TOCAR SIN PRESIONAR
Amo la historia acerca de Jesús cuando iba andando por un camino. Mucha gente se juntó a Su alrededor, esperando ver la resurrección de una persona muerta. Había tantas personas que la gente se apretujaban unos con otros. Una mujer, que sufría por años de un flujo, pensó que Jesús seguramente podría sanarla ya que El había hecho toda clase de milagros. Ella no se acercó al Señor directamente. Todo lo que hizo fue tocar el borde de Su manto, y la enfermedad fue sanada inmediatamente (Mr. 5:25-29).
Jesús sintió algo, se dio la vuelta, y preguntó: “¿Quién ha tocado Mis vestidos?”. ¿Cómo respondieron los discípulos? Dijeron: “Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?” (v. 31). El debía haber preguntado: “¿Quién Me presionó?”, en vez de: “¿Quién me tocó?”. Si yo fuera Jesús, hubiera dicho en forma caballerosa: “Discúlpeme”. Pero Jesús no necesitaba decir eso. Cuando El dijo que era un toque, quiso decir que era un toque y no una presión contra El. Los discípulos sólo sabían que muchos se amontonaron alrededor de El. Pero El sabía que alguien le “tocó”. El sabía lo que estaba haciendo. No había necesidad de disculparse. No conoce el pecado porque El no tiene pecado.
PASO POR EN MEDIO DE ELLOS
Déjenme mencionar otra historia acerca de Jesús. Un día fue a la sinagoga en Su pueblo. Alguien le dio la Escritura, y empezó a leer de un pasaje acerca de El mismo. Sin embargo, las personas allí le despreciaron. El comentó que un profeta siempre es despreciado en Su lugar de origen. Por esa razón, Dios no los escogió sino que prefirió ir a otros. Después que oyeron eso, ellos se indignaron. Lo llevaron hacia afuera y trataron de arrojarlo por un acantilado. Me gusta mucho lo que Jesús hizo entonces. Pasó por en medio de ellos (Lc. 4:16-30). Si alguien trata de empujarnos por un acantilado, lucharíamos por escapar. Pero El no era una persona común y corriente. El simplemente pasó por en medio de los perseguidores. ¡No pudieron hacer nada más que dejarlo pasar! El no tiene pecado.
En otra ocasión, vemos al mismo Jesús predicando a un principal de los judíos a media noche en una casa (Jn. 3:2), y escogió conversar con una mujer junto a un pozo a medio día (4:5-7). Todo lo que hizo fue muy adecuado. Nadie puede decir nada contra El. No podemos encontrar ninguna falta en El.
NUNCA HIZO LO MALO
En otra ocasión algunos opositores llegaron para tentarle. Le preguntaron si era lícito o no pagarle tributo a César. La nación judía, como sabemos, ya no existía, y el césar de Roma era su rey. Si Jesús hubiera dicho que “no” a la pregunta, se habría envuelto en un asunto político, y los opositores habrían tenido excusa para condenarle. Si decía que “sí”, todos los judíos lo hubieran considerado del lado de los romanos y le hubieran odiado. El resultado, por supuesto, habría favorecido a los opositores. Esa era una pregunta que no se podía contestar con un “sí” o un “no”.
¿Cómo contestó Jesús? El dijo: “Mostradme la moneda del tributo” (Mt. 22:19). El era sabio. Aun hizo que los que se le oponían sacaran la moneda de sus propios bolsillos. Luego les preguntó: “¿De quién es esta imagen, y la inscripción?” (v. 20). Ellos tuvieron que admitir que era la de César. Jesús dio una respuesta excelente: “Devolved, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (v. 21). Con eso deshizo todo el caso. Allí es donde yace Su majestad. El nunca cometió un error. A El no se le puede adjudicar ningún caso.
CALMA Y MAJESTAD
No puedo enumerar todos Sus hechos. Todo lo que hizo lleva tal marca de nobleza que en lo absoluto no hay falla en Su comportamiento. Mencionaré brevemente la traición como un ejemplo final. Era muy tarde en la noche, y unos hombres armados con antorchas, lanzas y espadas llegaron para arrestar a este Jesús que tenía las manos vacías. Les preguntó: “¿A quién buscáis?”. Ellos dijeron: “A Jesús nazareno” (Jn. 18:7). El contestó: “Os he dicho que Yo soy” (v.
. A esa misma palabra, la pandilla de mercenarios cuyas mentes estaban decididas a capturarlo cayeron a la tierra. Si el mismo Jesús no se les hubiera entregado voluntariamente, nunca habrían podido capturarlo. ¡Tal calma y majestad puede haberse visto solamente en El!
En cuanto al traidor, Jesús sabía desde el primer día su intención. No obstante El le permitió que le siguiera y aún le permitió guardar el dinero. Todo el tiempo Jesús sabía que el dinero estaba siendo robado por él. ¿Quién puede demostrar tal perseverancia y rectitud? Aquí está un hombre que es absolutamente diferente de todos los demás. En cada aspecto, se ha probado que El es el Hijo de Dios.
EJECUTO HECHOS IMPOSIBLES
El cuarto requisito que mencionamos es que el que proclame ser Dios encarnado debe ser capaz de ejecutar lo que una persona común y corriente no puede. ¿Ejecutó Jesús de Nazaret algunos actos sobrenaturales? Nosotros no somos Sus contemporáneos; hace casi dos mil años que El andaba en la tierra. Naturalmente, no podemos ser Sus testigos. Pero una cosa es cierta: los apóstoles que siguieron a Jesús registraron, predicaron y testificaron de las cosas concernientes a El. Los cuatro evangelios fueron completados dentro de los treinta años después de Su partida. La mayoría de los judíos que vivieron entonces vieron a Jesús. Si los registros de los apóstoles fueran falsos, habrían sido repudiados hace mucho. Sin embargo, los judíos sólo negaban que Jesús es el Hijo de Dios. Ellos nunca negaron lo que hizo, porque todo lo que El hizo era cierto.
Hoy, cuando leemos los cuatro evangelios, no tenemos recelo de su autenticidad. Si había un error ligero cuando fueron escritos, habría graves problemas porque muchos de los contemporáneos realmente habían visto y oído a Jesús. No había ninguna oportunidad para fabricaciones. Por lo tanto, estos libros no pueden ser un engaño. Si los judíos no pudieron atacar estos libros, hay aun menos base para ataques ahora.
W. Nee