LA ESENCIA DE NUESTRA FE
¿Cuál es el propósito de las obras de Cristo? El quiere traer al hombre a creer que El es el Hijo de Dios. En el capítulo nueve de Juan, Cristo dio la vista a uno que había nacido ciego. Los fariseos empezaron otra disputa acerca de esto. Ellos llamaron al que había sido sanado y le hicieron toda clase de preguntas. Después de no conseguir nada en sus respuestas, lo echaron fuera. Más tarde el Señor encontró a la persona que había sanado y le hizo una sola pregunta: “¿Crees tú en el Hijo de Dios?” (v. 35). Y él contestó, “¿Quién es, Señor, para que crea en El?” (v. 36). “Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, El es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró” (vs. 37-38). Nada es más claro que esto. Esta es la obra del Señor Jesús. Su obra es solamente traer al hombre al entendimiento de quién es El. El nunca hizo a un lado el hecho de que El es el Hijo de Dios. Esta es la esencia de nuestra fe. Esta declara que Jesús es el Hijo de Dios.
SOLO ESTE UNICO PUNTO
Si leemos todo el Evangelio de Juan, encontraremos que cada pasaje se refiere a este único punto: Jesús es el Cristo. En el capítulo diez de Juan los judíos le rodearon y dijeron: “¿Hasta cuándo tienes en suspenso nuestra alma? Si Tú eres el Cristo, dínoslo claramente” (v. 24). La pregunta aún sigue sobre este punto.
¿Cómo les contesto Jesús? El dijo: “Os lo he dicho, y no creéis ... No creéis, porque no sois de Mis ovejas” (vs. 25-26). Los que no creen que Jesús es el Hijo de Dios, que El es el Dios encarnado como un hombre, no son cristianos. Aquellos que no le reconocen como el Hijo de Dios no tienen la vida de Cristo en ellos; no son Sus ovejas. Sobre este punto descansa toda la base de la fe cristiana.
En el capítulo once de Juan, Jesús dijo de nuevo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá” (v. 25). ¿Puede un mortal común expresar tales palabras?
DIOS DEPENDE DE EL
En el capítulo doce de Juan, Jesús clamó y dijo: “El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Yo he venido al mundo como la luz, para que todo aquel que cree en Mí no permanezca en tinieblas” (vs. 44-46). Puede ver que el que lo envió depende de El. Creer en El es creer en el que lo envió. Verle a El es ver al que lo envió. La luz también depende de El. Estar en la luz es creer en El. Todo depende de El.
Luego en el capítulo catorce de Juan el Señor dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí” (v. 1). El quiere que creamos en El de la misma manera en que creemos en Dios. El sólo insiste en que creamos en El.
El capítulo quince de Juan habla de algunos que odiaban al Señor. El dijo: “El que me aborrece a Mí, también a Mi Padre aborrece” (v. 23). Una vez más El revela que El y el Padre son uno.
NO CREER EN EL ES UN PECADO GRAVE
En el capítulo dieciséis de Juan, el Señor dijo que un día el Espíritu Santo vendría y convencería al mundo de pecado, de justicia y de juicio. ¿Por qué de pecado? La explicación está en el versículo 9: “De pecado, por cuanto no creen en Mí”, porque no creen que El es el Hijo de Dios. Esto es un pecado, un pecado muy grave. Cuando el Espíritu Santo venga, El convencerá a los hombres, y se darán cuenta de qué tan grave es el no creer que Jesús es el Hijo de Dios.
Un pasaje más en el Evangelio de Juan será suficiente. En 17:3 dice: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a quien has enviado, Jesucristo”. Aquí se nos muestra lo que es la vida eterna. La definición que el Señor presenta de la vida eterna es conocer a Dios. Creer en el Dios eterno y creer en Su enviado, Jesucristo, es vida eterna. La vida eterna depende de esta persona.
Espero que ahora todos nos demos cuenta de quién es Jesús de Nazaret. Nuestra fe no tiene doctrinas vacías. Está basada en el hecho de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Recibir a Jesucristo es recibir a Dios.
W Nee.