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 La Práctica De La Verdad Semana 3 -

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MensajeTema: La Práctica De La Verdad Semana 3 -   La Práctica De La Verdad Semana 3 - I_icon_minitimeDom Ago 25, 2013 10:49 pm

La Práctica De La Verdad
Semana 3 - El Oro Transparente [1]
Lunes
Leer con oración:
Jn 16:7-8; Hch 9:22-29; Ef 1:3-14

“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.”(2 Ti 2:24)
Un Principio Importante Que Los Siervos Del Señor Necesitan Aprender
El ministerio del apóstol Juan en su madurez consistió en conducir a los hermanos a practicar las verdades, principalmente las reveladas por el apóstol Pablo en sus epístolas, escritas tras ser apresado en Roma. Ellas describen la economía neotestamentaria de Dios, es decir, Su propósito eterno de dispensar Su vida a todos los hombres (Ef 1:3-14).
Pablo fue llamado por Dios de manera especial, cuando estaba de camino a Damasco para perseguir a los cristianos. Por ser celoso del judaísmo, aprisionaba y encarcelaba a aquellos que invocaban el nombre del Señor Jesús, hasta que el mismo Señor se le apareció. Al ver una gran luz, Pablo cayó a tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9:4b). Él aún no se había dado cuenta de que estaba persiguiendo al mismo Jesús, por eso preguntó: “¿Quién eres, Señor?” Y la respuesta fue: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (v. 5). Entonces el Señor determinó que Pablo esperara en Damasco, donde le dirían lo que debía hacer.
Luego, el Señor envió a un hermano llamado Ananías para orar por Pablo y orientarlo. Por medio de Ananías, Pablo fue llevado a invocar el nombre del Señor, y recibió el bautismo y la comisión de predicar el evangelio a los gentiles. Después de permanecer durante un tiempo en Damasco, él se dirigió a las regiones de Arabia, donde obtuvo la revelación divina, conforme a lo descrito en Segunda de Corintios 12:1-4: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”.
Al revelarle esas palabras a Pablo, Dios lo estaba facultando para transmitir el evangelio a los gentiles. Tal como a Moisés le fue encargado por Dios revelar Su economía al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, Pablo fue comisionado y preparado por Dios para transmitirnos a todos Su propósito en el Nuevo Testamento.
Después de recibir esa revelación, Pablo volvió a Damasco, y al predicar el evangelio, intentaba demostrar a los judíos que vivían allí que Jesús es el Cristo, pero sus argumentos los confundían, por lo cual intentaron matarlo (Hch 9:22-23). Pablo había sido comisionado por Dios para ser un apóstol ante los gentiles pero, por tener argumentos fuertes, comenzó a tener problemas con los judíos al intentar convencerlos. Lo mismo sucedió cuando fue a Jerusalén (vs. 29-30). Finalmente, para evitar que lo mataran, los hermanos lo enviaron a Tarso.
Esto nos muestra un principio que debemos adoptar en nuestro servicio a Dios: no utilicemos nuestra habilidad natural para argumentar y persuadir a los otros en favor del evangelio; antes, busquemos, con humildad, ser fieles al encargo que el Señor nos confió de anunciar el evangelio. Dejemos que el Espíritu Santo haga la obra de convencer a las personas (Jn 16:7-Cool.
Punto Clave:
El siervo del Señor no debe ser contencioso.
Pregunta:
¿Qué comisión les dio el Señor a Juan y Pablo?

La Práctica De La Verdad
Semana 3 - El Oro Transparente [1]
Martes
Leer con oración:
Mt 9:14;11:5-6;14:3-11; Jn 3:22-26; Hch 9:20-25

“Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”(Mt 23:9-12)
El Peligro De Tener Sus Propios Discipulos
Dios le encargó a Pablo transmitir la Fe objetiva (es decir, el contenido de la economía neotestamentaria de Dios), a los hermanos, hasta que esa Fe llegara a ser subjetiva, practicada por ellos. Pablo hizo lo mejor que pudo para transmitir esa revelación, pero, por causa de sus muchos argumentos, prevalecía en las discusiones con los judíos y, como resultado, comenzó a destacarse personalmente en su obra. En ese contexto, no tardó en tener un grupo de admiradores que se convirtieron en sus discípulos en Damasco.
En el pasado, esto también había sucedido con Juan el Bautista. Él era un gran profeta y hablaba con mucha elocuencia, de manera que pasó a ser seguido por un grupo particular de discípulos. No obstante, al comienzo de su ministerio, él admitía que estaba esperando al Mesías y que él mismo no era el Mesías, sino que sólo realizaba el bautismo en agua para arrepentimiento, para preparar el camino para Su venida. Como precursor del Señor, Juan no se consideraba digno de llevar Sus sandalias. Según sus propias palabras,
Juan el Bautista consideraba superior al Señor Jesús, pues Él bautizaría a las personas en Espíritu Santo y fuego.
El Señor Jesús vino para cumplir toda la justicia de Dios, es decir, hacer lo que el Padre determinó. Por eso, antes de iniciar Su ministerio terrenal, el Señor fue ante Juan el Bautista para bautizarse. Esto lo impresionó y lo llevó a decir que él, Juan, es quien debía ser bautizado por el Señor Jesús. Aunque sus palabras eran bellas, él no lo cumplió. Como precursor, en ese momento, Juan debía terminar su ministerio para seguir al Señor, pero no lo hizo. Antes, mantuvo su propio ministerio y discipulado, paralelamente al ministerio del Señor. Pese a que dos de sus discípulos lo dejaron para seguir a Jesús, el mismo Juan el Bautista mantuvo su grupo (Jn 3:22-26). Posteriormente, ese mismo grupo se asoció a los fariseos para criticar a los discípulos del Señor, perturbándolos (Mt 9:14).
Al final de su vida, Juan el Bautista fue encarcelado y desde la prisión le mandó un recado al Señor, preguntándole si Él era realmente el Mesías o si debían esperar a otro, a lo que el Señor respondió: “Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (Mt 11:4-6). Al escuchar la respuesta, Juan el Bautista debió haberse arrepentido, pero no lo hizo. Finalmente, él fue decapitado en la cárcel (14:3-11).
Al recorrer las ciudades y aldeas, el Señor predicaba el arrepentimiento, anunciando que el reino de los cielos se había acercado. Su ministerio terrenal duró aproximadamente tres años y medio, periodo en el cual Él perfeccionó a Sus discípulos, enseñándoles lecciones de vida ante las situaciones con las que se enfrentaban en el día a día.
Si Juan el Bautista hubiera seguido al Señor, probablemente habría tenido la oportunidad de ser perfeccionado por Él, así como lo fue Pedro.
Punto Clave:
Seguir al Señor y hacer lo que Él determinó.
Pregunta:
¿Cuál es el significado de la respuesta del Señor a Juan el Bautista?

La Práctica De La Verdad
Semana 3 - El Oro Transparente [1]
Miércoles
Leer con oración:
Hch 15:22-27, 32-40; 16:6-34; 2 Co 1:19; 1 Ts 1:1; 2 Ts 1:1

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Ro 8:14). “Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.”(1 P 5:12)
Silas, Un Verdadero Compañero Espiritual
Al predicar el evangelio, Pablo pudo contar con la cooperación de Silas (o Silvano – ver: 2 Co 1:19; 1 Ts 1:1; 2 Ts 1:1) quien posteriormente también cooperó con Pedro en su ministerio (1 P 5:12).
Silas era un hermano principal de la iglesia en Jerusalén que fue enviado a Antioquía, junto con otro hermano de la misma iglesia, Judas, con el objetivo de acompañar a Pablo y Bernabé en la lectura de una carta enviada a las iglesias de los gentiles (Hch 15:24-27). Luego de haber cumplido la misión, Judas regresó a Jerusalén, pero Silas permaneció en Antioquía, cooperando con Pablo (vs. 32-34). Probablemente el Espíritu dirigió a Silas a tomar esa decisión, llevándolo a percibir que el Señor había comisionado a Pablo con el ministerio neotestamentario.
Silas fue escogido por Pablo para acompañarle en su segundo viaje ministerial, tras haber tenido un altercado con Bernabé sobre llevar a Juan Marcos en esa jornada. Por causa de la desavenencia que hubo entre ellos, Bernabé se apartó de Pablo y siguió su viaje con Juan Marcos a Chipre (vs. 36-40), mientras que Pablo fue en compañía de Silas.
Durante ese viaje, Pablo y Silas estaban sensibles a la dirección del Espíritu, por consiguiente, todo lo que hicieron fue aprobado por el Señor. Cuando el Espíritu les prohibía ir en determinada dirección, ellos obedecían; cuando el Espíritu revelaba el camino a seguir, Ellos intentaban partir inmediatamente a aquel destino (16:6-10). En ese contexto, Pablo y Silas cruzaron el mar, llegaron a Europa y establecieron la iglesia en Filipos, en la región de Macedonia. Allí experimentaron la gracia del Señor al visitar un lugar de oración, junto al río, donde una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, se convirtió, al igual que toda su casa. Luego de ser todos bautizados, ella le rogó a Pablo, Silas y los demás cooperadores, que se quedaran en su casa (vs. 13-15). Asimismo, Pablo y Silas tuvieron una experiencia victoriosa en la prisión, donde el carcelero se convirtió y la salvación de Dios alcanzó a toda su familia (vs. 24-34).
Pablo y Silas siguieron su viaje hacia la región de Acaya, donde levantaron iglesias en Tesalónica y Corinto (17:1-2; 18:1-5). Esas iglesias eran ricas en bienes materiales. En el camino de regreso, no sabemos por qué Pablo pasó por Jerusalén para saludar a la iglesia allí, y posteriormente, regresó a Antioquía (v. 22).
A partir de ese momento, Silas no acompañó más a Pablo en su tercer viaje. Probablemente él sintió, por el espíritu, que no debía volver a Jerusalén y que el ministerio de Dios comisionado a Pablo estaba dirigido a los gentiles, y no a los judíos.
Silas vuelve a aparecer en los registros bíblicos, cooperando con Pedro en su ministerio en Babilonia. Él se convirtió en su compañero espiritual, y es muy probable que ambos hayan compartido la misma experiencia con la palabra revelada. Pedro debe haber recibido alguna ayuda spiritual de Silas, a quien llamó hermano fiel, para escribir su epístola.En esa época, Pedro ya había alcanzado la madurez en la vida de Dios, por haber sido probado varias veces por el fuego del Espíritu (Mt 3:11).
Punto Clave:
Seguir el sentir del Espíritu para cooperar en la obra del ministerio.
Pregunta:
¿Cómo describe usted la cooperación de Silas en el ministerio neotestamentario?

La Práctica De La Verdad
Semana 3 - El Oro Transparente [1]
Jueves
Leer con oración:
Jn 3:1-3; Ro 8:21; Fil 3:21; 1 P 1:3-4

“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1:23). “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en Gloria.”(Col 3:4)
La Esperanza Viva Que Proviene De La Regeneración
El registro de Juan acerca de la regeneración, al relatar el diálogo entre Nicodemo y el Señor Jesús (Jn 3:1-3), es cronológicamente posterior al que Pedro también ya había escrito sobre ese tema. De acuerdo con el evangelio de Juan, regeneración significa nacer de nuevo para entrar en el reino de Dios. Pedro, anteriormente, ya había mencionado este asunto según su propia experiencia, conforme a lo que leemos: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 P 1:3).
De acuerdo con lo que Pedro escribió, la regeneración proviene de la vida de Dios, quien se volvió disponible para nosotros después de la resurrección del Señor Jesús. Al ser regenerados, recibimos la vida divina dentro de nosotros. Con eso, la simiente incorruptible fue implantada en nuestro interior: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1:23).
Pudimos recibir la vida divina al creer en la palabra de Dios. En ese momento la semilla divina fue plantada en nuestro interior y se volvió una esperanza viva, con un objetivo: “Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 P 1:4-5).
Esto significa que la regeneración es sólo el paso inicial para entrar en el reino de los cielos. Tras ser regenerados, necesitamos buscar que la vida divina crezca en nosotros, ocupando nuestra alma y todo nuestro ser. Esto ocurre cuando nos negamos a nosotros mismos y, diariamente, tomamos la cruz para seguir al Señor. Si perseveramos en negar la vida del alma, estaremos aptos para participar de la salvación que se manifestará en el tiempo postrero. De este modo, cuando el Señor vuelva, todo nuestro ser será glorificado, alcanzando así la plena redención (Ro 8:21; Fil 3:21; Col 3:4). Esto es lo que Dios nos ha preparado.
Punto Clave:
La vida divina necesita expandirse hacia todo nuestro ser.
Pregunta:
¿Cuál es el paso inicial para entrar en el reino?

La Práctica De La Verdad
Semana 3 - El Oro Transparente [1]
Viernes
Leer con oración:
Mt 16:24; Ef 4:11-12; 2 P 1:5-7

“Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio.”(Col 1:3-5)
Negarnos A Nosotros Mismos, Amar A Los Hermanos Y Tener Esperanza En El Reino De Los Cielos
Después de la regeneración, el Señor nos perfecciona y continúa añadiendo Su vida en nosotros. A medida que nos negamos a nosotros mismos y Lo seguimos, Él trabaja en nuestro interior. Su deseo es que crezcamos hasta la plenitud, al punto de ser coronados de gloria y honra en el reino de los cielos. Tenemos esta esperanza porque esto es lo que nos dice la palabra del Señor. Pero, para alcanzarla, debemos permitir que Él nos perfeccione y trabaje en nosotros.
El trabajar continuo de Dios en nuestra persona ocurre en el ambiente de la vida de la iglesia. En el vivir de la iglesia somos perfeccionados y participamos de la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef 4:12-16). En este vivir de comunión, servicio y coordinación con otros hermanos podemos aprender a negarnos a nosotros mismos y amar a todos los hijos de Dios.
Esto fue presentado por el Señor Jesús en el capítulo 16 del Evangelio de Mateo. Allí vemos no sólo la revelación de Cristo como el Hijo del Dios viviente y de la iglesia, sino también nos es revelado el asunto más importante para el vivir de la iglesia: negarnos a nosotros mismos para seguirlo (v. 24).
Pedro experimentó esa palabra y, en su madurez, registró la manera de practicarla: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 P 1:22). Cuando obedecemos a la verdad, nos estamos negando a nosotros mismos. Mientras más negamos la vida del alma, más de la vida y del amor de Dios recibimos; como resultado, espontáneamente amamos a los hermanos y así participamos de la edificación del Cuerpo de Cristo, la cual sólo puede ocurrir en la esfera del amor (Ef 4:16). El Señor desea que prosigamos en este camino hasta ser plenos de Su vida. Esta es la manera de alcanzar la esperanza viva para la cual fuimos regenerados.
El Señor nos preparó una herencia, que es el reino venidero, conforme a lo que vimos en Hebreos 2:5-7: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos”.
Aunque actualmente la tierra está bajo la influencia del príncipe de este mundo, el deseo de Dios es restaurar el gobierno de la tierra a la normalidad. En los días actuales vemos violencia y corrupción por todas partes, pero cuando el Señor venga establecerá Su reino de justicia y paz. Él entregará ese reino a los hijos de Dios que hayan crecido en la vida divina y hayan sido perfeccionados. Hoy todavía somos un poco menores que los ángeles, pero, con el crecimiento de la vida de Dios, un día recibiremos honra y autoridad para gobernar el mundo venidero. Busquemos cada día practicar la palabra que hemos oído, a fin de alcanzar la esperanza viva: el reino de los cielos.
Punto Clave:
Ser trabajado por Dios para alcanzar la esperanza viva.
Pregunta:
¿Cuál es la relación entre amar a los hermanos y negar la vida del alma?

La Práctica De La Verdad
Semana 3 - El Oro Transparente [1]
Sábado
Leer con oración:
Mt 16:22-23; 17:4-5, 24-27

“Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas.”(1 P 1:5-6)
El Ejercicio De Negarse A Sí Mismo
Pedro es uno de los principales ejemplos de la Biblia sobre el asunto de negar la vida del alma. Durante el tiempo en que acompañó al Señor Jesús, Pedro cometió muchos errores, pero esas situaciones fueron utilizadas por el Señor para transmitirle lecciones a él y a los demás discípulos. Pedro tenía muchos defectos y dificultades, pero, por negarse a sí mismo y perseverar en seguir al Señor, la vida de Dios pudo crecer en su interior. Pedro no fue a una escuela para aprender a negarse a sí mismo; ese aprendizaje se fue dando en la práctica, en el día a día.
Al comienzo de nuestra vida cristiana, cuando fuimos regenerados, la vida de Dios entró en nuestro espíritu. Sin embargo, en nuestra alma, aún estábamos llenos de nuestros propios pensamientos e intereses. Por tener el alma ocupada con otras cosas, la vida divina no encontraba espacio para expandirse en nosotros. Entonces, en el vivir de la iglesia aprendemos paulatinamente a vaciarnos. Así el Señor tiene camino para añadir más de Su vida en nosotros.
El ejemplo de Pedro muestra que no importa cuán fuerte sea nuestra vida del alma; si estamos participando activamente en el vivir de la iglesia, practicando la Palabra, ¡tenemos esperanza! Pedro creció en vida al negarse a sí mismo, y nosotros también podemos crecer. A pesar de que consideramos que nuestra vida del alma es la más difícil de tratar, el ejemplo positivo de Pedro nos anima a proseguir.
Antiguamente pensábamos que el sufrimiento era la única manera para negar la vida del alma. Nuestro antiguo concepto nos llevaba a considerar que las oraciones hechas en medio de la tribulación eran las más eficaces para hacernos negar a nosotros mismos. Pero, por la experiencia, sabemos que cuando el sufrimiento pasa, muchas veces nuestra disposición retrocede a la condición anterior y volvemos a ser influenciados por la vida del alma. Le agradecemos al Señor el que la experiencia de Pedro nos ayude a percibir que el fuego del Espíritu tiene una mayor eficacia para purificar nuestra alma y hacernos crecer en vida, cada vez que nos arrepentimos.
Punto Clave:
Ceder espacio para que la vida de Dios crezca.
Pregunta:
¿Qué lección nos proporcionan las experiencias de Pedro?

La Práctica De La Verdad
Semana 3 - El Oro Transparente [1]
Domingo
Leer con oración:
Mt 3:11; 1 Co 13:11; 1 P 1:6-7

“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Jn 3:2-3). “Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.”(Ap 21:21)
Transformados En Oro Transparente Por El Fuego Del Espíritu
El bautismo en Espíritu Santo y fuego es realizado por el Señor Jesús. Cuando creemos en Su nombre, somos bautizados en Espíritu, recibiéndolo hacia dentro de nuestro espíritu humano (1 Co 12:13). A partir de allí, en nuestro interior tenemos el Espíritu Santo y también el fuego. Todas las veces que nuestra vida del alma se manifiesta, podemos ejercitar nuestro espíritu y arrepentirnos y, de esa manera, experimentar el fuego del Espíritu quemando las impurezas de nuestra alma. Con el fuego, la vida del alma es consumida, eliminada. Así, ya no es tan fácil ser influenciados por el orgullo, las justificaciones y las opiniones del alma; en consecuencia, quedamos libres para avanzar con el Señor. ¡Por eso experimentar el bautismo en fuego es tan importante para nosotros!
Pedro describe la experiencia de ser bautizado en fuego en el siguiente pasaje: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 P 1:6-7).
En varias ocasiones, Pedro experimentó el fuego del Espíritu quemando las impurezas de su alma. Como resultado, él no reincidía más en los mismos problemas relacionados al ego, sino que permitía que Dios produjera algo precioso en su interior: la fe subjetiva, cuyo valor es mucho más precioso que el oro perecedero. Tal como Pedro, nosotros también debemos permitir que el fuego del Espíritu consuma las impurezas del alma y abra el camino para que la vida de Dios crezca.
Si practicamos esa palabra, el resultado final será maravilloso, pues cuando el Señor venga, seremos coronados de alabanza, gloria y honra. La alabanza corresponde a la aprobación del Señor, quien se agradará de nuestra persona; la gloria se refiere a entrar en Su reino; la honra, por su parte, consiste en la autoridad que recibiremos para reinar con Cristo en el mundo venidero. Finalmente, en la nueva Jerusalén, seremos como el oro transparente, puro y limpio para expresar la gloria de Dios. ¡Esta es nuestra esperanza viva!
Punto Clave:
El valor de nuestra fe se vuelve más precioso cuando las impurezas del alma son quemadas por el Espíritu.
Pregunta:
¿Cómo ocurre el proceso de purificación por el fuego del Espíritu?
¡Jesus es el Señor!

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