LA SANGRE Y EL ACCESO DEL CREYENTE
La Sangre ha satisfecho a Dios: también debe satisfacernos a nosotros. Tiene, por consiguiente, un segundo valor que es para nosotros, los hombres - la limpieza de nuestra conciencia. Cuando venimos a la epístola a los Hebreos encontramos que la Sangre hace esto: “Purificados los corazones de mala conciencia” (He. 10:22).
Esto es sumamente importante. Miremos cuidadosamente lo que dice. El escritor no nos dice que la Sangre del Señor Jesús limpia nuestros corazones y allí se detiene en su declaración. Nos equivocamos si conectamos el corazón con la Sangre precisamente en ese modo. Puede mostrar un mal entendido de la esfera en que la Sangre opera si oramos: “Señor, limpia mi corazón del pecado por tu Sangre”. El corazón, dice Dios, es engañoso más que todas las cosas, y perverso (Jer. 17:9), es excesivamente malo para poder ser limpiado, por tanto Dios hace algo mejor: nos da uno nuevo. “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros” (Ez. 36:26). No lavamos y planchamos ropa que estamos por tirar. Así, veremos que la carne es demasiado mala para ser limpiada; debe ser crucificada.
¡No!, no encuentro que se diga que la Sangre limpia nuestros corazones. Es verdad que aquí en Hebreos 10, la obra purificadora de la Sangre tiene referencia al corazón, pero esto es en relación a la conciencia. ¿Cuál es, entonces, el significado de esto? Quiere decir que hay algo que intervenía entre mí mismo y Dios y, como resultado de esto, tenía yo mala conciencia cuando buscaba acercarme a El. Siempre me recordaba de la barrera que existía entre El y yo. Pero ahora por la operación de la preciosa Sangre, algo nuevo ha sido efectuado que ha quitado aquella barrera, y Dios me ha hecho conocer aquel hecho por su Palabra. Cuando eso ha sido creído y aceptado, mi conciencia inmediatamente es aliviada y mi sentido de culpa quitado, y no tengo más mala conciencia hacia Dios.
Cada uno de nosotros sabe cuán precioso es tener una conciencia libre de ofensa en nuestro trato con Dios. Un corazón de fe y una conciencia libre de cualquiera y cada acusación son ambos igualmente esenciales para nosotros ya que son interdependientes.
Tan pronto como encontremos que nuestra conciencia está intranquila, nuestra fe se debilita e inmediatamente encontramos que no podemos mirar a Dios cara a cara. Y para poder seguir andando con Dios debemos conocer día por día el valor de la Sangre. Dios lleva cuentas cortas: somos hechos cercanos por la Sangre cada día, cada hora y cada minuto. Nunca pierde su eficacia como nuestro terreno de acceso si de voluntad nos apropiamos de ello. Cuando entramos en el Lugar Santísimo, ¿por qué terreno osaremos entrar sino por la Sangre?
Pero quiero preguntarme: ¿estoy verdaderamente buscando la entrada en el Lugar Santísimo por la Sangre, o por alguna otra cosa? Y ¿qué quiero decir cuando digo “por la Sangre”? Quiero decir, sencillamente, que reconozco mis pecados, que confieso que tengo necesidad de limpieza y de expiación, y que vengo a Dios sobre la base de la obra terminada del Señor Jesús. Cuando yo me acerco a Dios, lo hago únicamente por medio de sus méritos y nunca en base a mis obras; nunca, por ejemplo, en base a que hoy haya sido más bondadoso o paciente que ayer, o porque haya hecho algo para el Señor esta mañana. Cada vez que me allego a El tengo que venir por medio de la Sangre. La tentación para tantos de nosotros cuando tratamos de acercarnos a Dios es de pensar que por causa de Su trato con nosotros -es decir, porque Él ha estado procurando de traernos a algo más de sí mismo y nos ha estado enseñando lecciones más profundas de la Cruz-
El ha de presentarnos nuevas normas, y que sólo por alcanzar éstas podremos tener una conciencia limpia delante de Él. ¡No! Una conciencia limpia nunca se basa sobre nuestro alcance espiritual; sólo puede basarse en la obra del Señor Jesús en el derramamiento de su Sangre. Continua…
W. Nee
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
“Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo” Evan Roberts
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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