ATAR Y DESATAR
Mateo 16:19: Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Necesitamos prestar especial atención a la oración que ata y a la oración que desata. Hay muchas cosas que debemos atar y muchas que debemos desatar. No se trata de pedir, sino de atar y de desatar con autoridad. Que Dios nos conceda Su gracia para que todos nosotros podamos aprender a orar con autoridad. No sólo tenemos que aprender a orar, sino también a conocer la victoria de Cristo. Tenemos que desatar apoyándonos en la victoria de Cristo, y tenemos que atar de la misma manera. Tenemos que atar todo lo que sea contrario a la voluntad de Dios. Orar con autoridad equivale a que el cielo gobierne en la tierra y a que la tierra ejerza la autoridad celestial. Todos nosotros somos hombres celestiales, y como tales, tenemos la autoridad del cielo. En la actualidad no somos más que peregrinos en la tierra. Todo aquel que es portador del nombre del Señor es Su representante en la tierra. Somos los mensajeros de Dios. Tenemos Su vida y hemos sido trasladados del reino de las tinieblas al reino del Hijo de Su amor. Es por esto que tenemos la autoridad celestial. Dondequiera que vayamos, podemos ejercer nuestra autoridad celestial. Podemos gobernar sobre la tierra desde el cielo. Que Dios nos conceda Su gracia. Ojalá que todos nosotros seamos guerreros de oración para el Señor y que todos seamos vencedores por medio de la autoridad de Cristo a fin de que la victoria de Cristo pueda ser manifestada.
Finalmente, quisiera hacer una advertencia solemne: tenemos que someternos a la autoridad de Dios. Si no lo hacemos, no podremos orar con autoridad. No sólo tenemos que someternos a la autoridad de Dios con respecto a Su posición, sino que también tenemos que someternos a Su autoridad con respecto a nuestra vida diaria y a todos los asuntos prácticos. Si no hacemos esto, no podremos orar con autoridad. Hubo un hermano joven que estaba echando fuera un demonio de una muchacha. El demonio le dijo a la joven que se desvistiera. El hermano mandó al demonio con autoridad, diciéndole: “Te ordeno en el nombre de Jesús que no te desvistas”. El demonio inmediatamente dijo: “Está bien, si no me permites desvestirme, no lo haré”. Si aquel hermano no hubiese tenido victoria en su vida diaria, habría sido derrotado ante el demonio. En tal caso, el demonio no sólo habría pasado por alto su mandato, sino que también habría puesto de manifiesto sus pecados. Hermanos y hermanas, sabemos que toda la creación estaba originalmente bajo el dominio del hombre. Pero en el presente la creación desobedece al hombre porque el hombre no obedece la palabra de Dios. El león mató al hombre de Dios porque él no obedeció la palabra de Dios (1 R. 13:20-25). Daniel no fue devorado cuando fue lanzado al foso de los leones, porque era inocente delante de Dios y no había hecho daño delante del rey. Es por esto que Dios envió a Su ángel a cerrar la boca de los leones (Dn. 6:22). La víbora venenosa no pudo hacerle daño a Pablo, el siervo fiel de Dios (Hch. 28:3-6), pero los gusanos devoraron al orgulloso Herodes (12:23). Hermanos y hermanas, si nos sometemos a la autoridad de Dios, los demonios nos temerán y se someterán a nuestra autoridad.
La Biblia nos muestra la relación que existe entre la oración, el ayuno y la autoridad. La oración indica que buscamos a Dios, mientras que el ayuno indica que nos negamos a nosotros mismos. El primer derecho que Dios le dio al hombre fue el de comer. Lo primero que Dios le dio a Adán fue alimento. Ayunar es renunciar al derecho legítimo que uno tiene. Muchos cristianos sólo ayunan, pero no se niegan a sí mismos. En tal caso, su ayuno no puede considerarse ayuno. Los fariseos ayunaban por una parte, y por otra extorsionaban (Mt. 23:25). Si ellos hubieran ayunando en realidad, habrían devuelto lo que habían quitado a los demás. Orar es buscar a Dios, mientras que ayunar es negar el yo. Tenemos que buscar a Dios y negar el yo al mismo tiempo. Cuando seguimos a Dios y al mismo tiempo nos negamos a nosotros mismos, inmediatamente surge la fe. Cuando tenemos fe, tenemos autoridad para ordenarles a los demonios que se marchen. Hermanos y hermanas, si vamos en pos de Dios y no nos negamos a nosotros mismos, no tenemos ni fe ni autoridad. Pero si vamos en pos de Dios y negamos nuestro yo, inmediatamente tendremos fe y autoridad, y podremos ofrecer oraciones de fe y de autoridad. Hermanos y hermanas, las oraciones más importantes y más espirituales son las oraciones de autoridad.
Aguas refrescantes 8 de septiembre
La vanagloria de la vida, no proviene del Padre. 1 Juan 2:16.
Juan define aquí a todo lo que despierta y provoca el orgullo en nosotros como el "espíritu del mundo". Bien sabemos que aun en lo íntimo de nuestros hogares somos todos propensos a caer víctimas del orgullo, de la misma manera que lo están los que disfrutan de gran éxito público. Toda gloria que no sea gloria de Dios es vanagloria, y es sorprendente que un pequeño éxito insignificante pueda producir en nosotros la vanagloria. Si cedemos a ella equivale a ceder al mundo, con una pérdida consi¬guiente en nuestra comunión con Dios.
¡Oh que Dios nos abra los ojos para poder ver la sutileza del mundo! No sólo las cosas que con facilidad clasifi¬camos como males, sino todo aquello que aun con suavi-dad nos aleja del Señor forma parte de aquel poder que se opone a Dios. Si lo que nos inspira es el orgullo y no la gloria de Dios, podemos estar seguros que hemos estado en contacto con el mundo. Por tanto velemos y oremos. Nuestra comunión con Dios es demasiado preciosa como para arriesgarla.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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