El grito de venganza
Después de que esa viuda ha sufrido mucho, viene al juez pidiendo justicia. Esto es algo que debemos aprender a hacer. Nosotros no acudimos a jueces de la tierra implorándoles que intervengan a nuestro favor. No, pedimos a nuestro juez que no es otro que nuestro Padre Dios en el cielo. Las armas de nuestra milicia no son carnales (2 Corintios 10:4).
Por lo tanto, no emplearemos ningún medio terreno o carnal contra los instrumentos de carne y sangre utilizados por Satanás. Muy al contrario, en vez de mostrar impaciencia, ira o siquiera hostilidad contra ellos, debemos compadecernos de ellos porque no son más que instrumentos de Satanás. Veamos que en el combate espiritual, las armas de la carne son completamente inútiles. No solamente inútiles, sino que con toda certeza, el que las usa, será vencido por Satanás.
Las armas espirituales son de muchas clases como lo podemos ver en Efesios 6. La más eficaz de estas armas es la oración, mencionada en el versículo 18. En realidad, nosotros no tenemos fortaleza y somos incapaces de vengarnos de nuestro adversario. Con todo, sí podemos orar a nuestro Dios pidiéndole que nos vengue. La oración es la mejor arma ofensiva contra nuestro enemigo. Con ella podemos preservar intacta nuestra línea de defensa. Por medio de la oración también podemos atacar a nuestro enemigo e infligirle grandes pérdidas en sus planes, en su obra y en su poder. Esa viuda se daba cuenta de que si por sí sola luchaba contra su adversario, no podría vencer, porque siendo ella una débil viuda, no podía resistir a un poderoso pícaro como era él. De la misma forma, si los hijos de Dios luchan independientemente, sin confiar por medio de la oración en el poder y en el apoyo de Dios para acusar al enemigo y pedir a Dios venganza, serán también heridos por fieros dardos.
En esta parábola el Señor Jesús nos enseña la mejor manera de vencer al enemigo, que es orar a Dios día y noche, pidiéndole que, juzgando al enemigo, nos vengue de él.
W. Nee