¿Que le ha sucedido a la adoración?
MUCHO DE LO QUE ES LLAMADO ADORACIÓN NO LO ES
CAPITULO 3
Le dijo la mujer: Señor, estoy viendo que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que está llegando la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ahora es. Cuando los ver¬daderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca tales adoradores que le adoren. Dios es Espíritu, y los que le adoran, es necesa¬rio que le adoren en espíritu y en verdad. Juan 4:19-24
TODO EL SENTIDO y sustancia de la Biblia nos enseña que Dios no necesita nada; sin embargo, desea la adoración y la contemplación de sus hijos creados. Esta conclusión es más que una cuestión de textos de prueba. Nuestro mismo Señor lo dijo con llaneza y con certidumbre cuando estaba aquí sobre esta tierra: «Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él servirás» (Lucas 4:
.
No hay una sola tribu en todo el mundo que no tenga alguna clase de religión y alguna forma de adoración. Los hombres y las mujeres tienen un instinto que los lleva a adorar.
Una vez escribí un editorial en el que observaba mi sentimiento de que cuando alguien cae de rodillas y extiende las manos y dice: "Padre nuestro que estás en los cielos», está haciendo lo que le parece natural.
Un anciano caballero, al leer el editorial, envió una enérgica protesta contra el mismo. Escribió que -sólo un editor totalmente liberal» diría que la adoración es algo natural en la humanidad.
El hecho es que Dios nos hizo para que le adoráramos, y si no hubiéramos caído con Adán y Eva, la adoración hubiera sido la cosa más natural para nosotros.
Pecar no era lo natural para Adán y Eva, pero deso¬bedecieron y cayeron, perdiendo su privilegio de perfecta comunión con Dios, el Creador. El pecado es lo inna¬tural: Dios nunca tuvo el propósito de que estuviera en nuestra naturaleza.
El breve sumario de esta importante cuestión es que Dios sigue deseando la adoración, pero tenemos que aprender que no podemos hacerlo a nuestra manera, adorando a Dios como nosotros queramos.
¿Le has prestado atención alguna vez a las palabras de nuestro Señor Jesucristo cuando se refirió a cierto grupo de personas religiosas en Su propio tiempo con el comentario de: «Adoráis lo que no sabéis»?
Me atreveré a decir que Jesús estaba en realidad enfatizando una verdad muy clara acerca de la adora¬ción. Es totalmente posible que los humanos hayan reconocido formas de adoración aparte de Cristo y aparte de la salvación que Él ofrece.
Tengo que ir incluso un poco más allá de esta decla¬ración para señalar una verdad similar y paralela. La auténtica experiencia religiosa es totalmente posible aparte de Cristo.
Ahora bien, espero que no me comprendáis mal y que en vuestras mentes me acuséis de hereje.
Si, he dicho que puede haber adoración aparte de Cristo, y he dicho que puede darse una auténtica expe¬riencia religiosa aparte de Cristo.
Pero no he dicho -y no creo- que tales experiencias religiosas o formas de adoración sean aceptables delante de Dios. Hay ciertas clases de adoración que Dios no aceptará aunque se dirijan a Él y quieran serle dadas a Él.
Se registra que cuando Jesús estaba enseñando aquí en la tierra, le dijo a Sus oyentes que llegaría el día en que unas personas le dirían: «¿No hicimos milagros en tu nombre? ¿No hablamos de ti en las esquinas?»
¿Recuerdas la dureza y actitud de Su respuesta? «¡Jamás os conocí! ¡Apartaos de Mí!» (Mt 7:22-23).
Los hombres y las mujeres de este mundo no deberían jamás engañarse acerca de la realidad de la verdadera adoración, que debe ser siempre en espíritu y en verdad.
Es evidentemente posible tener una experiencia religiosa y formas de adoración que no son en absoluto aceptables para Dios. "
El apóstol Pablo escribió algo muy agrio y definiti¬vo a la antigua iglesia cristiana en Corinto. Pablo sabía de una manera concreta que tanto hombres como mu¬jeres podían dedicarse a una experiencia de adoración y, con todo, no adorar conforme a la voluntad de Dios.
Por ello, su adoración no seria en absoluto aceptada por Dios.
Oigamos lo que dice Pablo: «Lo que los gentiles sacri¬fican, lo sacrifican a los demonios, y no a Dios: y no quiero que vosotros tengáis comunión con los demonios (1 Corintios 10:20).
Pablo estaba ciertamente enseñando que toda forma de idolatría es aborrecible para Dios. Es aborrecida por la misma razón de que es real. Las formas de idolatría pueden volverse muy reales para los que se dedican a ellas, pero esto no las hace aceptables para el Dios viviente.
Ésta es una de las razones por las que Jesús dijo de un cierto grupo: «Adoran lo que no saben.» (Jn 4:22). Es posible tener algunos de los elementos de adoración quizá ad¬miración, humillación, rendición, adhesión- y no estar en absoluto entre los redimido para salvacion.
Creo que vale la pena observar que Thomas Carlyle, en su Héroes and Hero Worship, nos advierte que no cometamos el error de pensar que las grandes religiones paganas del mundo son todas irreales. Carlyle declaró que, en base a su investigación, estas grandes formas de religión no son en absoluto irreales. Son reales, y el terror de ellas es que son reales.
Hace años, en México, fui atraído por una vieja, vieja iglesia. Entré quitándome el sombrero, y descubrí que la iglesia no tenía suelo excepto la tierra misma.
Me detuve para mirar las estatuas y tallas alrededor, y luego me di cuenta de que una anciana mexicana había entrado en el edificio. Llevaba una pequeña cesta de la compra.
No me prestó atención alguna, sino que se dirigió derecha al área del altar. Tuve el presentimiento de que estaba tan familiarizada con aquel pasillo que habría podido andar por él con los ojos cerrados.
Se dirigió directamente para arrodillarse delante de una estatua de la virgen María. Contempló los rasgos faciales de aquella inanimada estatua con profunda devoción, con profundo anhelo. Pensé: «¡Ésta es la clase de anhelo espiritual y de deseo que querría ver dirigido al Señor mismo!»
No tenía dudas en mi mente de que estaba teniendo una experiencia de adoración. Creo que era muy real para ella. No estaba pretendiendo algo falsamente. Que¬ría adorar, pero su adoración estaba siendo derramada sobre una estatua carente de vida que era sólo la obra de las manos de una persona pecaminosa.
Hay muchas clases de adoración que Dios no puede aceptar. La adoración de Caín en el Antiguo Testamento no fue aceptada porque él no reconoció la necesidad de una expiación por el pecado en la relación entre Dios y el hombre caído.
Caín esperaba complacer a Dios con su adoración, pero no trajo un sacrificio cruento. Acudió en lugar de ello con una ofrenda «del fruto de la tierra», probable¬mente .unas hermosas flores y un cesto de fruta.
Cuando Dios miró con desagrado la ofrenda, la acti¬tud y respuesta de Caín parecen haber sido: «No sé nada acerca de esta idea de pecado y expiación.» El rechaza¬miento de su ofrenda por parte de Dios y Su aceptación de la de Abel de «los primogénitos de sus ovejas» encoleri¬zaron tanto a Caín que salió y dio muerte a su hermano.
La clase de adoración que Caín ofreció a Dios tiene tres fallos básicos y serios.
Primero tenemos la idea errada de que Dios es una clase diferente de Dios de lo que realmente es. Tiene que ver con la persona y el carácter del Dios soberano y santo. ¿Cómo puede nadie adorar a Dios de una manera aceptable sin saber qué Dios es Él realmente? Desde luego, Caín no conocía el verdadero carácter de Dios. Caín no creía que la cuestión del pecado del hombre era de importancia eterna para Dios.
En segundo lugar tenemos el error de pensar que el hombre sostiene con Dios una relación que en realidad no tiene. Caín pensó con ligereza que era merecedor de ser aceptado por el Señor sin mediación alguna. Rehusó aceptar el juicio de Dios de que el hombre había quedado enajenado de su Dios por el pecado.
En tercer lugar. Caín, en el registro del Antiguo Testamento, y con él desde entonces una cantidad Innu¬merable de hombres y mujeres, han dado por supuesto de una manera errada, que el pecado es mucho menos serio de lo que es en realidad. El registro está claro si los hombres y mujeres tan sólo quisieran contemplarlo. Dios aborrece el pecado porque Él es un Dios santo. Él sabe que el pecado ha llenado el mundo de dolor y tristeza, robándonos de nuestro principal propósito y gozo en la vida, ¡el gozo de adorar a nuestro Dios!
La clase de adoración ofrecida por Caín es inade¬cuada, sin un verdadero significado. Trayéndolo como una cuestión básica para nuestros tiempos bajo el Nuevo Testamento, ¡os aseguro que no pasaría ni una hora a sabiendas en ninguna iglesia que rehúse enseñar la necesidad de la expiación con sangre por el pecado por medio de la cruz y de los méritos de la muerte de nuestro Señor Jesucristo!
Otra clase de adoración inaceptable es la simbolizada por la actitud de los samaritanos en la Biblia. La historia del Antiguo Testamento revela que Jeroboam, el primer rey de Israel después que se desgajó de Judá, convirtiéndose en el Reino del Norte, estableció dos centros de culto. Quería asegurar que su pueblo abandonara el hábito de ir a Jerusalén a adorar. Puso unos becerros de oro para ser adorados en dos lugares convenientes, en Betel y Dan. Continua…
¡Jesús es el Señor!