DÍA 14
Oraciones Valientes
“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes” Daniel 6:10 RVR
Hay algunas cosas en la vida espiritual que no son absolutamente esenciales, pero la oración hace parte de la esencia misma de la espiritualidad. Quien no ora carece su alma del aliento de la vida de Dios. Se nos dice que Daniel fue un hombre de espíritu excelente, un hombre de oración abundante. El oraba por su pueblo en el exilio, por quienes estaban en esclavitud. En sus oraciones intercedía por Jerusalén. Lo acongojaba el hecho de que la ciudad estaba desolada, que todavía el destructor caldeo estaba sobre el monte Sion, que una vez había sido el gozo de toda la tierra. Oraba por el retorno de la cautividad, qué él sabía había sido ordenada por Dios. Hubiera sido muy agradable haber escuchado por la cerradura en la puerta de la alcoba de Daniel, las poderosas intercesiones que salían de allí hacia el trono del Señor de los ejércitos.
Quien no ora carece en su alma del aliento mismo de la vida de Dios.
Se nos dice también que Daniel mezclaba la acción de gracias en todas sus oraciones. Una devoción es muy pobre cuando siempre esta pidiendo y nunca expresa su gratitud. Las oraciones en las cuales no hay acción de gracias son egoístas y no reciben respuesta. La oración y alabanza son como nuestro sistema respiratorio. La oración inhala cantidades de la gracia y el amor de Dios, y luego la alabanza las exhala otra vez. Daniel ofreció al Señor ese aromático incienso hecho de muchas especias: de deseos y anhelos sinceros mezclados con adoración. Había sido exaltado a una gran prosperidad natural, pero “su alma también había prosperado” (3 Juan 2) y rehusó intoxicarse con el éxito o alejarse de Dios atraído por las pompas mundanas. Mantuvo la energía de su profesión exterior, mediante la comunión intima con Dios. Cuando sus enemigos lo atacaron, recordó que había cosas mucho más preciosas que la gloria humana y la prosperidad. Mejor una onza de la gracia divina lograda mediante la oración, que una tonelada de los bienes mundanos. Postrarse ante Dios y honrarlo, sin importar el costo, porque Él es digno, es mucho mejor aún si el costo implica caer en la boca del león. esa fue la convicción de Daniel.
Padre Dios, ayúdame a tener el valor de ser un Daniel en el día de hoy. Hazme un príncipe de la oración. Amén.
¡Jesus es el Señor!