EL ESPIRITU MEZCLADO CON EL ALMA
No decimos que la experiencia de un creyente anímico sea enteramente del alma, aunque hay un gran número de creyentes en esa categoría. Muchos creyentes anímicos tienen experiencias espirituales. Sin embargo, estas experiencias están mezcladas con las del alma. Ellos, conocen en general lo que es el andar espiritual de la vida, y el Espíritu Santo los hace aptos para llevar una vida espiritual. Sin embargo, debido a muchos obstáculos, a menudo buscan que la vida natural les dé el poder necesario para vivir, y esperan cumplir los santos requerimientos de Dios mediante su propia carne. Todavía siguen sus propios deseos y pensamientos para portarse bien y buscan el placer de sus sentidos y la sabiduría intelectual. Aunque pueden ser espirituales en conocimiento, en realidad son anímicos. El Espíritu Santo reside en su espíritu y les concedió la experiencia de vencer el pecado por medio de la operación de la cruz, pero no pueden evitar algunas veces seguir a su alma y otras a su espíritu. En el caso de algunos, esto se debe a que no han entendido el plan de Dios, pero en el de la mayoría se debe a que no están dispuestos a perder su vida anímica, porque todavía la aman.
En la experiencia, el espíritu y el alma se distinguen fácilmente. La vida espiritual únicamente sigue la dirección de la intuición percibida en el espíritu. Si el creyente se conduce según su espíritu, asumirá una posición subordinada y no decidirá ni iniciará nada, sino que esperará en quietud la voz del Espíritu Santo en su espíritu. Tan pronto como su intuición escucha la voz interior, él se levanta a laborar en obediencia a la dirección de la intuición. En este andar espiritual, el creyente permanece en una actitud sumisa, y nunca inicia nada, pues el único que puede hacer esto es el Espíritu Santo.
Además, dicho creyente no tiene confianza en sí mismo ni usa su poder para hacer la voluntad de Dios. Siempre que debe hacer algo, acude únicamente a Dios, consciente de su propia impotencia, y le pide que le dé una promesa. Basado en la promesa de Dios, procede contando con el poder del Espíritu Santo como suyo propio. En una actitud así, Dios sin duda le concederá poder según Su Palabra.
La vida anímica actúa de modo exactamente opuesto, ya que se centra en el yo. Cuando un creyente es anímico, actúa de acuerdo al yo, lo cual significa que su conducta se origina en el yo, y sus pensamientos, razonamientos y deseos rigen su conducta. No es la voz del Espíritu Santo en su hombre interior lo que regula su conducta y determina sus acciones, sino los pensamientos, los razonamientos y los deseos de su hombre exterior. Aún el sentimiento de gozo sólo le proporciona placer por haber obtenido lo que a él le agrada.
Dijimos explícitamente que el cuerpo es la corteza del alma y que el alma es la cubierta del espíritu. Así como el lugar santo rodea al Lugar Santísimo, así el alma rodea al espíritu. Por consiguiente, es muy fácil que el espíritu sea afectado por el alma. El alma y el espíritu de los creyentes anímicos están estrechamente unidos. Aunque el alma fue librada del dominio del cuerpo y ya no está bajo el control de sus deseos, el espíritu no se ha separado del alma. Del mismo modo que su alma estaba unida al cuerpo (el uno era la vida, y el otro la naturaleza), el espíritu está unido al alma (uno provee poder, mientras que el otro proporciona la idea). De esta manera, el alma afecta al espíritu.
Debido a que el espíritu está rodeado por el alma, como si estuviera sepultado en ella, a menudo es influido por el estímulo de la mente. Una persona regenerada posee una paz inefable en el espíritu, pero debido a que el espíritu y el alma no se han separado, hasta el más ligero estimulo lo turbará y le quitará la tranquilidad de su espíritu. Esto se debe a que el alma tiene muchos deseos y pensamientos individuales. Algunas veces el alma se llena de gozo, lo cual influye en al espíritu y hace que el creyente piense que es la persona más feliz del mundo. Pero cuanto se irrita, piensa que es la persona más miserable del mundo. Un creyente anímico tiene estas experiencias constantemente.
Cuando los creyentes anímicos escuchan la enseñanza sobre la división del espíritu y el alma, quisieran saber dónde se halla su espíritu. Después de buscar con diligencia, no perciben la presencia de su espíritu. Muchos creyentes nunca han tenido una verdadera experiencia en el espíritu y no distinguen su espíritu de su alma. Además, debido a que su espíritu y su alma están todavía íntimamente ligados, consideran las experiencias del alma (tales como el gozo, la visión, el amor, etc.) como experiencias espirituales supremas. Puesto que no tienen ninguna experiencia espiritual, admiten todo esto y no tratan de substituir su alma por el espíritu, lo cual ocasiona pérdidas para ellos mismos.
Antes de que el andar de un creyente sea totalmente espiritual, experimentará la mezcla de su espíritu y su alma, como se describió anteriormente. En cuanto a sus sentimientos, no estará satisfecho con la tranquilidad en su espíritu, sino que buscará algún placer en sus afectos. En cuanto a su conducta, en su vida diaria algunas veces seguirá la dirección de la intuición, pero otras, se guiará por sus propios pensamientos, razonamientos y deseos. Una mezcla así, revela que hay dos fuentes dentro del creyente: una es de Dios, del Espíritu Santo, intuitiva, espiritual y del espíritu humano, la otra es del hombre, del yo, racional, natural y del alma. Antes de que el creyente llegue a la perfección, en algunas ocasiones sigue esto, y en otras, aquello. Si él se examina cuidadosamente bajo la luz de Dios, verá que tiene estas dos vidas dentro de sí. Reconocerá que algunas veces vive por una vida, y otras por otra. Algunas veces se da cuenta que debe vivir por fe con un corazón que confía en el Espíritu Santo, y otras veces vive de acuerdo a sí mismo y a lo que él llama un sentir espiritual. Vive mucho más en el alma que en el espíritu. La medida en la cual un creyente es anímico depende de su comprensión de la vida del espíritu, incluyendo el principio de la cooperación con Dios, y también, hasta dónde tome decisiones y actúe apoyado en la vida del alma. Las actividades de su vida natural en sus diferentes facultades determinan hasta dónde vive por su alma. Algunos pueden vivir totalmente en el mundo de sus sentimientos e ideales; otros viven algunas veces por su alma, y otras por su espíritu. Si el creyente no es enseñado por Dios mismo, ni recibe revelación del Espíritu Santo en su espíritu, no sabrá cuán abominable es la vida del alma, ni cómo disponerse para vivir totalmente en el espíritu.
Tomado de: “El Hombre Espirtual” W. Nee
¡Jesus es el Señor!