SIERVO O ESCLAVO
Si nos entregamos sin reserva a Dios, ¡cuantos ajustes pueden ser necesarios en la familia, en los negocios, en las relaciones en la iglesia o en nuestras opiniones personales! Dios no permitirá que quede cosa alguna de nosotros. Su dedo tocará punto por punto todo lo que no es de Él, diciendo: “Esto, hay que dejarlo. ¿Estás dispuesto?”. Es insensato resistir a Dios, y siempre sabio ceder a Él. Admitimos que muchos de nosotros aún sostenemos controversias con Dios. Él quiere algo, mientras nosotros queremos lo opuesto. Hay muchas cosas que no nos atrevemos a investigar, ni a orar por ellas, ni siquiera a pensar en ellas por temor a perder nuestra paz. En esta forma podemos rehusarnos a encarar el asunto, pero al hacerla nos apartamos de la voluntad de Dios. Es siempre cosa fácil salir de su voluntad, pero bendita cosa entregarnos completamente a Él y permitirle lograr su propósito con nosotros.
¡Qué bueno es reconocer que pertenecemos al Señor y que no somos nuestros! No hay nada más precioso que eso en todo el mundo. Es lo que trae la certidumbre de su continua presencia, y la razón es obvia. Debo primero tener el sentido de la posesión divina antes que pueda tener el sentido de su presencia. Cuando esta relación con el Señor está establecida, entonces no osamos hacer cosa alguna de nuestra propia iniciativa, porque somos su exclusiva propiedad. “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis?” (Ro. 6: 16). La palabra traducida 'siervo' en las versiones anteriores a la revisión de 1960, realmente significa 'esclavo'. Esta palabra se usa varias veces en la segunda mitad de Romanos 6. ¿Cuál es la diferencia entre “siervo” y “esclavo”? Un siervo puede servir a otro pero no llega a pertenecerle. Si su patrón le agrada, puede servirle; pero, si no le agrada, puede rehusarse a hacerla, puede presentar su renuncia y buscar otro patrón. No así con el esclavo. Él, no solamente es siervo, sino la propiedad de otro. ¿Cómo vine a ser el esclavo del Señor? De su parte Él me compró, y de mi parte me entregué a Él. Por el derecho de redención somos propiedad de Dios, pero si queremos ser sus esclavos debemos voluntariamente entregarnos a Él, porque Él jamás nos obliga.
LA REALIDAD DEL PUNTO EN DISPUTA
La cosa trágica acerca de los cristianos de hoy en día es que no tienen idea clara de lo que Dios les exige. ¡Cuán fácilmente dicen: “Señor, estoy dispuesto para todo!”. ¿Sabes que Dios demanda de ti tu misma vida? Hay ideales acariciados, voluntades férreas, amistades apreciadas, ocupaciones agradables que tendrán que desaparecer: así que no te entregues a Dios a menos que seas muy sincero. Dios te tomará seriamente aun si tú no lo consideras como serio.
Cuando el muchacho de Galilea trajo su pan al Señor, ¿qué hizo el Señor con ese pan? Lo rompió. Dios siempre rompe lo que le es ofrecido. Él rompe lo que recibe, pero, después de romperlo, lo bendice y lo usa para suplir las necesidades de otros. Después de presentarse al Señor, El empieza a romper lo que le fue ofrecido. Todo parece ir mal, y protestas y criticas el proceder divino. Pero quedarse allí es ser nada más que una vasija rota; de ningún bien para el mundo, porque te has ido demasiado lejos para que el mundo te utilice, y de ninguna utilidad para Dios, porque no has adelantado suficientemente para que Él te utilice. Estás mal ajustado con el mundo y tienes una controversia con Dios. Esta es la tragedia de muchos cristianos.
Nuestra entrega al Señor debe ser un acto fundamental. Entonces, día por día seguiremos entregándonos a Él sin criticar su proceder sino aceptando con alabanza aun aquello que a la carne repugna. Cuando adoptas esta actitud, estás verdaderamente entregado. Una hermana oro así: Señor, esto es muy duro, no me gusta, pero estoy dispuesta”. Otro día yo oraba con un hermano y no le parecía lograr ser atendido de Dios. Al fin dijo: “Señor, no me gusta, pero no cedas: espera un momento, y me rendiré yo a Ti”.
La vida cristiana normal comienza con una crisis cuando veo que soy del Señor y de ahí
en adelante ya no me cuento como mío propio sino que en toda cosa reconozco su derecho y autoridad. No me consagro yo para ser un misionero, me consagro a cumplir la voluntad de Dios, hacer su voluntad en la escuela, en la oficina o en el hogar, contando cualquier cosa que Él determine para mí, ser el sumo bien, porque nada sino bien puede venir a aquellos que son enteramente de Él.
Que seamos siempre poseídos por la convicción que ya no nos pertenecemos.
Tomado de: “La Vida cristiana normal”
W. Nee
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
“Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo” Evan Roberts
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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