ELIMINAMOS EL PECADO DE NUESTRO CORAZON
Debemos prestar atención a algo más: el problema de la mente del hombre se origina en su corazón; por lo tanto, si la mente ha de ser renovada, el corazón afectado debe corregirse primero. Este cambio no tiene nada que ver con mejorar el corazón. Un motivo impuro obstaculizará la luz de Dios. Algo tan diminuto como una pequeña hoja, puede tapar la luz del sol. Un pecado pequeño puede obstruir la luz de Dios. Muchas personas tienen pecados en su corazón; pero una vez que les hacen frente, todo lo demás se resuelve. Si el creyente tiene un corazón puro, entenderá la voluntad de Dios; de lo contrario, no podrá.
Si uno está dispuesto a decirle a Dios: “Dios, si Tú me instruyes ahora mismo, te lo agradeceré y si no, no te insistiré”. Dios lo puede instruir. Y cuando uno escuche la predicación de otra, le preguntará a Dios: “¿Dios, estoy equivocado yo? ¿Lo que él acaba de decir es correcto o no?” En la manera como un creyente escucha un mensaje se ve si su corazón es puro.
Lo más valioso de que nuestra mente sea renovada es que nos permite abrirnos o cerrarnos a nuestros pensamientos. Una mente renovada podrá conocer la voluntad de Dios, podrá controlar y aclarar sus pensamientos, y podrá discernir, recibir y entender las palabras de los demás.
VESTIDOS DEL NUEVO HOMBRE
En Efesios 4:24 dice: “Y os vistáis del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”. Esta es nuestra conducta, vista desde el lado positivo. Si queremos renovar nuestra mente continuamente, debemos vestirnos del nuevo hombre en la práctica, lo cual es un acto voluntario. ¿Qué significa vestirse del nuevo hombre? Nuestro nuevo hombre, el cual concuerda con la imagen de Dios, fue creado en la justicia y santidad de la realidad. En otras palabras, las características del nuevo hombre son la justicia y la santidad de la realidad. La justicia es la manera en que Dios actúa, y la santidad es Su naturaleza.
Podemos hablar de tres aspectos de Dios: (1) la gloria, que se refiere a Dios mismo; (2) la santidad, que se relaciona con la naturaleza de Dios, y (3) la justicia, que tiene que ver con la manera como Dios actúa. Fuimos creados a la imagen de Dios, lo cual se relaciona con la justicia y la santidad de Dios; no podemos ser como Dios en Su gloria ya que ésta tiene que ver con la deidad, de la cual no participamos. Pero tenemos la justicia y la santidad de Dios; por lo tanto, si el creyente quiere ser como Dios, debe permitir que la naturaleza de Dios actúe como a Dios le plazca. ¿Cuántos creyentes son conscientes del pecado? Me avergüenza tener que decir que el sentir que tengo de mi pecado no es lo suficientemente profundo. La señorita M. E. Barber tenía un entendimiento profundo del pecado y de la santidad de Dios. Normalmente uno siente orgullo o celos, pero no sabe lo que es el orgullo ni los celos. Pero si usted conversara con la señorita Barber, tendría una actitud diferente al respecto. Ella aborrecía el pecado y lo confrontaba en el más mínimo detalle. Ella era muy estricta consigo misma y, en consecuencia, era muy recta con los demás. Cuando alguien se acercaba a ella, podía darse cuenta de cuán orgulloso y celoso era. Ella verdaderamente conocía a Dios. Dije ya en varias ocasiones que no podemos conocer las verdades de la predicación de un hombre, sino que sólo podemos percibir las verdades que él practica.
Si usted se rinde al pecado la primera vez, será insensible éste la segunda y la tercera. Si usted llama al pecado por su nombre y lo reconoce como tal, y si tiene el punto de vista acertado y la actitud correcta con respecto al pecado la primera vez, podrá hacerle frente en la próxima ocasión. Pero si no considera el pecado como tal la primera vez ni le hace frente, sino que piensa que perder la calma es algo normal, cometerá el mismo pecado la próxima vez. Quien no conozca el pecado no conocerá la santidad. ¿Qué es santidad? La santidad consiste en saber lo que es el pecado. Adán y Eva antes de pecar eran inocentes, pero no eran santos. Sólo aquellos que saben lo que es el pecado, conocen el significado de la santidad.
¿Qué es la injusticia? Todo lo que es impropio es injusto. Inicialmente, yo no sabía lo que era la injusticia. Una vez leí una historia en una revista que decía que un hombre había escuchado a alguien predicar en una capilla. Después de predicar, el orador descendió para sentarse junto con el auditorio. Al tomar asiento, involuntariamente pisó el abrigo de una dama que estaba sentada frente a él, y se lo ensució. El alejó el abrigo de su zapato con el pie sin sacudir la tierra ni ofrecerle disculpas a la dama. El hombre que había escuchado el mensaje criticó al predicador diciendo que lo que él había hecho era injusto. ¿Qué es ser injusto? Ser injusto es estar en deuda con alguien. Si el hombre no se disculpa con la dama, por lo menos le debe sacudir el abrigo; de lo contrario, quedará en deuda delante de Dios.
Por lo tanto, la mente está relacionada con la vida que llevamos. Cada vez que cedemos al pecado, nos convertimos en personas injustas; no podemos tener comunión con Dios y nuestra mente queda entenebrecida. Por lo tanto, debemos despojarnos de toda impureza, de toda motivación impura y de toda injusticia; y, por otro lado, debemos vestirnos el nuevo hombre. Hermanos, debemos pasar por esta puerta. La renovación de la mente es una acción específica. No piensen que lo único que necesitamos es crecer gradualmente.
LA RELACION ENTRE LA MENTE Y EL ESPIRITU
Hace muchos años leí en una revista que la señora Penn-Lewis solía decir: “Si su espíritu está obstruido se debe a que su mente está obstruida”. En otras palabras, el espíritu está cerrado porque la mente está cerrada. Estas palabras me parecieron muy valiosas, pero mi vida espiritual en aquel entonces era muy superficial, por lo cual no pude entenderlas completamente. Más adelante, me di cuenta de cuán verdaderas eran estas palabras. Si la mente de una persona está cerrada, su espíritu también estará cerrado. Debido a que el espíritu se expresa por medio de la mente, no podrá tener una salida, si la mente está cerrada. Aunque una corriente eléctrica tiene poder, si el filamento de la bombilla está roto, la luz no podrá brillar. Esto no quiere decir que a la central eléctrica se le ha agotado la energía, sino que la electricidad no puede circular por la bombilla. De la misma manera, si nuestra mente está cerrada, nuestro espíritu no podrá expresarse. Quisiera ser aún más claro para comunicarles esta verdad profunda y ayudarles a renovar su mente. Si su mente está cerrada, su poder espiritual no tendrá ninguna expresión.
No digo que nuestra mente puede ayudar en la obra que Dios hace en nosotros; pues la mente sólo tiene poder anímico o psíquico. Pero si la mente de un creyente no es renovada, su espíritu no hallará forma de expresarse y Dios no podrá usarlo. Pedro dijo: “Estos no están ebrios” (Hch. 2:15). Si ellos hubieran estado ebrios, su mente no habría estado despejada. Si su mente no hubiera estado despejada, no habrían tenido un espíritu abierto para que Dios los usara. Aquellos a quienes Dios usa en gran medida son equilibrados en su espíritu, su entendimiento, su mente, su modo de pensar y en su lógica. La medida de conocimiento que ellos puedan tener es otro asunto; no todos los que han sido usados por Dios han tenido mucho conocimiento.
Si nuestra mente es renovada y nuestro entendimiento es rápido, podremos comprender la voluntad de Dios, conocer Su deseo y entender la Biblia. Continua… Tomado de: “La renovación de la mente”. W. Nee