La pérdida de propósito
¿Cuál fue la auténtica tragedia de aquella espantosa ruptura cósmica que afecta a la humanidad por siempre? La verdadera tragedia en el huerto del Edén fue que Adán y Eva perdieron su propósito. Olvidaron quiénes eran. No sabían dónde estaban; no comprendían de dónde venían ni para qué estaban allí.
Olvidaron el propósito de su existencia. Aunque hubieran hecho lo posible para desprenderse de aquella niebla espiritual, hubieran visto que no podían; porque, hicieran lo que hiciesen, no se disipaba. Por consiguiente, tomados de la mano, hicieron su salida al mundo, sin saber adonde iban. La humanidad sigue vagando en este páramo moral y espiritual. Padecieron lo que yo llamo amnesia espiritual. Su laberinto espiritual queda ilustrado, como suele pasar, en el mundo físico.
Un hombre se despierta en un hospital y descubre que ha estado en coma una semana. No sabe cómo llegó allí ni por qué. No sabe dónde está; de hecho, no recuerda ni su nombre. Le dicen que hace una semana se encontró con unos ladrones que le dieron una gran paliza y le robaron todo, incluso su identidad.
Le arrebataron todo lo que podía decirle quién era o por qué estaba en esa ciudad. Los médicos le diagnosticaron amnesia. Es un verdadero problema, porque aquel hombre no tiene un solo recuerdo de lo que le sucedió. Ha perdido toda perspectiva de su vida y ni siquiera sabe su nombre, lo cual le hace vulnerable frente a personas que no conoce.
Esta crisis de identidad es un trastorno grave y, afortunadamente, para muchas personas solo es temporal. Gracias al trabajo presto y a la ayuda paciente del equipo médico, el individuo puede recuperar la memoria. Pero hasta que lo consiga, ha perdido todo propósito en su vida y depende de otros para que le ayuden a definirlo.
Esto es lo mismo que sucede en la esfera espiritual. Como el enemigo de la humanidad los ha golpeado y les ha robado su identidad, los hombres y las mujeres vagan por el mundo sumidos en una niebla moral y espiritual, sin saber quiénes o qué son, o adonde van. Ahí es exactamente donde se encuentra hoy el ser humano.
Padecemos una extraña amnesia espiritual y no logramos recordar quiénes somos o por qué estamos aquí. Buscamos a nuestro alrededor una explicación de nuestra existencia. Lamentablemente, los hombres y las mujeres que padecen este problema buscan respuestas en cualquier persona que les ofrezca una esperanza. Con demasiada frecuencia obtienen respuestas equivocadas de quienes poseen la integridad menos creíble de todas, por no mencionar sus propósitos retorcidos.
Pregúntele a un licenciado universitario joven: —Bob, ¿por qué estás aquí? —Quiero casarme. Me gustaría ganar dinero y también viajar. —Pero escucha, Bob, esas son metas cortas de miras. Una vez las alcances, envejecerás y morirás. ¿Cuál es el propósito importante que gobierna tu vida?
Con una mirada de extrañeza, es posible que Bob responda: —No sé si tengo algún propósito en la vida. Esta es la condición en que se encuentra actualmente el mundo, en cualquier lugar, en toda cultura. Desde las universidades hasta las minas de carbón, las personas no saben por qué están en este mundo. Padecen una amnesia moral y espiritual extraña, y no conocen el propósito de su vida, por qué fueron creados o qué los han enviado a hacer. En consecuencia, sus vidas están llenas de confusión, y buscan explicaciones donde sea; esto demuestra la proliferación de religiones en nuestro mundo. La religión solo aborda el estado externo del hombre, no su confusión interna.
A pesar de esta confusión, intentamos seguir adelante como sea. Viajamos, jugamos al golf, conducimos coches, comemos, dormimos, contemplamos cosas hermosas; pero todos estos son aspectos insatisfactorios de nuestra vida.
El enemigo del alma humana ha saboteado con éxito esta búsqueda de identidad moral y espiritual. Hace todo lo que esté en su mano poderosa para impedir que descubramos quiénes y qué somos. Desafiante, conociendo nuestro propósito, se sitúa ante nosotros y nos reta a cruzar su línea. Ofrece todo lo que queramos para impedir que encontremos la solución correcta. Lamentablemente, tiene muchos seguidores.
¿Dónde podremos encontrar una respuesta a este dilema? ¿Qué autoridad de este mundo puede llevarnos a una comprensión de por qué estamos aquí? Afortunadamente para nosotros, la Biblia es esta autoridad y nos explica por qué estamos aquí. Continua: El propósito recuperado
¡Jesus es el Señor!