El Ministerio de la Noche
Si Dios lo ha distinguido a usted para que sea especial objeto de Su gracia, usted puede esperar de El que lo honré con una más estricta disciplina y más grandes sufrimientos que otros menos favorecidos son llamados a soportar.
Y aquí me anticipo a la objeción de alguno, que Dios no tiene "favoritos" entre Sus hijos. Pero tanto la Santa Biblia como la historia de la iglesia afirman precisamente lo contrario. Las estrellas defieren en gloria las unas de las otras, y así también los santos en el cielo y en la tierra. Sin cuestión ninguna, estas diferencias existen. Pero si estas diferencias se deben a la voluntad de Dios, o a los diferentes grados de receptividad y obediencia de Sus hijos, es algo que no estoy preparado para responder todavía, aunque me inclino fuertemente por este último punto de vista.
Si Dios está dispuesto a hacer de usted un cristiano diferente, hay que pensar que El no será tan suave y gentil como lo pintan los predicadores populares. Un escultor no usa una pincita de manicura para esculpir el mármol y sacar de él una forma de imperecedera belleza. La sierra, el martillo y el cincel son instrumentos crueles, pero sin ellos la ruda piedra quedaría para siempre sin forma ni belleza.
Para hacer Su suprema obra de gracia en usted El debe comenzar por quitar de su corazón todo lo que usted ama más. Todo aquello en que usted confía tiene que salir. Montones de cenizas quedarán allí donde antes estuvieron sus tesoros más preciados.
Con esto no quiere enseñar el poder santificador de la pobreza. Si la pobreza hiciera santos, entonces cada vagabundo que anda por las calles seria un santo. Pero Dios conoce el secreto de quitar del corazón las cosas, al mismo tiempo que las deja con nosotros. Lo que El hace es restringirnos del uso y disfrute de esas cosas. Nos permite conservarlas en nuestra vida, pero nos hace psicológicamente incapaces de permitir que nuestro corazón se vuelva a ellas. Así ellas pueden ser útiles sin ser dañinas.
Dios cumplirá todo esto a expensas de los placeres comunes que anteriormente hicieron nuestra vida cómoda y placentera. Ahora, bajo el cuidado del Espíritu Santo, vuestra vida puede volverse seca e insípida, y en algún grado una carga para usted.
Mientras esté en este estado usted existirá por una clase de ciega voluntad de vivir; no encontrará nada de las dulzuras internas que disfrutó antes. La sonrisa de Dios se quitará por algún tiempo, o a lo menos, se ocultará de sus ojos. Entonces usted sabrá lo que es la fe; aprenderá con dificultad, pero de la única manera posible para usted, que la verdadera fe está en la voluntad, que el gozo inefable del cual habla el apóstol no es fe, sino un fruto de la fe que madura lentamente; y se dará cuenta que el presente gozo espiritual puede ir y venir a su capricho, sin que eso altere para nada su estado espiritual o que afecte su posición como verdadero hijo del Padre Celestial. Y usted aprenderá también, probablemente para su propio asombro, que es posible vivir en buena conciencia para con Dios y los hombres y todavía no sentir nada de "la paz y el gozo" que oye mencionar tanto a otros cristianos inmaduros.
Cuánto habrá de permanecer usted en esta noche del alma dependerá de un sinnúmero de factores, algunos de los cuales usted podrá identificar más tarde, entre tanto que otros quedarán para siempre ocultos en Dios. Las palabras "El día es tuyo; la noche también es tuya", será interpretada para usted por el mejor de los maestros, el Espíritu Santo; y usted conocerá, por experiencia personal, cuan bendecida cosa es el ministerio de la noche.
Pero hay un límite a la capacidad del hombre de vivir sin gozo. Aun Cristo pudo soportar la cruz por el gozo que Le había sido propuesto para más adelante. Aun el más fuerte acero se rompe si es sometido por excesivo tiempo a fuerte presión. Dios sabe perfectamente cuanta presión puede soportar cada uno. El sabe por cuanto tiempo podremos soportar la noche, por eso le concede al alma descanso, primero por un destello de la estrella de la mañana, y luego por los albores del comienzo del día.
Lentamente usted habrá de descubrir en sus sufrimientos el amor de Dios. Su corazón comenzará a aprobar todo el proceso sufrido. Aprenderá usted por si mismo lo que todas las escuelas del mundo no podrían enseñarle—la acción sanadora de la fe que obra sin el apoyo del placer. Usted sentirá y comprenderá el ministerio de la noche; su poder para purificar, separar, humillar, destruir el temor de la muerte, y lo que es más importante para usted en ese momento, el temor a la vida. Y comprenderá usted que a veces el dolor puede hacer lo que el gozo no puede, tal como exponer la vanidad de las fruslerías de la tierra y llenar su corazón con el anhelo por la paz del cielo.
Lo que he escrito aquí no es nada original. Esto ha sido descubierto por cada generación de cristianos, y es casi un cliché de la vida más profunda. Pero es necesario decirlo, y con mucho énfasis, a la actual generación de cristianos, porque él tipo de cristianismo que está ahora en boga, no incluye nada tan profundo ni tan dificultoso como esto. La búsqueda del moderno cristiano tiende a ser por paz del espíritu y gozo de la vida, con una buena medida de prosperidad material como prueba del favor divino.
Algunos comprenderán esto, sin embargo, aunque el número sea relativamente pequeño, y ellos han de constituir el corazón de los santos practicantes que tanto necesita la iglesia de hoy en día, si es que el Cristianismo va a sobrevivir hasta la próxima generación.
A.W. Tozer
¡Jesus es el Señor!