La importancia de confesar con nuestra boca
Romanos 10:9 “Que si confiesas con tu boca a Jesús como Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (10) Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación”.
Uno cree para justicia, ante Dios, y confiesa con la boca para salvación, ante los hombres. Si usted ha creído, lo ha hecho ante Dios, nadie lo puede ver. Si usted ha creído sinceramente, ha sido justificado ante Dios, pero si sólo cree en su corazón y no lo confiesa con su boca, nadie podrá saber que usted ha sido salvo, y lo seguirán considerando un incrédulo, sin ver ninguna diferencia entre ellos y usted. Por esta razón, la Biblia hace énfasis en la necesidad de confesar con la boca además de creer con el corazón. Debemos confesar de modo evidente.
El nuevo creyente debe buscar oportunidades para confesar al Señor. A los compañeros de clase y de trabajo, a los amigos, a los familiares y a todos aquellos con quienes tenga contacto, tan pronto se presente la oportunidad, les debe decir: "¡He creído en el Señor Jesús!" Cuanto más pronto abramos nuestra boca, mejor, porque una vez que lo hagamos, los demás reconocerán que hemos creído en el Señor Jesús. De esta manera nos libraremos de la compañía de los incrédulos.
He visto que muchas personas no se deciden a aceptar al Señor, pero una vez que se levantan y proclaman: "¡Creo en el Señor Jesús!", adquieren seguridad. Si habla, habrá dado un paso hacia adelante y adquirirá más seguridad.
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Aguas refrescantes 7 de Enero
¡”Consolad, consolad a mi pueblo! dice vuestro Dios. ¡Hablad al corazón de Jerusalén”..! Isaías 40:1,2 (V.M.).
El capítulo anterior nos relata cómo todo el valor de la predicación y oración de Isaías había sido despilfarrado por la necia vanidad de Ezequiel Al exhibir el rey todos sus tesoros a los embajadores babilónicos, Isaías tuvo que pronunciar las tristes palabras proféticas: "Será llevado, a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará" (39:6).
Un hombre de menor talla que Isaías hubiera abandonado su ministerio en la desesperación. La obra de toda su vida parecía haberse desplomado. Sin embargo, el ministerio del profeta estaba basado en una visión tan clara del Señor de los ejércitos, que pudo continuar con la nueva tarea de convocar al pueblo de Dios y de señalarles el camino de restauración y recuperación. Isaías era un verda¬dero vencedor.
W. Nee
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