El Ministerio del Nuevo Pacto

El Ministerio del Nuevo Pacto
Serie: Nuestra Actitud para con las Verdades

SEMANA 1 LUNES
Lectura Bíblica:
2 Co 1:3-7

Leer con oración:
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2 Co. 4:17 – 18)

CONSOLADOS POR DIOS PARA CONSOLAR A OTROS
El tema de esta serie del Alimento Diario es Nuestra actitud para con las verdades, y aborda la manera como los hijos de Dios aplican lo que reciben de la palabra y cómo influye eso en su vivir. Esto es sumamente importante para el cumplimiento del propósito eterno de Dios.
Al inicio de su Segunda Epístola a los Corintios, Pablo relata las tribulaciones que experimentó, que marcaron su ministerio. El modo como Pablo lidió con las pruebas contribuyo para su crecimiento y madurez, perfeccionándolo para ser un ministro del nuevo pacto.
El apóstol dijo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Co 1:3-4). Al pasar por tribulaciones y angustias, recibimos el cuidado amoroso de Dios y somos consolados. Esas experiencias nos llevan a conocer al Señor más intensamente, capacitándonos para consolar a otras personas que también están pasando por tribulaciones. De esa forma, nos convertimos en un canal en el cual el consuelo del Señor alcanza a otros, supliéndolos con Su vida.
Incluso cuando pasamos por tribulaciones, necesitamos darnos cuenta que esto también es parte de la misericordia de Dios por nosotros. Este proceso es necesario en nuestras vidas, porque de esta manera la dureza de nuestro corazón puede ser quebrantada. Nuestra dureza proviene de nuestro ego, de la vida del alma, que siempre busca independizarse de Dios. Una vez que somos quebrantados por las tribulaciones del diario vivir, Dios puede trabajar Su vida en nosotros, y esas experiencias producen un eterno peso de gloria (4:17).
Dios creó el alma del hombre con tres partes: mente, voluntad y emoción. El pensamiento, la elección y el amor del hombre deberían estar dirigidos hacia el Señor, vinculados a Su propósito. No obstante, con la caída del hombre en el huerto de Edén, el pecado entró en la humanidad y el alma fue dañada. A partir de ese entonces, el hombre comenzó a usar esas facultades, exclusivamente para su propio provecho, rechazando a Dios como su fuente y apegándose a lo que piensa, a lo que quiere y a los que le gusta.
Sin embargo, Dios no desistió de la humanidad, y mediante la obra redentora de Cristo en la cruz, fuimos rescatados para Él e incluidos en Su plan eterno. Por medio de Su Espíritu, el Señor trabaja en aquellos que Lo reciben. Las pruebas por las cuales pasamos son instrumentos útiles para que el Señor trabaje Su naturaleza divina en nosotros. ¡Alabado sea el Señor! Mañana veremos más sobre el objetivo de Dios al permitir que transitemos por esas experiencias.
Punto clave: Dios desea que seamos un canal que transmite Su consuelo y suple vida a las personas.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿De qué manera las tribulaciones producen en nosotros un eterno peso de gloria?














El Ministerio del Nuevo Pacto
Serie: Nuestra Actitud para con las Verdades

SEMANA 1 MARTES
Lectura bíblica:
Mr 8:34-35; Ro 6:6-8; 7:18; Col 3:5

Leer con oración:
“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado” (Ro 6:5-7).

EL CAMINO PARA SER EXITOSO EN LA VIDA ESPIRITUAL
Ayer vivos que el Señor conoce nuestra verdadera condición y por eso permite que pasemos por pruebas, pues por medio de ellas somos quebrantados y reconocemos nuestra fragilidad y total dependencia de Él. Cuando eso sucede, podemos decir como el apóstol Pablo: “Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos” (2 Co 1:6).
Es importante discernir cómo nos hemos comportado en medio de las tribulaciones: si somos testarudos o perseverantes. Si pasamos por pruebas por causa de nuestras opiniones, gustos y deseos, es porque somos testarudos; pero, si pasamos por ellas por causa de la voluntad de Dios eso demuestra que somos perseverantes. Si nos dejamos iluminar por el Señor, veremos que hemos sido más testarudos que perseverantes.
Por eso el versículo 9 nos dice: “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que nos confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. El camino para ser exitosos en la vida espiritual es depositar toda nuestra confianza únicamente en el Señor.
Entre tanto, para tener esa realidad, necesitamos percibir que en nosotros mismos no tenemos la solución (Ro 7:18). ¡No hay caso con nosotros! Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo (6:6-. Ahora nos resta hacer morir nuestra naturaleza terrenal (Col 3:5). De ese modo, al identificarnos con su muerte, podemos experimentar el poder de la resurrección en nuestro vivir. Quien conoce al Señor y el poder de su resurrección no debe temer a la muerte. ¡Aleluya!
El problema está en la confianza que depositamos en nuestra capacidad de solucionar las situaciones que enfrentamos en el día a día, que nos llevan, en muchos momentos, a actuar de manera independiente del Señor. No nos damos cuenta que nuestra vida del alma está totalmente contaminada por el pecado y no tiene parte con Dios. Por eso ella necesita ser crucificada y muerta, pero esa elección Dios deja que cada uno de nosotros la haga, en el caso de que queramos seguirlo: “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará” (Mr 8:34-35).
Aunque queremos seguir al Señor nos cuesta mucho despojarnos de nuestra vida del alma. Por no depender de Él en oración y súplica, somos guiados por la obstinación de nuestros propios pensamientos; así, generalmente, somos confundidos y enredados por nuestras razones, que parecen ser buena, e insistimos en pensar que somos capaces de hace algo. Lamentablemente, muchas veces nuestra experiencia es afectada por nuestra obstinación.
A pesar de eso, por amor a nosotros, el Señor nos permite pasar por situaciones que exponen y revelan nuestra insuficiencia. Entonces, al final, aprendemos a no confiar en nosotros mismos, sino en el Dios que resucita a los muertos.
Punto clave: Conocer al Señor y el poder de Su resurrección.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el objetivo de Dios al hacer que pasemos por tribulaciones?
¡Jesús es el Señor!