La práctica de la verdad Semana 8
El perfeccionamiento de los santos para la edificación
Lunes
Leer con oración:
1 Co 10:11; 15:50; 1 P 5:6
“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Sal 8:3-4). “Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos.”(He 2:7)
Una advertencia para aquellos que desean reinar con el Señor
Alabamos al Señor por estar concluyendo una serie más del Alimento Diario, en la cual recibimos mucha luz acerca de la edificación del Cuerpo de Cristo. Vimos que el deseo del Señor es que participemos de esta edificación de una manera activa, cooperando con Él en Su plan, por medio de todas las herramientas que Él nos ha dado para consumar Su propósito. Dios cuenta con cada uno de nosotros y desea que nos preparemos hoy, viviendo intensamente la vida de la iglesia, para que estemos aptos y así, cuando esta era finalice, podamos reinar con Él, en el mundo venidero.
En Hebreos 2:5 leemos: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando”. Este contexto está relacionado al hecho de que Dios no confió el mundo venidero a los ángeles, sino al hombre. En series anteriores del Alimento Diario, vimos que el gobierno de Su creación en el mundo antiguo fue confiado a Su arcángel principal, Lucero, hijo de la mañana.
Sin embargo, Isaías 14 nos muestra que a ese arcángel se le llenó el corazón de orgullo, al punto de querer igualarse al Altísimo (vs. 13-14). Igualmente, en Ezequiel 28 vemos que, por el hecho de que Dios lo dotó con muchos dones y hermosura, Lucero se enorgulleció de su capacidad, llenando su corazón de iniquidad y violencia (vs. 15-16). Él dejó de reconocer que el Señor era la fuente de todo lo que poseía, por eso fue juzgado por Dios y se convirtió en Su adversario, Satanás.
Fuimos contaminados con la naturaleza caída de Satanás por causa del pecado. Ese fue el resultado de la caída del hombre, al dejarse engañar por la serpiente. Así, cuando alguien vive de acuerdo con esa naturaleza caída, se vuelve independiente de Dios y manifiesta también ambición y orgullo, lo mismo que había en Lucero. Por eso necesitamos vaciarnos constantemente y volver nuestra mente al Espíritu, pidiéndole al Señor que nos purifique de todo lo que no proviene de Él.
Cuando fue juzgado por Dios y lanzado a la tierra, Lucero sedujo a la tercera parte de los ángeles y corrompió a la primera creación de Dios. Esos ángeles y seres vivientes llegaron a ser los principados y potestades del aire, los espíritus malignos y los demonios (Ef 6:12). De ese modo, desde su caída, Satanás ha ejercido control sobre los reinos de este mundo (1 Jn 5:19), por medio de esas fuerzas espirituales de maldad. Todas las autoridades del mundo en el cual vivimos también están bajo su gobierno, por eso el Señor lo llamó “el príncipe de este mundo” (Jn 16:11). Esta es la razón de que haya todo tipo de degradación y muerte, que vemos en todo lugar.
En este sentido, la palabra nos revela que el Señor no entregará el mundo venidero nuevamente al gobierno de los ángeles, sino al hombre. El plan de Dios es prepararnos, regenerándonos y transformándonos, para ejercer Su autoridad por medio de nosotros, y así reinaremos según la vida divina que recibimos de Él. ¡Amén!
Punto Clave:
Vaciarse del orgullo y la ambición.
Pregunta:
¿Por qué razón el Señor no le entregará el gobierno del mundo venidero a los ángeles?
La práctica de la verdad
Semana 8 - El perfeccionamiento de los santos para la edificación
Martes
Leer con oración:
Mt 24:42; Lc 19:17; Ro 6:23; 1 Co 15:45b; Gá 3:13
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en Gloria.”(Col 3:1-4)
Ser preparados para ejercer la autoridad divina
En Su sabiduría y gloria, el Señor creó al hombre a Su imagen y semejanza. Zacarías 12:1 nos dice que el Señor extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. Cuando el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, Él sopló el espíritu humano en sus narices, y el hombre llegó a ser un alma viviente (Gn 2:7). Él estaba preparando al hombre para que pudiera recibirlo como su vida, a fin de habitar en su espíritu, mezclándose con el hombre. Aunque los ángeles son seres espirituales, Dios no los creó con un espíritu apto para recibirlo.
Lamentablemente, por causa del engaño de la serpiente, el hombre no recibió la vida de Dios en su espíritu, sino el pecado, que acabó apartándolo del Creador. Entonces Dios Padre elaboró un plan de redención, en el cual Su Hijo, Jesucristo, fue entregado para morir en nuestro lugar (Ro 6:23; Gá 3:13). Asimismo, en resurrección, el Señor se hizo el Espíritu vivificante (1 Co 15:45b), que regenera y liberta del yugo del pecado a todo aquel que cree en Él. ¡Alabado sea el Señor!
Ahora, Él desea infundir más de Su vida en Sus hijos, a fin de hacerlos crecer y madurar, hasta que sean aptos para recibir Su herencia, Su galardón. Sólo por medio de esa vida podremos gobernar el mundo venidero. Este es el plan original de Dios, que creó al hombre para participar con Él de Su vida y autoridad.
Por eso hoy buscamos el crecimiento de vida, negando nuestra vida del alma, viviendo la vida de la iglesia, sirviendo al Señor en el espíritu y predicando el evangelio a todas las personas, para que más de la vida divina sea trabajada en nosotros y, al final, recibamos la plena filiación. Cuando eso ocurra, se cumplirá lo que está escrito en Colosenses 3:4: “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Esto es equivalente a lo que Pedro dijo con respecto al valor de nuestra fe que, una vez que sea confirmado, resultará en alabanza, gloria y honra cuando Jesucristo sea manifestado. ¡Aleluya!
Por tanto, necesitamos velar y orar, pues este gran día se acerca. Todas las cosas a nuestro alrededor anuncian que la venida del Señor está cerca. Hay muchos eventos que confirman la llegada del fin de esta era. Entonces, el gobierno de este mundo estará bajo el absoluto dominio del anticristo, que un día será manifestado. Pero, antes de eso, el Señor arrebatará a Sus vencedores y una gran tribulación afectará al mundo entero. En ese momento, el anticristo perseguirá a los hijos de Dios que queden en la tierra. Finalmente, él será derrotado y aprisionado, y los reinos de este mundo serán del Señor, que establecerá Su reino celestial (Ap 11:15).
Los vencedores serán investidos de autoridad para gobernar sobre las naciones por un periodo de mil años (20:6). Mañana veremos más detalles sobre eso.
Punto Clave:
Velar y orar porque el reino de los cielos se acerca.
Pregunta:
¿Cuál es su real necesidad hoy, considerando que la venida del Señor está cada vez más cerca?
La práctica de la verdad
Semana 8 - El perfeccionamiento de los santos para la edificación
Miércoles
Leer con oración:
Mt 16:27; He 11:6; Ap 2:26; 5:10
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”(Ap 22:12)
El Señor es El Justo galardonador
Ayer vimos que al final de esta era los vencedores recibirán del Señor el galardón, que es la autoridad para gobernar a las naciones en el reino venidero. Esas naciones estarán compuestas por aquellos que, aunque no serán regenerados, tendrán compasión de los hijos de Dios durante la gran tribulación, al final de esta era. Esto fue profetizado por el mismo Señor Jesús en Mateo 25, cuando presenta a dos grupos de personas tipificados por las ovejas y por los cabritos.
Durante la gran tribulación, el anticristo perseguirá a todos los hijos de Dios para matarlos. En ese tiempo, sólo aquellos que recibieron su marca, en la mano y en la frente, podrán comprar o vender víveres (Ap 13:16-17). Sin embargo, sólo recibirán esta marca aquellos que adoren al anticristo. La moneda que hoy usamos dejará de existir y, con el desarrollo de la tecnología, será sustituida por el uso del microchip y sistemas de información muy desarrollados.
De ese modo, a los genuinos hijos de Dios se les impedirá comprar y vender cualquier cosa. Ellos tendrán hambre, sed y frío. Quedarán desprotegidos, enfermos y además serán perseguidos y aprisionados. Gracias al Señor, según lo que es presentado por el Señor Jesús en Mateo 25, creemos que habrá un grupo de personas no regeneradas que, aunque tengan la marca de la bestia, tendrán compasión de los hijos de Dios. Esas personas serán las ovejas que compondrán las naciones terrenales durante el reino milenario; serán los ciudadanos del reino, sobre las cuales los vencedores ejercerán autoridad. Ellas ocultamente ayudarán a los cristianos, proporcionándoles alimentos, ropa, abrigo, remedios y otras cosas.
A esas personas el Señor les dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mt 25:34-36). Ellos le preguntarán al Señor cuándo hicieron esas cosas, y Él les responderá: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (v. 40).
El otro grupo mencionado en Mateo 25 son los cabritos, que tipifican a las personas que no tendrán compasión de los cristianos, negándoles los suministros necesarios para que sobrevivan durante la gran tribulación. Ellos irán al castigo eterno (v. 46).
Entonces el Señor regirá a las naciones juntamente con Sus vencedores, que reinarán con Él. Los vencedores serán aquellos que vivan de acuerdo con los requisitos presentados por el Señor en Mateo 5, 6 y 7. Si buscamos vivir de acuerdo con ese patrón, diariamente ejercitando nuestro espíritu y practicando esas palabras, recibiremos nuestro galardón de gobernar a las naciones en el mundo venidero, conforme a la proporción del crecimiento de vida que alcancemos.
Gracias al Señor por toda la palabra que hemos recibido hoy y por todas las oportunidades que Él nos ha dado de negar nuestra vida del alma para llenarnos con Su vida. Si guardamos la palabra de Su paciencia, es decir, si practicamos lo que Él nos ha hablado hoy, seremos salvos de la hora de la prueba que vendrá sobre el mundo entero (Ap 3:10).
Punto Clave:
Crecer en vida, negar la vida del alma y guardar las palabras del Señor.
Pregunta:
¿Quiénes serán los ciudadanos y los gobernantes del reino venidero?
La práctica de la verdad
Semana 8 - El perfeccionamiento de los santos para la edificación
Jueves
Leer con oración:
Gn 17:1; Mt 5:48; Ro 10:13; 2 Ti 3:17
“El ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos.”(1 Ti 4:8-9)
Ejercitar el espíritu para ganar el reino
El Señor desea que seamos perfeccionados en nuestro diario vivir, creciendo en vida, para que gobernemos el mundo venidero. Por eso el Espíritu nos conduce a vivir la vida de la iglesia, donde aprendemos a negar nuestra vida del alma y a seguir al Señor junto con los demás hermanos. Sin embargo, en Mateo 16, cuando el Señor habló sobre la iglesia y su edificación, Él no se refería a un templo físico. La voluntad del Señor es darnos una esfera espiritual en la cual todos Sus hijos se puedan desarrollar, creciendo y madurando, para obtener la plena filiación.
Aquellos que creyeron en el Señor ya poseen la vida divina, pero eso es sólo el comienzo. Para obtener la plena filiación, que es la condición para reinar con Cristo, necesitamos cooperar con Él, abriéndole el corazón y vaciándonos de nosotros mismos. Mientras más negamos la vida del alma, ejercitando nuestro espíritu, más de la vida divina recibimos. Puesto que la responsabilidad de gobernar en el reino venidero no puede ser confiada a los hijos de Dios que aún son inmaduros, necesitamos permitir que la vida de Dios crezca en nosotros.
Fuimos escogidos por Dios entre miles de personas. No obstante, de entre aquellos que fueron llamados, Él aún seleccionará a Sus escogidos (Mt 22:14), aquellos que, por haber madurado, heredarán Su reino. Esa madurez se relaciona a las experiencias de vida que tenemos con el Señor hoy. Necesitamos ser probados, ejercitarnos y tener experiencias a fin de estar habilitados lo suficiente para administrar y regir la porción que el Señor nos confiará. Hoy, en la iglesia, tenemos muchas oportunidades para que eso ocurra. Cada vez que nos involucramos en los servicios, cuidamos a los hermanos y predicamos el evangelio a las personas, perseverando en medio de las dificultades y tribulaciones, estamos siendo perfeccionados para ser Sus cooperadores en la administración de Su reino.
Un buen ejemplo para nosotros es el apóstol Juan. Aunque tenía una edad avanzada, después de haber vivido y pasado por tantas situaciones, y tras haber registrado en un libro todas las visiones que el Señor le dio acerca del fin de los tiempos, al salir de la prisión no se conformó sólo con tener aquel conocimiento, pues él sabía que aún necesitaba crecer más en vida y perfeccionar a otros.
La historia de la iglesia nos muestra que él partió hacia Éfeso con el fin de ayudar a la iglesia en aquella ciudad a practicar lo que había recibido. La vida de Dios ya había crecido en él de tal modo que no se preocupó de su edad ni tampoco de su descanso. Por medio del Espíritu y la vida, Juan ayudó a los efesios a ser restaurados a una condición espiritual deseable. Este es el camino para ser perfeccionados para reinar con el Señor.
Punto Clave:
Ser perfeccionados y madurar para cooperar con el Señor.
Pregunta:
¿De qué modo la vida de la iglesia nos proporciona el ambiente adecuado para crecer en vida?
La práctica de la verdad
Semana 8 - El perfeccionamiento de los santos para la edificación
Viernes
Leer con oración:
Ef 4:1 ,7, 15, 25; 5:8, 18
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”(Ef 4:11-13)
Ejercitar el espíritu para andar como es digno de nuestro llamamiento
El propósito del Señor al traernos a la iglesia es enseñarnos lecciones en cada situación que vivimos. Aunque nos enfrentamos a problemas y tribulaciones entre los hermanos, tenemos la oportunidad de volvernos al Espíritu para recibir más de la vida de Dios. Por medio del ejercicio del espíritu, somos llenados de la vida de Dios y habilitados para toda buena obra.
Durante su permanencia en Éfeso, ciertamente Juan tuvo la oportunidad de leer la epístola que Pablo había escrito a los efesios. El capítulo 1 de esa carta presenta de manera completa la revelación de toda la economía de Dios. Pablo describe que fuimos bendecidos con toda bendición espiritual, de tal forma que tenemos la bendición del Padre, predestinándonos para ser Sus hijos maduros; la bendición del Hijo, redimiéndonos y salvándonos; y la obra del Espíritu, sellándonos y haciéndonos herederos de la promesa. El resultado de todas esas bendiciones es la producción de la iglesia, la cual es Su Cuerpo, conforme a lo que vemos al final de ese capítulo (vs. 22-23).
En el capítulo 2 vemos que la iglesia está compuesta por todos aquellos que estaban muertos en sus delitos y pecados, pero que por causa de la misericordia y la gracia de Dios, fueron salvos, recibieron la vida divina, llegaron a ser la familia de Dios y están siendo edificados para ser la morada de Dios en el espíritu (2:22). En el capítulo 3, vemos que en ese ambiente de fe y amor podemos comprender, con todos los santos, todas las dimensiones del amor de Cristo, que excede a todo entendimiento (3:18-19).
En la secuencia, los capítulos 4 y 5 nos muestran que debemos andar como es digno de la vocación a la que fuimos llamados. Por tanto, tenemos cuatro tipos de andar, que debemos aplicar en nuestro vivir. Primeramente, tenemos que andar en la gracia y en la verdad, que vinieron por medio de Cristo. También debemos andar en la luz y en amor, que representan la naturaleza de Dios Padre. Esa práctica nos lleva a manifestar la vida divina que está en nosotros. Sin embargo, si nos enfocamos sólo en el conocimiento de las verdades, de modo doctrinal, y no buscamos practicarlas, nuestra cooperación con el Señor quedará seriamente comprometida.
Por eso, después de obtener el conocimiento de las verdades, necesitamos ejercitar inmediatamente nuestro espíritu, con la finalidad de practicar lo que hemos recibido, aplicando la Palabra en nuestro vivir diario.
Mientras más ejercitamos nuestro espíritu, sirviendo al Señor con nuestros dones, más gracia recibiremos (Ef 4:7). Así, todos nosotros, como miembros del Cuerpo de Cristo, podemos ser perfeccionados para desempeñar nuestra función en Su edificación (vs. 12-13, 16). ¡Aleluya!
Punto Clave:
Andar en la gracia, en la verdad, en amor y en la luz para edificar el Cuerpo de Cristo.
Pregunta:
¿Qué debemos hacer al recibir el conocimiento de alguna verdad?
La práctica de la verdad
Semana 8 - El perfeccionamiento de los santos para la edificación
Sábado
Leer con oración:
Gá 5:16, 25; 1 Jn 3:16, 18; 4:7-8, 11-12, 20
“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.”(1 Jn 2:10)
Andar en el espíritu para que el amor de Dios fluya
En Efesios 4:1 leemos: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”. Inmediatamente, el apóstol Pablo nos habla sobre andar en la gracia, en la verdad, en amor y en la luz. Puesto que Cristo vive en nosotros, podemos andar en la gracia y en la verdad. Por ser hijos amados de Dios Padre, viviendo bajo la luz, podemos andar en amor y en la luz. A medida que la vida de Dios crece en nosotros, nos volvemos más parecidos al Señor y expresamos Sus atributos y virtudes.
Además de las cuatro características de andar descritas arriba, Efesios 5 aún nos habla que debemos andar en el espíritu, diciendo: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios” (vs. 15-21). Esta debe ser la realidad de la vida de la iglesia: estar llenos en el espíritu como si estuviéramos “embriagados” del Espíritu.
Andando de esta manera, nosotros, que éramos un material inservible, podemos ser útiles a Dios. Asimismo, en el vivir de la iglesia, que incluye las reuniones, nuestro vivir familiar, social y la batalla espiritual, la vida divina fluirá, y se manifestará en amor. Que Cristo habite en nuestro corazón, por la fe, y que estemos arraigados y cimentados en amor, para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios (3:17-19).
Punto Clave:
Andar en el espíritu es la mejor manera de redimir el tiempo y andar de manera sabia.
Pregunta:
¿Cuáles son las prácticas enunciadas en la Epístola a los Efesios que nos ayudan a llenarnos del Espíritu?
La práctica de la verdad
Semana 8 - El perfeccionamiento de los santos para la edificación
Domingo
Leer con oración:
1 Co 14:31; Ef 4:11-13; Col 3:16; 2 Ti 2:15; 1 Ti 4:6
“Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos” (Nm 11:29). “El cual asimismo (Dios) nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.”(2 Co 3:6)
Ser perfeccionado para el ministerio de la palabra
Juan aprendió a negar la vida del alma durante los 20 años que permaneció preso en el exilio. Por ese motivo, él fue capaz de discernir la situación de la iglesia en Éfeso y ayudar a los hermanos allí. Él percibió que los efesios permanecían en la esfera del alma, discutiendo y analizando las verdades contenidas en la epístola escrita por Pablo, en lugar de practicar aquellas palabras. Esa condición era lamentable, porque la palabra del Señor estaba siendo desperdiciada. Por eso, al servir en la iglesia en Éfeso, Juan nuevamente trajo el encargo que Pablo les había transmitido a ellos: que la iglesia experimentara y viviera cada palabra contenida en aquella epístola.
El énfasis de Pablo en el libro de Efesios no era teórico, sino práctico, pues él mostró la necesidad de vivir y andar en el espíritu. En este sentido, no basta hablar sobre la iglesia o cantar himnos que se refieren a la iglesia, pues lo que el Señor requiere de nosotros es que tengamos un vivir de la iglesia que Lo exprese. Para eso, necesitamos ser perfeccionados.
En el capítulo 4 de Efesios, Pablo muestra que existen personas que Dios concedió a la iglesia para perfeccionarnos.
Son los profetas, evangelistas, pastores y maestros. No se trata de personas que ostentan una posición, sino que son aquellos que llevan la responsabilidad de perfeccionar a los que les fueron confiados. Cuando la iglesia recibe perfeccionamiento, muchos otros se convierten en apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.
Por ejemplo, si estamos en el espíritu cuando leemos la Palabra, recibimos luz y podemos transmitirles vida a otros por medio del ministerio de la Palabra. Podemos compartir lo que recibimos en un grupo familiar, en una reunión de estudio bíblico o en un lugar de oración. En realidad, el deseo del Señor es que todos seamos ministros de la Palabra (Nm 11:29; 1 Co 14:31).
Cuando desempeñamos el ministerio de la Palabra, estamos siendo perfeccionados y perfeccionamos a otros para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Punto Clave:
Ser un ministro de la Palabra para edificar el Cuerpo de Cristo.
Pregunta:
¿Qué ocurre cuando la iglesia es perfeccionada?
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Dong Yu Lan
¡Jesús es el Señor!