Es necesario que el frasco de alabastro sea quebrado
La Biblia habla del ungüento de nardo puro (Jn. 12:3). La Palabra de Dios usa intencionalmente el adjetivo puro. Este es un ungüento de nardo puro, algo verdaderamente espiritual. No obstante, a menos que el frasco de alabastro fuera quebrado, el ungüento de nardo puro no podía ser liberado. Es extraño que mucha gente valore más el frasco de alabastro que el ungüento. De la misma manera, muchos piensan que su hombre exterior es más valioso que su hombre interior. Este es el problema que enfrenta la iglesia en la actualidad. Es posible que valoremos demasiado nuestra propia sabiduría y pensemos que somos superiores. Otros pueden estimar sus emociones y creer que son personas excepcionales. Muchos otros se valoran exageradamente a sí mismos y creen que son mejores que los demás. Piensan que su elocuencia, sus capacidades, su
discernimiento y juicio, son mejores que los de otros. Pero debemos saber que no somos coleccionistas de antigüedades, ni admiradores de frascos de alabastro, sino que buscamos el aroma del ungüento. Si la parte exterior no se quiebra, el contenido no puede salir. Ni nosotros ni la iglesia podremos seguir adelante. No debemos seguir protegiéndonos tanto a nosotros mismos.
El Espíritu Santo nunca ha dejado de obrar en los creyentes. Muchos pueden dar testimonio de la manera en que la obra de Dios nunca se ha detenido en ellos. Ellos enfrentan una prueba tras otra, un incidente tras otro. El Espíritu Santo tiene una sola meta en toda Su obra de disciplina: quebrantar y deshacer al hombre exterior, para que el hombre interior encuentre salida. Pero nuestro problema es que tan pronto enfrentamos una pequeña dificultad, murmuramos, y cuando sufrimos alguna pequeña derrota nos quejamos. El Señor ha preparado un camino para nosotros y está dispuesto a usarnos. Pero tan pronto como Su mano nos toca, nos sentimos tristes. Alegamos con El o nos quejamos ante El por todo. Desde el día en que fuimos salvos, el Señor ha estado obrando en nosotros de muchas formas, con el propósito de quebrantar nuestro yo. Lo sepamos o no, la meta del Señor siempre es la misma: quebrantar nuestro hombre exterior.
W. Nee
Aguas refrescantes 29 de abril
Para mí el vivir es Cristo. Filipenses 1:21.
En la tarde del 29 de abril de 1920 estaba solo en mi habitación, luchando para decidir si creería en el Señor. Al principio me sentía reticente, pero al tratar de orar vi la magnitud de mis pecados y la eficacia de Jesús como Salvador. Al contemplar sus manos extendidas en la cruz parecían darme la bienvenida y sentí como si El me decía: "Estoy esperando aquí para recibirte". Reconociendo la eficacia de su sangre para limpiar mis pecados, y sintiéndome arrollado por tal amor, lo acepté allí mismo.
Antes me reía de personas que habían aceptado a Jesús, pero esa tarde la experiencia fue una realidad para mí. Lloré y confesé mis pecados buscando el perdón del Señor. Al hacer mi primera oración conocí la paz y el gozo como nunca antes. La luz parecía inundar la habitación y dije: "¡Oh Señor Jesús, realmente has tenido misericordia conmigo!"
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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