crezca en nosotros. Por eso Pedro continúa diciendo que debíamos poner toda nuestra diligencia y añadir a nuestra “fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (vs. 5-7).
Comenzando por la fe que obtuvimos al creer en el Señor, cuando nacimos de nuevo, podemos crecer, como si estuviéramos subiendo escalones en la línea de la vida. Una virtud es añadida a otra y después algo más es añadido. Finalmente, llegaremos al amor fraternal, “Filadelfia”. Mientras más crecemos en la vida de Dios, más amor hay entre los hermanos. Sin embargo, el amor fraternal aún no es el punto más elevado. Necesitamos más de la vida de Dios hasta llegar al amor ágape citado en el versículo 7 (en el original griego). Cuando Dios crece en nosotros, y puesto que Él es amor, podemos amar hasta a nuestros enemigos con el amor divino (Lc 6:27, 32).
Hoy tenemos las verdades divinas reveladas a Pablo, Juan y Pedro y transmitidas a nosotros por medio de sus escritos.
Nuestro objetivo no debe ser sólo estudiarlas, conocerlas y discutir sobre ellas. Debemos buscar recibirlas en el espíritu y practicarlas, para que se conviertan en nuestra vida, nuestra realidad. Cuando andamos en la verdad, es decir, practicamos la Palabra que se nos transmite, Dios se alegra, y aquellos que nos instruyen también (3 Jn 3-4). ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave:
Recibir la verdad en el espíritu y practicarla.
Pregunta:
¿De qué manera Pedro presenta nuestra experiencia de crecimiento de vida?

La práctica de la verdad
Semana 6 - La verdad en el ministerio ulterior de Juan
Domingo
Leer con oración:
Mt 24:45-47; Jn 21:15-17; 2 P 1:8; Ap 5:9-10; 20:6

“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Ap 21:5). “Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.”(1 Co 9:23)
Dos herramientas para la propagación del evangelio del reino
Como vimos en la lectura de ayer, una vez que la vida divina crece en nosotros, no sólo amamos a los hermanos con amor fraternal, sino que también somos llenados del amor de Dios, el amor ágape.
Cuando las características de la vida de Dios existen en nosotros y abundan, no nos dejan estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (2 P 1:Cool; al contrario, por amar a las personas con el amor divino, las contactamos y les predicamos el evangelio. Esto es el resultado del amor de Dios en nosotros, y el amor de Dios es la expresión de la vida divina en nosotros. Este amor también nos lleva a apacentar y cuidar a nuestros consiervos (Jn 21:15-17; Mt 24:45-47) para que crezcan en la vida divina y junto con nosotros puedan reinar con Cristo por mil años en la era venidera (Ap 5:9-10; 20:6).
El Señor nos confió predicar el evangelio del reino (Mt 24:14). Para eso hoy tenemos dos herramientas: el Bookafé y el colportaje. Mediante ellas podemos alcanzar más personas, conducirlas a la salvación, si aún no son salvas, o conducirlas a crecer en vida, invocando el nombre del Señor y aprendiendo a negarse a sí mismas, a fin de ser vencedoras para gobernar el mundo venidero. Hoy estamos practicando esto. En vez de tomar las verdades contenidas en la Palabra simplemente para estudiarlas, y profundizar en ellas para discutirlas, queremos propagar la Palabra de la vida al mayor número de personas posible.
Esas dos herramientas que el Señor nos concedió – el Bookafé y el colportaje –, que están siendo usadas no sólo en Brasil, sino en toda América del Sur y otros continentes, tienen como fin suplir vida a todos, para que los hijos de Dios crezcan espiritualmente y se preparen para reinar con Cristo. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave:
Propagar el evangelio del reino y suplir vida a todos.
Pregunta:
¿Ha participado de la predicación del evangelio del reino?
¡Jesús es el Señor!

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