LEVITICO 4:1-7
¿Por qué la sangre por la ofrenda del pecado, mencionada en Levítico 4:1-7, se llevaba al tabernáculo de reunión y se rociaba siete veces hacia el velo del santuario delante de Dios y, según la ley sobre la limpieza de los leprosos, en Levítico 14:1-7, la sangre era rociada sobre ellos siete veces?
RESPUESTA
En primer lugar, tengamos en cuenta lo siguiente. Según la Biblia, ¿quién es El que exige la sangre? Dios. ¿Por qué la exige? Cuando los hijos de Israel pecaron, ¿por qué no les perdonó y tuvo misericordia de ellos? Si Dios hubiera hecho tal cosa, habría actuado fuera de la justicia. ¿Podía el publicano simplemente pedir misericordia y piedad? No, lo que le dijo a Dios fue: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lc. 18:13). El pecado debe ser juzgado y castigado, y sólo cuando uno se acerque a Dios con la sangre, El puede perdonarle porque sin derramamiento de sangre no hay perdón (He. 9:22). Esta es la justicia de Dios.
Algunos oran así: “Oh, Dios, si quieres perdonarme, por favor hazlo. Si es Tu voluntad el perdonarme, por favor perdóname”, pero el perdón no se relaciona con Su voluntad, pues Dios no otorga el perdón basándose en si quiere hacerlo o no. Aunque Dios es misericordioso y desea ser clemente y perdonarnos, El no puede perdonar sin derramamiento de sangre. Dios sólo puede perdonar cuando la sangre está de por medio porque El es justo.
Al ser rociada la sangre siete veces ante Dios, ella satisface lo que El exige y, por ende, El perdona los pecados del hombre. Cuando hay pecado, debe derramarse sangre, porque éste es el justo requisito de Dios. Supongamos que alguien cometió un asesinato, es llevado a la corte y suplica misericordia. El juez se apiada y le perdona, pero más tarde una segunda persona y una tercera cometen el mismo crimen, y él las absuelve por misericordia. Si les perdona a todos, ocasionaría un caos porque entonces todos los homicidas podrían pedir misericordia y salir en libertad y todos podrían matar impunemente. Si no hubiese castigo por los pecados, reinaría la injusticia.
La ley de Dios determina que todo el que peque debe morir; tiene que haber derramamiento de sangre. El Señor Jesús vertió su sangre preciosa y satisfizo lo que requería la ley de Dios; por lo tanto, somos salvos no sólo por la gracia de Dios sino, mucho más, por Su justicia. La sangre de la ofrenda por el pecado debe ser entregada a Dios, porque sin sangre Dios no puede perdonar aunque lo desee. El no puede perdonar a un pecador si no hay sangre de por medio, debido a Su justicia.
Para poder entender lo que significa la aspersión de la sangre siete veces sobre el leproso, debemos notar que el leproso de Levítico 14:1-7 no quedaba sano después de la aspersión de la sangre, pues ya debía estar sano antes de que le fuese rociada la sangre. ¿Qué quiere decir esto? Puesto que el leproso ya había sido sano, sólo lo era ante los hombres. Para que Dios le considerara limpio debía derramarse la sangre, ya que el requisito de Dios es la sangre. Después de que el leproso fue sano, los hombres le podían aceptar, pero sin la sangre seguía siendo inmundo delante de Dios.
En Mateo 8:1-4 cuando el Señor Jesús sanó al leproso, le ordenó que presentara la ofrenda que Moisés había ordenado (en aquel momento, el Señor no había ido a la cruz; por eso le instó a cumplir el respectivo precepto del Antiguo Testamento). Aunque el Señor le limpió ante los hombres, él todavía no era limpio ante Dios y, por consiguiente, necesitaba el derramamiento de sangre. Esto muestra que no importa cuán honesta o íntegra sea una persona, si no tiene la sangre, sigue siendo inmunda ante Dios.
La sangre satisface los justos requisitos de Dios y es vertida no sólo para purificar nuestra conciencia sino también para cumplir lo que exige la ley de Dios, y sin ella nosotros no podemos ser salvos ya que somos pecadores. No somos salvos porque lo merezcamos sino porque el Señor vertió Su sangre y Dios nos aceptó. Nos atrevemos a acercarnos a Dios por la eficacia de la sangre que el Señor derramó y no por nuestros propios méritos. La sangre satisface a Dios y hace que El reconozca que estamos limpios. W. Nee
!jesus es el Señor!