LA APLICACION PRACTICA DE LA CRUZ
La cruz no es una simple doctrina, pues tiene que ser aplicada en la práctica; debe ser una realidad para nosotros. De hecho, es la cruz la que destruye todo lo que pertenece a nuestro yo. Después de recibir golpe tras golpe, cuantas veces sea necesario, somos libres de la arrogancia y nos volvemos sencillos. Esto no se logra sólo recordando que debemos ser humildes y rechazar nuestra arrogancia, pues tal negación no durará más de cinco minutos. La manera de deshacer definitivamente el orgullo es la disciplina de Dios. Por más orgullo que tengamos al principio, después de recibir los golpes de Dios una y otra vez, la arrogancia empieza a disminuir y se torna en humildad. Nuestro hombre exterior no puede ser derrotado por ninguna doctrina, enseñanza o buen propósito; sino solamente por la corrección de Dios y la disciplina del Espíritu Santo. Después de recibir una buena dosis de disciplina, el hombre espontáneamente deja su orgullo. Eliminar el orgullo y derrotarlo no depende de nuestra memoria ni de nuestra decisión, ni de que escuchemos un mensaje sobre la negación ni de que nos esforcemos por seguir una enseñanza. Unicamente por la cruz el hombre exterior llegará a aborrecer su condición y a temerle como al fuego del infierno. Nuestra vida depende de la gracia de Dios, no de traer a la memoria constantemente que debemos actuar de cierta manera. La obra que Dios realiza en nosotros es confiable y permanente. Cuando El la termine, no sólo recibiremos gracia y fortaleza en nuestro hombre interior; sino que el hombre exterior, el cual era un obstáculo que entorpecía Su Palabra, Su propósito y Su presencia, será totalmente quebrantado. Antes de este quebrantamiento, el hombre exterior no estaba en armonía con el hombre interior, pero al ser quebrantado, se postrará con temor y temblor; se rendirá ante el Señor y no volverá a presentar rivalidad con el hombre interior.
Todos los creyentes necesitamos que el Señor nos quebrante. Si damos una mirada retrospectiva a nuestra vida, nos daremos cuenta de que todo lo que el Señor ha realizado en nosotros es muy significativo. Veremos que El ha ido eliminando minuciosamente cada una de nuestras debilidades, quebrantando sin cesar la corteza que nos rodea y derribando nuestra suficiencia, nuestra necedad y nuestro egoísmo.
Espero que todos los hijos de Dios puedan ver el significado y la importancia de la disciplina del Espíritu Santo. Dios quiere que reconozcamos que por mucho tiempo nuestra condición ha sido de pobreza, rebeldía, equivocación, tinieblas, autosuficiencia, orgullo y arrogancia. Pero ahora que sabemos que la mano del Señor está sobre nosotros para quebrantarnos, debemos entregarle nuestra vida incondicionalmente y sin reservas, y orar para que la obra de quebrantamiento siga adelante en nosotros. Hermanos y hermanas, el hombre exterior debe ser quebrantado. No traten de evitar su demolición ni traten de edificar su hombre interior, pues mientras presten la atención debida a la obra del quebrantamiento, espontáneamente la obra de edificación se realizará.
Watchman Nee
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