LOS HECHOS DE DIOS
Cuando el Señor Jesús fue a la cruz, no sólo llevó nuestro pecado, sino que también nos llevó a nosotros y nuestro ser. Nuestro viejo hombre ya fue crucificado. Este es un hecho cumplido. Por lo tanto, el apóstol nos dice: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El”. Esto significa que nuestro viejo hombre fue clavado en la cruz con El una vez y para siempre. Así como la crucifixión de Cristo es un hecho cumplido, igualmente lo es la crucifixión de nuestro viejo hombre (con El). Nadie duda que Cristo fue crucificado. ¿Por qué entonces dudamos que nuestro viejo hombre haya sido crucificado?
Muchos creyentes han escuchado la verdad de la cocrucifixión, que consiste en que fuimos crucificados juntamente con El, pero tal vez por falta de revelación de parte de Dios o por falta de fe, piensan que ellos mismos deben morir y deben hacer todo lo posible por crucificarse. Además, enseñan a los demás a hacer lo mismo. Sin embargo, el resultado es que no tienen la fuerza para ser librados del pecado. A pesar de lo que hagan, sienten que el viejo hombre no está muerto.
Esto es un gran error. La Biblia nunca nos dice que nos crucifiquemos a nosotros mismos. Por el contrario, lo que la Biblia nos enseña es que no depende de nuestra crucifixión, pues cuando Cristo fue a la cruz, también nos llevó allí para ser crucificados juntamente con El. La Biblia no nos muestra que desde este momento debemos empezar a crucificar nuestro viejo hombre, sino que nuestro viejo hombre ya fue crucificado con el Señor Jesús. No hay necesidad de buscar otros pasajes en las Escrituras; basta con leer Romanos 6:6: “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El”. No hay la más mínima sugerencia de que debamos crucificarnos a nosotros mismos, ni hay indicación alguna de que el logro de esta crucifixión se deba aplicar en el futuro. Se afirma, sin ambigüedad, que estamos crucificados con Cristo, y esta crucifixión conjunta es un hecho ya logrado.
He ahí el resultado de la frase más preciosa de toda la Biblia: “en Cristo”. Ya que estamos en Cristo, unidos con El, cuando El fue a la cruz, nosotros fuimos en El; fue crucificado, nosotros también lo fuimos. ¡Cuán maravilloso es estar en Cristo!
Ninguna verdad que entendamos sólo intelectualmente nos capacitará para resistir las tentaciones. La revelación del Espíritu Santo es absolutamente indispensable. El Espíritu de Dios debe darnos una revelación para que podamos saber que estamos en Cristo y unidos a El. Esta revelación hará que veamos claramente que nuestro viejo hombre fue crucificado con El puesto que estamos en El. Esto no es una comprensión mental, sino una revelación del Espíritu Santo. Una vez que una persona recibe la revelación de parte de Dios, esta verdad espontáneamente llega a ser poderosa en él y le da la capacidad de creer. La fe proviene de la revelación, pues sin ella no hay fe. Muchas personas, por no tener revelación, carecen de la fe viva y sólo poseen un entendimiento mental. Hermanos, oremos pidiéndole a Dios que nos dé revelación para que podamos verdaderamente decir que sabemos “que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El”.
¿Por qué razón fue crucificado nuestro viejo hombre? “Para que el cuerpo de pecado sea anulado”. La versión china de la Biblia traduce esta expresión con el sentido de “que el cuerpo pecaminoso sea destruido”, lo cual no es exacto. No es “cuerpo pecaminoso”, sino “cuerpo de pecado”. Y no debe traducirse “destruido”, sino “anulado” o “paralizado” o “desempleado”.
Anteriormente, cuando el pecado estimulaba nuestro viejo hombre, éste respondía y, en consecuencia, el cuerpo llevaba a cabo los pecados. Ahora, pese a que el pecado todavía incita al hombre viejo como solía y a que todavía impone su poder, debido a que el viejo hombre fue crucificado y el nuevo hombre tomó su lugar, el pecado no puede tentar a este hombre. Debido a que es un nuevo hombre, ya no es el viejo hombre que estaba de acuerdo con el pecado y que conducía al cuerpo a pecar. Ya que el viejo hombre fue crucificado, el cuerpo de pecado quedó desempleado y sin nada que hacer. Originalmente el oficio del cuerpo era pecar; ahora no puede pecar más. Por lo tanto, quedó imposibilitado. Alabado sea el Señor, pues esto es lo que El preparó para nosotros.
¿Por qué Dios hizo que nuestro viejo hombre fuera crucificado juntamente con Cristo e hizo que nuestro cuerpo quedara anulado? Su propósito era que ya no fuéramos esclavos del pecado. Como Dios hizo esto, de ahora en adelante no tenemos que obedecer al pecado ni estar bajo su opresión ni estar atados por el poder del pecado. El pecado ya no puede ser nuestro amo. ¡Aleluya! Verdaderamente debemos alabar a Dios por esto.
Tomado de “El Hombre Espiritual” (Tomo 1) W. Nee.
¡Jesus es el Señor!