LA REGLA COMÚN
Sea en China o en los países occidentales, todas estas prácticas de respiración, ejercicio ascético, hipnotismo, predicciones, reacciones y comunicaciones, apenas son la liberación y manifestación del poder interior. Imagino que todos ya hemos oído algo de los hechos mila¬grosos del hipnotismo. En China existen adivinos cuyos actos de predicción son bien conocidos. Cada día ellos reciben sólo a unos pocos clientes. Dedican mucho tiempo y energía en el perfecciona¬miento de su arte, y sus predicciones son maravillosamente exactas. Los budistas tienen sus proezas milagrosas. Aunque no faltan evi¬dencias de engaño, las manifestaciones sobrenaturales son aparente¬mente innegables.
La explicación para estos fenómenos es simple: ellos, por el acaso o dirigidos por el maligno, descubren algún método o métodos de prácticas ascéticas que los capacitan para ejecutar proezas extraordi¬narias. Las personas comunes no saben que poseen este poder en ellas. Otras, con algún conocimiento científico, saben que este poder está oculto en ellas, aunque no puedan decir cómo es eso. Nosotros que hemos sido enseñados por Dios, sabemos que esta capacidad es el poder latente del alma del hombre, el cual está ahora confinado por la carne, a través de la caída de Adán. Este poder cayó con el hombre de tal modo que, de acuerdo con la voluntad de Dios, no debería ser usado más. Pero es el deseo de Satanás desenvolver esta capacidad latente, a fin de hacer que el hombre se sienta tan rico como Dios, según lo que Satanás había prometido. Así el hombre se adorará a sí mismo, aunque indirectamente sea una adoración a Satanás.
Por eso Satanás está detrás de todas esas pesquisas parasíquicas. Él está haciendo lo mejor que puede para usar la energía latente del alma, para alcanzar su objetivo. Por esta razón, todos los que hacen crecer su poder del alma, no pueden evitar la comunicación con el espíritu maligno, y de ser usados por él.
G. H. Pember, en su libro “Eras Primitivas de la Tierra”, men¬cionó este asunto bajo otro ángulo:
“Dos métodos parecen existir, a través de los cuales los hombres pueden alcanzar conocimiento y poder prohibidos y obtener acceso a una relación prohibida. Lo primero a seguir... debe colocar su cuerpo bajo el control de su propia alma, a fin de poder proyectarla... El desenvolvimiento de esas facultades es, sin duda, posible sólo a pocos, y asimismo en el caso de ellos, sólo pueden ser alcanzados por medio de un largo y severo curso de entrenamiento, cuyo propósito es quebrar el cuerpo llevándolo a una completa sujeción y producir una perfecta apatía con relación a todos los placeres, dolores y emociones de esta vida, a fin de que ningún elemento perturbador pueda desordenar la tranquilidad de la mente del aspirante e impedir su progre¬so... el segundo método es por medio de una sumisión pasiva al control de inteligencias exteriores...”.
Debemos prestar atención aquí principalmente al primer método, esto es, la activación del poder latente del alma de alguien. Su punto de vista coincide con el nuestro completamente. Las prácticas ascéti¬cas de los budistas, la respiración abstracta del taoísmo, la meditación y concentración mental de los hipnotizadores, la sesión silenciosa de los pertenecientes al Club de la Unidad y todas las variedades de meditaciones, contemplaciones, los pensamientos concentrados en no pensar en absolutamente nada, y centenas de hechos semejantes que practican las personas, siguen la misma regla, no importando cuán variados sean sus conocimientos y fe. Todas estas cosas hacen nada más que llevar los pensamientos externos y confusos, las inestables emociones y la débil voluntad del hombre a un lugar de tranquilidad, con su carne totalmente subyugada, haciendo así posible la liberación del poder latente del alma. La razón por la cual tal cosa no se mani¬fiesta en todos, es porque no todas las personas pueden romper la barrera de la carne y llevar todas las expresiones físicas comunes a la perfecta tranquilidad.
ALGUNOS HECHOS
Hace muchos años trabé conocimiento con un hindú. Él me habló sobre un amigo en el hinduismo que podía revelar con preci¬sión, los secretos de las personas. Cierta vez deseó probar la capaci¬dad de su amigo hindú. Entonces lo convidó a su casa, y con toda certeza el hindú pudo revelar todo lo que había sido colocado dentro de una gaveta en la casa. Más tarde, mi conocido indú solicitó a su amigo hindú que se quedara del lado de afuera y aguardara, mientras él envolvía un valioso objeto en tela y papel antes de colocarlo dentro de una caja y ponerlo en una gaveta bajo llave. Su amigo volvió al interior de la casa y dijo sin errar cuál era el valioso objeto. Esto incuestionablemente sucedió debido al ejercicio del poder del alma, que podía penetrar a través de todas las barreras físicas.
La señora Jessie Penn-Lewis, a quien citamos atrás, cierta vez escribió lo siguiente:
“Cierta vez encontré, en el norte de la India, un hombre que tenía acceso a los más altos círculos de la sociedad en Simla, la residencia de verano del gobierno de la India, el cual me contó cierta noche, de su conexión con los Mahatmas de la India y en otros países de Asia. Él dijo que conocía los grandes eventos políticos semanas y meses antes de que ocurrieran. ‘Yo no dependo de las noticias en telegramas y diarios. Ellos registran acontecimientos pasados, pero nosotros los conocemos antes de que ocurran’ dijo él. ¿Cómo puede un hombre en Londres saber lo que acontece en la India y viceversa? Me explicaron que ello era debido a la ‘fuerza del alma’ que es proyectada por el hombre que conozca el secreto de los Mahatmas” (Revista El Vencedor de 1921-23, citado en “Alma y Espíritu” por J. P. Lewis).
Citando el libro “Dinámicas Espirituales” de Wild, Pember regis¬tró que un perito “puede conscientemente ver las mentes de los demás, obrar a través de su fuerza del alma sobre espíritus externos, acelerar el crecimiento de plantas, apagar el fuego, y, como Daniel, subyugar animales salvajes y feroces. Puede también enviar su alma a una distancia, y de allá, no sólo leer los pensamientos de los demás, sino hablar y tocar aquellos objetos distantes; no sólo eso, puede manifes¬tar a sus amigos distantes su cuerpo espiritual en la semejanza exacta del de la carne. El experto puede, además, crear, de la múltiple atmósfera circunstancial, la semejanza de cualquier objeto físico u ordenarles que vengan a su presencia” (Pember, op. cit. pág. 252).
“El poder latente del alma”
Watchman Nee
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