“ORAREIS ASI”
“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen toda su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del maligno; porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mt. 6:5-15).
Por lo general, cuando hablamos de la oración, nuestra preocupación se centra en la respuesta a la oración. Sin embargo, en estos versículos el Señor no pone énfasis en la respuesta a la oración, sino en la recompensa de la misma. ¿En qué nos basamos para decir esto? Nuestra base es la palabra “recompensa” que se usa en el versículo 5, la cual es la misma palabra que se utiliza en el versículo 2 con respecto a la recompensa del que da limosnas, y en el versículo 16 con respecto a la recompensa del que ayuna. Si la recompensa de la oración es la respuesta a la misma, ¿a qué se refieren entonces las recompensas del que da limosnas y del que ayuna? Según el contexto, esta recompensa se refiere al premio que uno recibe en el reino. Esto nos muestra que la respuesta a la oración es secundaria; lo principal es que recibamos una recompensa por nuestra oración. Si nuestra oración corresponde a la voluntad de Dios, no sólo será contestada, sino que también será recordada y recompensada en el futuro, ante el tribunal de Dios. Por tanto, la oración mencionada en estos versículos nos trae no sólo una respuesta hoy, sino también justicia. En otras palabras, nuestra oración es nuestra justicia.
Sin embargo, la justicia de la oración no se obtiene haciendo oraciones mecánicas, indiferentes, rutinarias ni por motivos impuros. Por un lado, el Señor nos enseña a no orar como lo hacen estas dos clases de personas; por otro, nos presenta un modelo de oración. En primer lugar, examinemos las dos clases de oración que no debemos seguir.
NO COMO LOS HIPOCRITAS QUE AMAN EL ORAR
PARA SER VISTOS POR LOS HOMBRES
“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen toda su recompensa”. El fin de la oración es tener comunión con Dios y expresar Su gloria. Pero los hipócritas utilizan la oración, que debería glorificar a Dios, para glorificarse a sí mismos. Por consiguiente, les gusta orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles. Hacen esto para ser vistos de los hombres, pues las sinagogas y las esquinas de las calles son lugares públicos, donde pasa mucha gente. No oran para que Dios los oiga, sino para ser oídos por los hombres. Les gusta exhibirse. Esta clase de oración es muy superficial; no puede considerarse una oración dirigida a Dios, ni tampoco una comunión con El. Estos hombres no deben esperar recibir algo de Dios, porque el motivo que yace detrás de este tipo de oración es recibir gloria de los hombres, y porque no han acumulado nada delante de Dios. De hecho, ya han recibido su recompensa; han recibido la alabanza de los hombres. Por lo tanto, en el reino venidero no habrá nada qué recordar.
¿Entonces qué debemos hacer cuando oramos? El Señor dijo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Este aposento es un símbolo. Las sinagogas, al igual que las esquinas de la calles, denotan lugares públicos, mientras que el aposento a un lugar oculto. Hermanos y hermanas, uno puede entrar en su aposento aun en las sinagogas y en las esquinas de las calles. Uno puede encontrar el aposento en la acera y dentro del automóvil. El aposento es el lugar donde uno tiene comunión con Dios en lo secreto; el lugar donde uno ora sin tener la intención de exhibir su oración. “Entra en tu aposento, y cerrada la puerta”. Esto quiere decir cerrar la puerta para que el mundo quede afuera y nosotros adentro; significa que desechamos todas las voces de afuera, y oramos a Dios callada y silenciosamente.
Cuando uno ora al Padre que está en secreto, el Padre, que ve en lo secreto, le recompensará. ¡Qué gran consuelo es éste! Para poder orar al Padre que está en secreto, necesitamos tener fe. ¡Aunque uno no sienta nada exteriormente, debe tener la certeza de estar orando al Padre, quien está presente en secreto, donde no lo vean los hombres. El está verdaderamente presente y no menosprecia la oración de uno; está allí observando. Esto muestra cuánto se interesa por nuestras oraciones. El no lo observa a usted y luego se marcha; El le recompensará. Hermanos y hermanas, ¿pueden ustedes creer esto? Si el Señor dice que le recompensará, entonces, ciertamente lo hará. El Señor garantiza que la oración que se hace en secreto no será en vano. Si usted ora como es debido, el Padre le recompensará. Aunque parezca que no hay ninguna recompensa hoy, vendrá el día cuando usted será recompensado. Hermanos y hermanas, ¿puede su oración en lo secreto pasar la prueba de ser vista por el Padre en lo secreto? ¿Creen que el Padre los ve en lo secreto y los recompensará?
Tomad del “Ministerio de oración de la iglesia” W. Nee
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Aguas refrescantes 25 de agosto
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. 1 Juan 3:14.
Muchos creyentes defienden con lealtad lo que es correcto, pero con la dureza de su actitud ofenden y olvidan el amor. Se han tornado obsesivos en cuanto a la justicia, pero eficientes en cuanto a la caridad. Es verdad que como cristianos jamás debemos transigir acerca de la justicia de Dios, pero al mismo tiempo, no debemos reñir con otros.
Los hombres y las mujeres son ganados por el amor. En tus contactos con las personas no las ofendas. Ciertamente es necesario obedecer a Dios y obedecer sus mandamientos pero esto no debe llevamos a herir u ofender a nuestro semejante por nuestras palabras o actitudes. La dura inflexibilidad debe ceder paso a la mansedumbre y la gentileza. De esta manera muchos serán atraídos al Señor. La dureza aleja a las almas; el amor las atrae.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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