Continuación:…LA SANGRE Y EL ACCESO DEL CREYENTE
Puedo estar equivocado, pero siento muy hondamente que algunos estamos pensando en
términos como éstos: “Hoy he sido un poco más cuidadoso; hoy he estado obrando un poco mejor; esta mañana he estado leyendo la Palabra con más fervor, así que hoy puedo orar mejor”. O bien, “Hoy he tenido algunos contratiempos con mi familia; empecé el día un poco triste y malhumorado; en realidad no me siento muy animado, parece que algo anda mal, por tanto no me puedo acercar a Dios”.
Pero, ¿cuál es, después de todo, la base de tu acercamiento a Dios? ¿vienes a Él estribando en la insegura base de tus emociones, sintiendo que hoy has logrado algo para Dios? ¿O te allegas a Él basado en algo mucho más firme, en el hecho de que la Sangre ha sido ya derramada y que Dios mira a esa Sangre y está satisfecho? Por supuesto, de existir la mínima posibilidad de que la Sangre sufriera algún cambio, la base de tu acercamiento a Dios no sería digna de confianza. Pero es que la Sangre nunca ha cambiado ni cambiará. Tu acercamiento a Dios, por tanto, debe ser siempre en certidumbre plena. Cualquiera que fuera tu medida de alcance hoy, ayer o el día anterior, tan pronto hagas un movimiento para entrar en el Lugar Santísimo, inmediatamente debes tomar tu posición sobre el único terreno seguro, el de la Sangre derramada. Si has tenido un buen día o un mal día, o si has pecado conscientemente o no, tu base de acercamiento es siempre la misma: ¡la Sangre de Cristo! Este es el terreno sobre el cual puedes entrar, y no hay otro.
Como con muchas otras etapas de nuestra experiencia cristiana, este asunto de acceso a
Dios tiene dos fases, una inicial y otra progresiva. La primera nos es presentada en Efesios 2, y la última en Hebreos 10. En primer lugar nuestra posición con Dios es asegurada por la Sangre, porque somos “hechos cercanos por la Sangre de Cristo” (Ef. 2:13), pero después nuestro terreno de continuo acceso es siempre la Sangre, como nos exhorta el apóstol: “Teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la Sangre de Jesucristo... acerquémonos.. “ (He. 10:19, 22). Para comenzar soy hecho cercano por la Sangre, y para continuar en esta nueva relación acudo mediante la Sangre. No es que fui salvo sobre una base y ahora debo mantener mi comunión sobre otra. Tú dices: “Eso es muy sencillo; es el abecedario del Evangelio”. Sí, pero lo malo es que muchos nos hemos apartado del abecedario. Pensamos que hemos progresado y que ya no nos hace falta, pero nunca es así. ¡No! Mi acercamiento inicial a Dios es por la Sangre, y cada vez que vengo ante El es lo mismo. Hasta el fin será siempre y únicamente sobre el terreno de la Sangre.
Esto no significa en ninguna manera que vivamos una vida descuidada, porque pronto estudiaremos otro aspecto de la muerte de Cristo que nos demuestra que se contempla cualquier cosa menos ésa. Pero por el momento basta que estemos satisfechos con la Sangre, que allí está y que es suficiente. Nosotros podemos ser débiles, pero el contemplar nuestra debilidad nunca nos hará fuertes. El andar compungidos y hacer penitencias no nos harán ni un poco más santos. No hay ayuda por ese lado. Por tanto, tengamos confianza cuando nos acercamos, en virtud de la Sangre: “Señor, no entiendo cabalmente cuál es el valor de la Sangre, pero sé que ella te ha satisfecho; luego, la Sangre es suficiente para mí, y mi única base. Comprendo ahora que no hace al caso si he progresado o si he logrado algo o no. Ahora se que cuando me acerque a Ti, será siempre en base a la preciosa Sangre.” Es así como nuestra conciencia estará realmente limpia delante de Dios. Ninguna conciencia podría estar limpia aparte de la Sangre. Es la Sangre la que da confianza.
“No tendrían ya más conciencia de pecado”: éstas son las tremendas palabras de Hebreos 10:2. Somos purificados de todo pecado, y en verdad podemos repetir con Pablo: “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” (Ro. 4:8; Sal. 32:2).
W. Nee
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
“Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo” Evan Roberts
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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