Árbol de la Vida
Yo soy la Vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de Mí nada podéis hacer. (Juan 15:5)
¿Quien por Él irá?
Cristo pretende alcanzar toda la tierra por medio de la predicación del evangelio del reino (Mateo 24:14). Para eso Él necesita que nos consagremos totalmente y vivamos en Su presencia. El himno “¿Quién por Él ira?” es un aliento para consagrarnos al Señor apuntando al avance del evangelio del reino en toda la tierra. Frances Ridley Havergal, (1836 – 1879), la hermana que compuso ese himno, tuvo una vida consagrada al Señor, toda su existencia, su tiempo, su saber, sus bienes, fueron para servir a su Salvador. Cierta vez, tomó todas sus joyas y ofrendó para el avance del evangelio y después comentó:”Nunca hice algo con tanta alegría”. Adonde iba, oraba con ahínco por la salvación de los que visitaba.
Debemos consagrarnos al Señor para ser fieles soldados en suelo extraño, trayendo a la tierra, a cada ciudad, el reino de los cielos. Hay tantas cosas que intentan distraernos y frustrarnos, pero ¡jamás nos podrán enfriar en el servicio real! Este es el testimonio de Frances Ridley Havergal, quien enfrento muchos sufrimientos y enfermedades graves, pero, teniendo la claridad de que el enemigo no puede derrotar al Señor, se entregó al Amado.
Cuando le preguntaron una vez como hacía para componer tan bellos himnos, ella respondió: “Para mí escribir es orar, pues parece que ni un verso escribo sola, me siento como una niña escribiendo; usted sabe, una niña después de cada frase, se detendría y preguntaría: ¿Y que diré ahora? Es exactamente lo que hago”. Una vida consagrada y dependiente del Señor es necesaria para la expansión del evangelio del reino. Que el Señor también nos constriña con Su amor a fin de que no vivamos más para nosotros mismos, sino para Él. Que entreguemos todo para apresurar Su venida.
La vida de Frances Ridley Havergal personificaba consagración, pues ella percibió el valor del amor de Cristo y la vanidad de la gloria del mundo. Que el Señor nos anime a consagrarnos a Él para el avance del evangelio, mediante la letra de ese himno respaldado por la realidad de la vida de la compositora.
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¡¡¡Jesús es el Señor!!!