DÍA 27
Esperanza
“Tráigame acá al muchacho.” Mateo 17:17
El Señor Jesús prescribió la oración y el ayuno como medios para unirnos a un poder más grande que somos llamados a poseer. Y la iglesia de Dios sería mucho más fuerte para luchar con esta era maligna si acogiera más estos medios. La oración nos une al cielo; el ayuno nos separa de la tierra. La oración nos lleva a la casa de banquetes de Dios; el ayuno nos libera de nuestro afecto por el pan que perece. Cuando los creyentes llegan a los niveles más altos de vigor espiritual, entonces están en capacidad, de echar fuera demonios por el Espíritu Santo que obra en sus vidas y que de otro modo se reirían de ellos con desdén. Pero a pesar de todo, siempre existirán esas dificultades como montañas que requieren la intervención y ayuda directa del Maestro.
Todo el infierno confiesa la majestad de su poder y el esplendor de su deidad.
Permítame suplicarle que recuerde que Jesucristo todavía está vivo. Esta es una verdad muy sencilla pero necesitamos que se nos recuerde constantemente. A menudo estimamos el poder de la iglesia mirando el poder de sus ministros y sus miembros, pero su poder no radica en ellos sino en el Espíritu Santo y en el Salvador que vive para siempre. Jesús está tan vivo y activo hoy como cuando aquel padre angustiado y ansioso le llevó a su hijo. Nosotros no tenemos el poder para realizar milagros ni naturales ni espirituales. Pero Cristo si tiene el poder de obrar cualquier tipo de prodigio, todavía puede está deseoso de efectuar milagros espirituales. Yo me deleito pensando en mi Cristo vivo a quien le puedo llevar cada dificultad que le ocurre a mi alma o la de otras personas.
Recuerde también que Jesús vive en una posición de autoridad. Todo el infierno confiesa la majestad de su poder y el esplendor de su deidad. No existe demonio, por fuerte o poderoso que sea, que no tiemble ante Él. Y Jesús es el Señor de los corazones y de las conciencias. No existe, no puede existir, un caso que sea demasiado difícil para Él. ¿Es Cristo incapaz de salvar, o existen enfermedades tan difíciles que el gran Médico no pueda curar? ¡jamás puede ocurrir! ¿Cristo superado por satanás y el pecado? ¡Imposible! Él rompe los cerrojos y las puertas de hierro y pone los cautivos en libertad.
Mi Señor Jesucristo, Tú eres más grande que cualquier cosa que yo tenga que enfrentar en mi vida. Me arrojo a tus brazos y vivo por tu misericordia. Amén.
¡Jesus es el Señor!