LAS REUNIONES EN CASA
LA MANERA DE PRACTICARLAS
Lectura bíblica: Hch. 5:42; 1 Co. 12:1-3, 7-10; 14:1, 3, 4b, 12, 19, 23-26, 31; 2 Co. 4:10-14
En este mensaje consideraremos la manera de practicar las reuniones en casa. La forma de practicar cualquier reunión es tener en primer lugar, la mutualidad, y en segundo lugar, el hablar. Estas dos cosas son muy útiles y prevalecientes en la práctica de cualquier reunión.
LA MUTUALIDAD EN LAS REUNIONES DE LA IGLESIA
Debido a la historia del cristianismo casi todos los cristianos hoy día, incluso nosotros, no están acostumbrados a tener la mutualidad en sus reuniones. Generalmente en los llamados servicios cristianos vemos que una o dos personas hablan y los demás son simplemente el auditorio. De ningún modo esto es conforme a la enseñanza bíblica.
En el Nuevo Testamento hay dos categorías principales de reuniones cristianas. La primera es la reunión del ministerio, la reunión de los apóstoles, la reunión de cualquier persona dotada tal como Pedro en el día de Pentecostés. La reunión en el día de Pentecostés fue una reunión para el ministerio. No se puede considerar esta clase de reunión como una reunión de la iglesia y en la iglesia. Por otra parte, cuando 1 Corintios 14 habla de la reunión, se refiere a la reunión de la iglesia y en la iglesia. El versículo 23 dice: “Si, pues, toda la iglesia se reúne...” Esta es la reunión de la iglesia y en la iglesia. Cuando hablamos de las reuniones en casa, sin duda, nos referimos a las reuniones en la iglesia y a las reuniones de la iglesia.
En la predicación o la enseñanza de la reunión del ministerio, no hay mucha mutualidad ni mucho hablar el uno con el otro. Pero según 1 Corintios 14, en las reuniones de la iglesia existe la necesidad básica, el factor básico de la mutualidad. Primera de Corintios 14:23 dice: “Si, pues, toda la iglesia se reúne...” Luego el versículo 26 dice que en esta clase de reunión “cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación”. Esto nos muestra que la reunión de la iglesia y en la iglesia depende de la mutualidad. Allí siempre está el sentimiento del uno al otro.
Debemos tener bien en cuenta que las reuniones en casa ciertamente no son reuniones de algún ministerio. Las reuniones en casa son absolutamente reuniones de la iglesia y en la iglesia. Ellas dependen cien por ciento de la mutualidad. Si no hay mutualidad, no hay una reunión en casa. Tener una reunión en casa sin la mutualidad hace que la reunión en casa pierda su carácter; esa reunión en casa no sería de la iglesia. Puede ser que todavía sea una reunión en casa pero sólo de un ministerio pequeño donde una persona habla mientras todos los demás escuchan. Un orador estaría allí con un auditorio pequeño, pero no habría mutualidad. Primera de Corintios 14 es el único capítulo en los escritos de Pablo que nos enseña algo acerca de las reuniones de la iglesia. En este capítulo único está el factor básico de la mutualidad.
EL HABLAR EN LAS REUNIONES DE LA IGLESIA
El segundo factor que se necesita para las reuniones de la iglesia es el hablar. Si nadie habla, eso mata la reunión de la iglesia. La falta de hablar mata la reunión de la iglesia. La reunión de la iglesia depende de la mutualidad y del hablar. Las referencias de la Escritura para este mensaje proveen una base para tener comunión tocante a estos dos factores.
Hechos 5:42 dice: “Y cada día en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y de llevar las buenas nuevas de Jesús como el Cristo”. Esto sucedió en el mismo comienzo de la vida de la iglesia, después del día de Pentecostés. Después de que los miles de creyentes nuevos fueron salvos, se reunían en el templo. La reunión en el templo fue para el ministerio, para que Pedro y Juan ministraran, hablaran, predicaran y enseñaran. Luego el versículo 42 pasa a decir que se reunían de casa en casa en cada casa. ¿Qué hacían allí? Se reunían para enseñar y predicar. Sin duda enseñaban Cristo, enseñaban las cosas tocante a Cristo. En el día de Pentecostés después de la predicación de Pedro, tres mil fueron salvos y en seguida empezaron a reunirse. Seguramente que no hablaban de la religión judía. Sin duda hablaban de lo que habían oído en el único mensaje de Pedro. Enseñaban y predicaban. Predicaban a Jesucristo como las buenas noticias. En sus reuniones se hacían estas dos cosas; las dos incluyen el hablar. Enseñar es hablar, y predicar también es hablar.
Witness Lee
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