hgo1939 Moderador
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| Tema: ¿QUÉ ES LA IGLESIA?, Continuacion (e) Lun Sep 05, 2011 10:22 pm | |
| ¿QUÉ ES LA IGLESIA?, Continuacion (e) ¿TAL COMO ERA AL PRINCIPIO? Y, ¿CUÁL ES SU ESTADO ACTUAL? Todos los cristianos eran conocidos, todos eran admitidos públicamente en la Iglesia, tanto los Gentiles así como los judíos. La unidad fue manifiesta. Todos los santos eran miembros de un cuerpo, del cuerpo de Cristo; la unidad del cuerpo era reconocida; y era una verdad fundamental de la Cristiandad. En cada localidad estaba la manifestación de esta unidad de la Iglesia de Dios en la tierra; de modo que una epístola de Pablo dirigida a la Iglesia de Dios en Corinto llegó a una sola asamblea; y el apóstol pudo agregar además a ella "con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro." No obstante, si nosotros hablamos especialmente de aquellos en Corinto, él dice, "Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular." Si un cristiano, miembro del cuerpo de Cristo, iba de Éfeso a Corinto, él habría sido igualmente y necesariamente miembro del cuerpo de Cristo en esta última asamblea. Los cristianos no son miembros de una iglesia, sino de Cristo. El ojo, la oreja, el pie, o cualquier otro miembro que estaba en Corinto, era igualmente un miembro en Éfeso. No encontramos en la palabra la idea de miembros de una iglesia, sino de Cristo. El ministerio, tal como es presentado en la palabra, es igualmente una prueba de esta misma verdad. Los dones, fuente del ministerio, dados por el Espíritu Santo, están en la Iglesia (1a. Corintios 12:8-12,28). Aquellos que los poseyeron eran miembros del cuerpo. Si Apolos era un maestro en Corinto, él también era un maestro en Éfeso. Si él era el ojo, la oreja, o cualquier otro miembro del cuerpo de Cristo en Éfeso, él también lo era en Corinto. Para este asunto no hay nada más claro que 1a. Corintios 12: un cuerpo, muchos miembros; una es la Iglesia, en la que se encontraban los dones que el Espíritu Santo había dado -dones que eran ejercidos en cualquier localidad donde pudiese estar el que los poseía. En Efesios 4 se expone la misma verdad. Cuando Cristo ascendió a lo alto, Él "dio dones a los hombres... Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor." Esta unidad y la libre actividad de los miembros se encuentran realizadas en el tiempo de los apóstoles. Cada don se reconocía plenamente como eficaz en llevar a cabo la obra del Señor, y se ejerció libremente. Los apóstoles trabajaron como apóstoles, e igualmente aquellos que habían sido esparcidos en ocasión de la primera persecución, trabajaron en la obra según la medida de sus dones. Es así como enseñaron los apóstoles (1 Pedro 4:10,11; 1a. Corintios 14:26-29). Y así lo hicieron los Cristianos. El diablo buscó destruir esta unidad; pero él no pudo tener éxito mientras los apóstoles vivieron. Él empleó al Judaísmo para esta obra; pero el Espíritu Santo preservó la unidad, tal como leemos en Hechos 15. Él buscó crear sectas en ella por medio de la filosofía (1a. Corintios 2), y de ambos juntos (Colosenses 2). Pero todos estos esfuerzos fueron vanos. El Espíritu Santo actuó en medio de la Iglesia, y la sabiduría dada a los apóstoles para mantener la unidad y la verdad de la Iglesia contra el poder del enemigo. Mientras más uno lee los Hechos de los Apóstoles, mientras más uno lee las Epístolas, más ve uno esta unidad y esta verdad. La unión de estas dos cosas puede tener efecto solamente por medio de la acción del Espíritu Santo. La libertad individual no es unión; y la unión de los hombres no deja a los individuos en plena libertad. Pero el Espíritu Santo, cuando Él gobierna, necesariamente une a los hermanos y actúa en cada uno según el propósito que Él se ha propuesto al unirlos, es decir, según Su propio propósito. La presencia del Espíritu Santo reúne de esta forma a todos los santos en un cuerpo, y obra en cada uno según Su voluntad, guiándolos en el servicio del Señor para la gloria de Dios y la edificación del cuerpo. Continua…
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