Duración de la oración
¿Por cuánto tiempo debemos hacer esa oración? Sabemos que hay muchas oraciones que basta que se hagan una sola vez. Pero la oración que ataca a Satanás nunca podrá hacerse demasiadas veces. El propósito de esta parábola que nuestro Señor nos ha dado es "la necesidad de orar siempre" (Lucas 18:1). Este juez vindica a la viuda, no por hacer justicia ni por ninguna otra razón, sino porque no puede soportar que ella lo visite constantemente.
¿No se dice el juez a sí mismo: "Le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia"? En consecuencia, esta clase de oración debe hacerse sin descanso. Esta oración contra el adversario no es para ser dicha solamente en tiempos de especial necesidad. Ha de ser mantenida como una actitud y exhalada incesantemente en el espíritu durante los días ordinarios cuando todo está en calma. El Señor Jesús, al explicar esta parábola, preguntó: "¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche?" Por lo tanto, esta clase de oración debe hacerse día y noche sin cesar. Debemos acusar a nuestro enemigo ante Dios incesantemente, puesto que en
Apocalipsis 12 se nos dice que Satanás "los acusaba (a los hermanos) delante de nuestro Dios día y noche" (v. 10). Si él nos acusa día y noche, ¿no debemos nosotros acusarlo también día y noche?
Esta es verdadera venganza: como el diablo nos trata, así le trataremos. El clamor de esta viuda continuó hasta que el adversario fue juzgado y castigado, y ella quedó vindicada de su ofensa.
Mientras haya otro día más en el que Satanás sea todavía el usurpador del mundo, y mientras que todavía no sea aprisionado en el abismo sin fondo o arrojado al lago de fuego, no cesaremos de orar contra él. Hasta que Dios nos haya vengado y Satanás haya caído verdaderamente del cielo como un rayo, nuestra oración no cesará. ¡Qué grande es el deseo de Dios de que nosotros mostremos odio profundo hacia el diablo! ¿No hemos sufrido bastante por su culpa? El ha demostrado su enemistad hacia nosotros a cada paso de nuestro camino; él nos ha hecho sufrir terriblemente en el cuerpo y en el espíritu; ¿por qué hemos de soportar su persecución sin palabras y sin oración? ¿Por qué no nos hemos levantado para acusarlo delante de Dios con palabras de oración? Debemos buscar vindicación. ¿Por qué no nos acercamos a Dios continuamente y acusamos al enemigo, aliviando así la exasperación contenida por tanto tiempo? El Señor Jesús nos llama hoy a que nos opongamos al diablo con la oración.
W. Nee