PODER PARA EL SERVICIO
Si alguien que es experimentado en el Señor está presente en una reunión de avivamiento, puede decir si el predicador está usando el poder del alma o el poder espiritual. Cierta vez un amigo me dijo que cierto predicador era muy poderoso.
Como nunca había conocido tal hombre, le dije que no me atrevía a juzgar. Sin embargo, escribí algunas palabras en una libreta de apuntes y se lo di a mi amigo. Yo escribí: “Lleno de poder, mas ¿cuál poder?” Este amigo no era tan avanzado en el Señor como su esposa, y no entendió lo que yo le había escrito.
Entonces le preguntó a ella, quien después de leer la nota admitió sonriendo: “Este es un verdadero problema. ¿Aquel predicador está lleno de cuál poder? Una vez un hermano entre nosotros observó que si una persona tenía poder o no, podía ser juzgado por la forma en que golpeaba el púlpito. Necesitamos discernir en una reunión si el poder de alguien es psíquico o espiri¬tual.
Podemos juzgar este poder en dos direcciones: la del predicador y la del auditorio. Si un predicador confía en su experiencia pasada (en la cual las personas se arrepintieron por medio de su predicación), y decide entregar un mensaje por segunda vez en la expectativa de alcanzar el mismo resultado, él está, sin duda, obrando con su poder psíquico. O si él procura despertar a las personas contando historias de arrepentimiento, nuevamente estará usando su poder psíquico.
Por otro lado, si la actitud del predicador es semejante a la de Evan Roberts, el vaso de Dios en el Avivamiento en el País de Gales en 1904-5, entonces su poder del alma será rehusado, porque este siervo del Señor pidió a Dios lo quebrantara, para romper el poder de su alma, para domar su ego y bloquear todo lo que viniese de él. Aquel que ministra debe conocer la diferencia entre estas dos fuerzas. Debe ser capaz de discernir lo que es hecho por el poder de su alma y lo que es hecho por el poder de Dios.
La obra del Espíritu Santo es triple: (1) regenerarnos, (2) habitar en nosotros para que podamos producir el fruto del Espíritu, y (3) venir sobre nosotros para que podamos tener poder para testificar. Siempre que la Biblia menciona el poder del Espíritu Santo, invaria¬blemente apunta hacia la obra de testificar. Esto se refiere al Espíritu Santo viniendo sobre nosotros y no a Su operación en nosotros.
Está claro que el poder del Espíritu Santo es para la obra y la habitación es para el fruto. El poder del Espíritu Santo siempre es mencionado en el texto original de la Biblia como viniendo o descendiendo sobre, mientras que el aspecto de producir fruto es siempre mencionado en el Espíritu habitando en nosotros.
¿Por qué el poder capacitador del Espíritu Santo es mencionado como viniendo sobre? Porque la capacitación que el Espíritu Santo da es fuera de usted. Usted no puede tener certeza de la misma. Por eso, si en una reunión las personas preguntaren si usted está confiado de que las personas serán salvas, usted debe confesar que no tiene certeza alguna. Pues tal poder está fuera de usted.
El poder del Espíritu Santo está más allá de su control. Pero si se trata de la fuerza del alma, usted puede tener certeza. Usted sabe que su mensaje puede llevar a las personas a llorar y a arrepentirse. Lo que es llamado poder dinámico, es simplemente el poder del alma.
En una ocasión me sentí sin poder. Aunque otras personas dijesen que me encontraban satisfactorio, me sentía débil. Entonces fui a visitar a una hermana anciana de nombre Margarita E. Barber. Le dije: “Su poder es grande; ¿por qué yo no tengo tal poder?” Nosotros nos conocíamos bien y ella frecuentemente me ayudaba en las cuestiones espirituales.
Ella me oyó seriamente y preguntó: “¿Qué poder quieres tener: lo que puedes sentir o lo que no puedes sentir?” Tan pronto oí tales palabras, entendí. Por eso respondí: “Quiero lo que no puedo sentir”. Entonces ella dijo: “Debes recordar que no existe necesidad que las personas sientan el poder que viene del Espíritu Santo.
La tarea del hombre es obedecer a Dios, pues el poder del Espíritu Santo no es dado para que el hombre lo sienta”. (Observe que sentir en el espíritu es otro asunto). Mi obligación es pedir a Dios atar la fuerza de mi alma, esto es, mi propio poder. Debo obedecer a Dios absolutamente, y el resto lo dejo que Él lo haga.
Si trabajamos con la fuerza del alma, sólo podemos sentirlo como lo hacen los hipnotizadores, los cuales saben qué resultados obtendrán haciendo ciertas cosas. Ellos saben cuál es el primero y el último paso.
El peligro del púlpito está en el hecho de que muchos predica¬dores no saben que están usando su propio poder psíquico. Ellos piensan que tienen poder, pero sólo están empleando el poder psicológico para ganar las personas.
Algunos han sugerido que los predicadores se volvieron expertos en el uso de la psicología en la manipulación de las personas. Pero yo repudio fuertemente tal manipulación, pues, aunque sepamos cómo atraer a las personas por los medios psíquicos, debemos a propósito evitar el uso de cualquier fuerza psíquica.
Una vez yo estaba trabajando en Shantung. Un profesor dijo a su colega: “estos predicadores trabajan con las emociones”. Aconteció que cuando prediqué para los creyentes en aquella tarde, les dije cuán indigna de confianza e inútil era la emoción.
El profesor que oyó de su colega que los predicadores usan la emoción, estaba presente en aquella reunión. Después de oír mi palabra, él dijo que era una pena que el otro profesor que le había hablado, no estuviese presente.
Recordemos que todas las obras que son hechas por medio de la emoción son cuestionables y pasajeras. En la obra hecha por medio del poder del Espíritu Santo, el hombre no necesita emplear su propia fuerza ni hacer nada por sí mismo.
Si es una obra hecha por la fuerza del alma, es necesario que se emplee mucha energía e innumerables métodos tales como lloro, grito, brinco, cántico incesante de coritos o la narración de muchas historias conmovedoras (no quiere decir que los himnos e historias no deban ser usados, sólo que todo debe ser hecho dentro de los límites adecuados). Pues el empleo de tales métodos tienen un solo propósito: despertar o intentar despertar a los oyentes.
Sabemos que algunos individuos tienen una atracción magnética en ellos. Asimismo, no siendo más hermosos o elocuentes que los otros, pueden atraer personas a sí mismos. He escuchado frecuente¬mente de las personas: “Usted tiene gran influencia sobre fulano, ¿por qué usted no da un empujoncito en él?”
A lo que respondo: “Esto es inútil”. Pues esto sería simplemente natural; no es nada espiritual. Muchos confunden el cristianismo como si fuese una especie de fenómeno psíquico y como si perteneciese al campo de la psicología.
Realmente no podemos culparlos, porque nosotros los creyentes cometemos el error primero. A menos que el poder de Dios atraiga a sus padres o hijos, su atracción natural -por grande que sea- no tiene valor alguno. Siendo que usted pudiese atraerlos con su fuerza dinámica, ¿qué adelantaría si nada fuese realmente conquistado?
“El poder latente del alma”
Watchman Nee
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden – Jesus är Herre
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