Una vida de fe
Hemos mencionado la resurrección de Cristo y mostrado cómo podemos recibir una nueva vida en esta resurrección. Pero hay otra temo crucial que tiene un efecto definido en nuestra vida cristiana. Tenemos que dedicar nuestro presente capítulo al estudio de este tema. Si perdemos esto, perderemos un aspecto vital de nuestra fe. Además, queremos añadir a los mensajes anteriores unos puntos con respecto a la fe. Los combinaremos todos en este mismo capítulo.
EL PROPOSITO DE UNA NUEVA VIDA
Primero, queremos preguntar por qué Dios nos da una nueva vida. Tenemos que ver este tema desde el principio. Los consideraré a todos como cristianos y por lo tanto consideraré el problema desde el punto de vista bíblico. En el Antiguo Testamento están las leyes con todas las ordenanzas. Las leyes no consisten sólo de los Diez Mandamientos; comprenden cientos de ordenanzas y regulaciones. Hay leyes para gobernar la manera de vestir y leyes que les dicen a los hombres cuándo plantar y sembrar. Hay leyes que gobiernan el uso de los bueyes y los asnos. El tejer y el cocinar tienen sus arreglos. Todo está estrictamente regulado. La totalidad de todos estos códigos de comportamiento es la ley. Queremos saber por qué hay la necesidad de todas estas leyes. ¿Por qué Dios arregló este grupo de ordenanzas en el Antiguo Testamento?
¿EXISTE LA LEY PARA GUARDARLA?
Si averigua con cada nación en el mundo porqué instituyeron sus varias leyes, cada uno contestaría que las leyes existen para que las cumplan los ciudadanos. ¿Es ésta también la razón por la cual Dios instituyó Sus leyes? ¿Estableció Dios la prohibición de la adoración a los ídolos porque El quería que no adoráramos ídolos? ¿Nos dio El las leyes porque quería que honráramos a nuestros padres o no codiciáramos, matáramos o robáramos? Si le hacemos esta pregunta a alguien, la respuesta seguramente sería que sí. Ellos dirían que Dios nos dio las leyes, los mandamientos y las ordenanzas para que los guardáramos y viviéramos por ellos, de la misma manera que cada nación demanda a sus ciudadanos a estar sujetos a sus leyes.
Pero los cristianos nunca deberían contestar esta pregunta de esa manera. Deben darme permiso de decir una palabra honesta. Si creen que Dios introdujo estas leyes para que las guardara no sabe nada de la fe cristiana. Es todavía un novicio.
Naturalmente puede preguntar: “¿Si Dios no nos dio las leyes para que las guardáramos, entonces para qué nos las dio?”. ¡Mi respuesta es que las dio para que nosotros las quebrantemos! ¡Todas las ordenanzas escritas en la ley tienen como fin que nosotros las quebrantemos! Esta es la verdad de acuerdo a la Biblia. Los libros de Romanos y Gálatas expresamente nos dicen esto.
LA LEY EXPONE AL HOMBRE
Necesitamos una explicación aquí. ¿Por qué nos dio Dios la ley? El Espíritu de Dios dio la respuesta con las palabras de Pablo: “La ley se introdujo para que el delito abundase” (Ro. 5:20). La ley se introdujo debido a la presencia del pecado. Pablo también nos dijo que la ley expone los pecados del hombre (Ro. 3:20). En otras palabras, el propósito de la ley no es quitar nuestros pecados sino revelarlos. Si la ley tiene como fin quitar los pecados, entonces tenemos que guardarla. Pero la intención de la ley no lo tiene. Su fin consiste en exponernos. “La ley se introdujo” con el propósito de mostrarnos nuestros pecados.
Dios sabe claramente qué clase de personas somos. El conoce muy bien todas nuestras debilidades y corrupción. El sabe que nuestra conducta y comportamiento son tales que aunque nosotros queramos hacer lo bueno, no podemos. Internamente estamos corruptos; exteriormente, somos degradados. La raíz del problema es que nosotros no tenemos solamente un comportamiento maligno, sino una vida maligna.
Aquí está el problema: Dios conoce cuán malignos somos, pero nosotros somos ignorantes de ello. El se da cuenta de nuestra depravación total, pero nosotros no perdemos las esperanzas en nosotros mismos. Pensamos que si estuviéramos un poquito más fuertes o si tuviéramos un poco más de fuerza de voluntad, nosotros podríamos obedecer lo que dice Dios. O podemos pensar que lo que nos falta es un poco más de esfuerzo, doctrinas más elevadas o alguna otra clase de ayuda de parte de Dios. Nosotros pensamos que podemos hacer algo, pero Dios sabe que no podemos hacer nada. Por esta razón Dios le dio al hombre una larga lista de leyes, no para que el hombre las guardara, sino para que las quebrantara. De esta manera el hombre sería expuesto por su maldad y se daría cuenta de que la salvación nunca viene por la ley.
Dios nos conoce muy bien a todos. Pero nosotros no nos conocemos a nosotros mismos. Dios sabe que nosotros somos sólo unos niños, y corriendo en la manera que lo hacemos, vamos a caer. Nosotros aún no nos damos cuenta de ello. Con el tiempo caemos y entonces creemos que somos falibles. No nos conocemos a nosotros mismos.
Por esta razón, la Biblia dice que la ley nos ha encerrado bajo pecado (Gá. 3:22). A través de los siglos, Dios nos ha enseñado una lección, para que sepamos que es imposible guardar la ley. Nunca lo lograremos. Ninguno de los mandamientos están allí para que los guardemos. Todos están allí para que los quebrantemos. El resultado es que nosotros llegaríamos a conocernos. Cuando nos conozcamos diremos: “¡Oh Dios, me retiro! ¡Ahora sé qué quieres hacer conmigo!”.
¿QUE DEBO HACER?
Cuando Cristo estaba en la tierra, un israelita joven vino a El. Este hombre era una persona muy noble y refinada. El preguntó: “¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?” (Lc. 18:18). En ese día, el Señor no le dijo lo que nosotros estamos acostumbrados a oír, que si el creía en El tendría vida eterna. Al contrario, El dijo: “Los mandamientos sabes: „No adulteres; no mates; no hurtes; no digas falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre‟” (v. 20).
Después que el joven oyó esto, el dijo confiadamente: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud” (v. 21). El Señor sabía que él no se conocía a sí mismo. El dijo: “Aún te falta una cosa”. Parecía como si estuviera diciendo: “¡Así que piensas que eres perfecto! Veamos si éste es o no es el caso”. El continuó: “Vende todo lo que tienes, y repártelo a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme” (v. 22). ¿Cómo reaccionó el joven a estas palabras? El comenzó a darse cuenta de que Dios requiere algo que nunca podría cumplir. Este punto adicional fue algo que no podía hacer. Entonces se fue tristemente. El necesitaba conocerse; necesitaba darse cuenta de que él no podía.
CON EL HOMBRE ES IMPOSIBLE
¿Qué dijo Cristo? El dijo: “¡Cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que tienen riquezas! Porque más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios” (vs. 24-25). Aquí está el propósito por el cual Cristo confundió al joven. El quiere que comprendamos que con el hombre estas cosas son imposibles. Yo no estoy diciendo que el Señor demanda que cada uno venda sus posesiones antes que pueda ser salvo. El estaba revelando a los que se creían capaces de su verdadera situación. Dios sólo quería mostrarle al hombre que él es incapaz. La vida del hombre es una vida impotente. No hay posibilidad de que llegue a ser capaz.
Si el hombre confesase su incapacidad y se rindiera ante Dios, todo estaría bien. ¡Oh joven! ¡Oh joven regidor! ¿Por qué te fuiste con tristeza? Está correcto reconocer tu incapacidad. Pero está incorrecto irse tristemente. Lo que podrías haber dicho era:, “Señor, yo no puedo hacer esto. No tengo la manera; sálvame”. Si hubieras dicho esto todo hubiera sido diferente. El Señor no tiene como fin que te vayas sino que veas que no eres capaz.
Cuando el hombre dice: “Yo soy capaz”, Dios no puede obrar en él. Pero siempre que el hombre llega a ser incapaz, Dios llegará a ser capaz. Cuando nosotros hemos agotado nuestras fuerzas, Dios manifiesta Su poder y Su gloria.
Tomado de la “Fe cristiana normal” de Watchman Nee
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Aguas refrescantes 12 de Abril
La unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros... la unción misma os enseña todas las
cosas. 1 Juan 2:27.
La unción del Espíritu es el don de Dios a todo bebé en Cristo. Cuando recibimos a Cristo como cabeza recibimos la unción. La ausencia de ella sería, ni más ni menos, evidencia de que aún no estamos unidos a El.
Juan nos muestra esta unción como algo interior que transmite, aun a los recién nacidos espiritualmente, la enseñanza de las Escrituras referente a "todas las cosas". Aquí radica la sencillez de la vida de los hijos de Dios. No hay necesidad para tanta investigación. Desobediencia a esta unción de inmediato nos dará un mal sentir delante del Señor, mientras qué la obediencia y la mente del Espíritu serán vida y paz en nuestro interior. No se trata de sentimientos o de comparaciones, sino de una consulta a Dios: "¿El 'Espíritu da testimonio de vida? ¿Nos asegura de la aprobación del Padre en el paso que estoy a punto de dar?" Esta, es la única prueba segura.
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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