DÍA 16
La Oración Intercesora
“Después de haber orado por sus amigos, el Señor hizo prosperar de nuevo a Job.”
¡Qué extraordinaria promesa la que contiene este versículo! Nuestras aflicciones más largas tienen su fin, y la infelicidad más profunda su fondo también. El frio del invierno no durará para siempre; pronto veremos la sonrisa del verano. La ola no estará siempre en eterno reflujo, el flujo siempre le sigue. La noche no tenderá su manto para siempre sobre nuestras almas; el sol se levantará trayendo sanidad en sus rayos. El Dios que cambió la cautividad de Job puede cambiar la suya como los arroyos en el desierto. Él hará que su viña florezca y que sus campos den fruto otra vez.
La oración intercesora de Job fue la señal del retorno de su perdida grandeza. Fue como el arco iris en las nubes y como la paloma enviada por Noé que trajo la rama de olivo. Cuando el alma de Job comenzó a ensancharse en santa y amorosa oración intercesora por sus amigos pecadores, el corazón de Dios se manifestó devolviéndole la prosperidad y dándole aliento interior a su ser.
Recuerde que la oración intercesora es la más dulce de las oraciones que Dios pueda escuchar. ¡Y qué maravillas las que tal oración ha logrado! La oración intercesora ha detenido plagas. Puso fin a la oscuridad que había caído sobre Egipto, expulsó las ranas que habían invadido la tierra, disperso los piojos y las langostas que afligieron a los habitantes de Zoan, hizo cesar los rayos y los truenos, y fue la causa también de todas estas plagas que la mano vengadora de Dios había enviado sobre faraón y el pueblo egipcio. Sabemos que la oración intercesora sanó enfermedades en la época de la iglesia naciente. Tenemos evidencia de su eficacia en los tiempos mosaicos. Cuando María, la hermana de moisés, recibió la maldición de la lepra, Moisés oró por ella y la lepra desapareció. La oración intercesora también ha levantado muertos, como cuando el profeta Elías se echó siete veces sobre el cuerpo de un muchacho, el chico estornudó y su alma regresó a su cuerpo. ¡Sólo la eternidad nos revelará cuántas almas se salvaron por causa de la oración intercesora! No hay nada que la oración intercesora no pueda lograr. Querido hermano creyente, tienes una fuerza poderosa a la mano, úsala bien, úsala constantemente, úsala ahora con fe, y con toda seguridad saldrá avante.
Ora, Espíritu Santo, moldea mi vida hasta que me convierta en un intercesor. Amén.
¡Jesus es el Señor!