TEMOR A AQUEL QUE TIENE POTESTAD
PARA ECHAR EN LA GEHENA
Cristo le dijo a los que le pertenecían, los que querían que su justicia sobrepasara a la de los fariseos y de los escribas (Mt. 5:20), que tenían que deshacerse de sus pecados. Si permiten que el pecado se desarrolle en ellos, aunque no perecerán eternamente, existe la posibilidad de que sean “echados en la Gehena” (v. 29). Esto es lo que el Señor nos muestra en el libro de Mateo.
Ahora veamos lo que otros pasajes de la Biblia dicen acerca de este tema. Lucas 12:1 dice: “Entretanto, habiéndose juntado por millares la multitud, de modo que unos a otros se pisoteaban, comenzó a decir a Sus discípulos, primeramente”. El no se dirigió a la multitud primero sino a los discípulos. “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. Lo que dijo el Señor aquí, comprueba que los discípulos son el pueblo del Señor; no son los hipócritas. Luego en los versículos 4 y 5 el Señor dijo: “Mas os digo, amigos Míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después no tienen ya más que hacer. Pero os mostraré a quién debéis temer: Temed a Aquel que después de haber matado, tiene potestad de echar en la Gehena”. La Palabra de Dios es suficientemente clara. Nos dice, no una sola vez sino muchas, que es posible que un cristiano sea echado “en la Gehena”.
Los versículos siguientes también demuestran que se habla de los discípulos, los creyentes. Los versículos 6 y 7 dicen: “¿No se venden cinco pajarillos por dos asariones? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos”. Sólo los cristianos son los pajarillos.
Los que no son salvos no son pajarillos sino cuervos. En Mateo los lirios del campo y las aves se refieren a los cristianos. Las aves ni siembran ni cosechan ni almacenan en graneros (Mt. 6:26). Esto se refiere a los cristianos y no a los incrédulos. Aquí se nos dice claramente que es posible que “los pajarillos” de Dios sean “echados en la Gehena”. Note que también dice que los cabellos de ellos están contados. Dios no se preocuparía tanto por los incrédulos. Por lo tanto, esto significa que los que pertenecen al Señor no deben atemorizarse por lo que otros le hagan a sus cuerpos.
Al que deben temer es a Dios, porque Dios tiene la potestad de enviarlos a “la Gehena”. Debemos temer a Dios quien tiene autoridad sobre nuestras almas. No tememos a aquellos que sólo pueden matar nuestros cuerpos.
Los próximos dos versículos, los versículos 8 y 9, son muy valiosos. “Os digo además: Todo aquel que se confiese en Mí delante de los hombres, también el Hijo del Hombre se confesará en él delante de los ángeles de Dios; mas el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”. Los cristianos pueden ser divididos en dos clases: los que confiesan el nombre del Señor y los que no lo hacen.
Algunos confiesan el nombre del Señor mientras que otros no. Algunos están preparados para ser perseguidos mientras que otros no. Algunos sólo serán cristianos secretamente. Ellos desean la gloria del hombre. Otros confiesan al Señor públicamente
y están listos para ser mártires. Por lo tanto, usted puede ver de quién está hablando el Señor en estos versículos de Lucas 12. No debemos atemorizarnos de ningún sufrimiento que nos venga por confesar el nombre del Señor. Si no confesamos Su nombre, nuestro pecado es más serio que todos los demás pecados. Consecuentemente, El no confesará nuestro nombre delante de los ángeles de Dios.
Tomado del libro El evangelio de Dios, por Watchman Nee
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Aguas refrescantes 18 de junio
Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. Salmo 37:7.
Una persona que está descansando en el Señor no será alterada con facilidad por las tensiones exteriores. Su fuerza interior es la que aleja sus ansiedades y proble¬mas mentales. En cada huracán del Pacífico hay un centro. En la circunferencia el viento sopla con extrema violencia, pero el centro del huracán permanece en calma.
El Señor Jesús jamás se alteró de su habitual equilibrio por influencias exteriores. Aun en la hora crítica cuando una banda de soldados vino para capturarlo con antor¬chas y armas, El se adelantó a ellos y les preguntó a quién buscaban. Al responderle que buscaban a Jesús de Nazaret les respondió tranquilamente: "Yo soy". Ante tal respues¬ta retrocedieron y cayeron al suelo. Los que venían a prenderle cayeron aterrorizados mientras que las presiones exteriores no tuvieron poder para inquietarle a El. En el centro de su ser, en el medio de la tormenta, El estaba descansando en Dios.
Watchman Nee
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