EL HOMBRE ESPIRITUAL (Parte 7 de 200)
EL ALMA
Además del espíritu, el órgano con el cual nos comunicamos con Dios, también tenemos alma. En ella el hombre está consciente de sí mismo y de su propia existencia. El alma es el órgano que constituye la personalidad del hombre. Todo lo que incluye la personalidad, es decir, todo elemento que constituye al hombre como tal, es parte del alma. Su intelecto, su mente, sus ideales, su amor, sus reacciones, sus juicios, su voluntad, etc., todo ello es parte del alma.
Ya dijimos que el espíritu y el cuerpo están fusionados en el alma. Por eso, ella constituye la personalidad del hombre y el centro de su ser. Por esta razón la Biblia llama alma al hombre, como si fuera la única parte que tuviese.
Por ejemplo, Génesis 12:5 habla de las almas que salieron de Harán. Cuando Jacob condujo su familia a Egipto, la Biblia dice que “todas las almas [o personas] de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta” (46:27). Existen muchos otros casos similares en el idioma original, donde la palabra “alma” se usa refiriéndose a personas. Esto obedece a que el alma es el asiento de la personalidad y su parte más destacada. La conducta del hombre es regida por su personalidad. La existencia del hombre, sus características y su vida provienen de su alma. Por eso la Biblia llama a los hombres almas.
Los tres elementos principales que conforman la personalidad del hombre son la voluntad, la mente y la parte afectiva. La voluntad es el órgano que reflexiona, forma juicios y decide. Sin la voluntad, el hombre sería una máquina. La mente es el órgano pensante; es nuestro intelecto. Nuestra inteligencia, conocimiento, y todo lo que incumbe a nuestra capacidad mental procede de la mente. Sin la mente, el hombre sería incoherente. La parte emotiva es el asiento del amor, el odio y los demás sentimientos. Podemos amar, odiar, regocijarnos, enojarnos, entristecernos y alegrarnos por esta facultad. Sin ella, el hombre sería insensible como la madera o como una piedra. Si estudiamos la Biblia cuidadosamente, encontraremos que los tres elementos principales de la personalidad del hombre pertenecen al alma. Ya que la cantidad de versículos es demasiado grande, sólo mencionaremos algunos como ejemplo.
El alma incluye la voluntad:
“No me entregues a la voluntad de mis enemigos” (Sal. 27:12).
“Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos” (Sal. 41:2).
“Y te entregué a la voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen” (Ez. 16:27).
“La dejarás en libertad [según su alma]” (Dt. 21:14).
“No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra!” (Sal. 35:25).
“Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación” (Nm. 30:2).
“Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos [o vuestras almas] en buscar a Jehová vuestro Dios” (1 Cr. 22:19).
“Por volver a la cual suspiran [o elevan su alma] ellos para habitar allí” (Jer. 44:14).
“Las cosas que mi alma no quería tocar” (Job 6:7),
“Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación” (Job 7:15).
Las expresiones “querer”, “desear”, “buscar”, “poned”, “suspiran”, “no quería” y “tuvo por mejor”, todas son funciones de la voluntad del hombre y, por ende, proceden del alma. Así que, el alma incluye la voluntad.
El alma también incluye el intelecto o la mente:
“El día que yo arrebata a ellos ... el anhelo de sus almas, y también sus hijos y sus hijas” (Ez. 24:25).
“Con enconamiento de ánimo” (Ez. 36:5).
“El alma sin ciencia no es buena” (Pr. 19:2).
“¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma...?” (Sal. 13:2).
“Estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien” (Sal. 139:14).
“Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí” (Lam. 3:20).
“Guarda la ley y el consejo, y serán vida a tu alma” (Pr. 3:21-22).
“Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría” (Pr. 24:14).
“Sin ciencia”, “consejos”, “lo sabe”, “en memoria”, etc., son actividades de la mente o el intelecto del hombre. La Biblia los considera parte del alma. El alma incluye el intelecto o la mente humana.
El alma también incluye los afectos:
El alma puede amar:
“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma” (Dt. 6:5).
“El alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 S. 18:1).
“Y darás el dinero por todo lo que deseas ... o por cualquier cosa que tú deseares” (Dt. 14:26).
“Lo que deseare tu alma, haré por ti” (1 S. 20:4).
“Y el deleite de vuestra alma” (Ez. 24:21).
“Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová” (Sal. 84:2).
“Así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Sal. 42:1).
“Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma” (Cnt. 1:7).
“Con mi alma te he deseado en la noche” (Is. 26:9).
“Mi Amado, en quien se complace Mi alma” (Mt. 12:18).
“Mi alma magnifica al Señor” (Lc. 1:46).
“Y una espada traspasará tu misma alma” (Lc. 2:35).
Estos versículos revelan que amar es una función del alma, pues de ella proviene.
El alma puede odiar:
“Que le hace que su vida aborrezca el pan, y su alma la comida suave” (Job 33:20).
“Y hiera a los cojos y ciegos aborrecidos del alma de David” (2 S. 5:
.
“Y también el alma de ellos me aborreció a mí” (Zac. 11:
.
“Está mi alma hastiada de mi vida” (Job 10:1).
“Su alma abominó todo alimento” (Sal. 107:18).
Vemos en estos versículos que el odio es una función del alma.
El alma puede ser afectada de otras maneras:
“Todo el pueblo estaba en amargura” (1 S. 30:6).
“Su alma está en amargura” (2 R. 4:27).
“Y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel” (Jue. 10:16).
“¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma...?” (Job 19:2).
“Mi alma se alegrará en mi Dios” (Is. 61:10).
“Alegra el alma de tu siervo” (Sal. 86:4).
“Su alma desfallecía en ellos” (Sal. 107:5).
“Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí” (Sal. 42:5)..
“Vuelve, oh alma mía, a tu reposo” (Sal. 116:7)..
“Quebrantada está mi alma de desear” (Sal. 119:20).
“Se deshace mi alma de ansiedad” (Sal. ll9:28).
“Suavidad al alma” (Pr. 16:24).
“Y se deleitará vuestra alma con grosura” (Is. 55:2).
“Cuando mi alma desfallecía en mí” (Jon. 2:7).
“Mi alma está profundamente triste” (Mt. 26:38).
“Ahora está turbada Mi alma” (Jn. 12:27).
“Atormentaba día tras día su alma” (2 P. 2:
.
Los versículos anteriores muestran cómo es afectada el alma. El sentimiento de ser afectado procede del alma. En ellos podemos ver las funciones de nuestras emociones. El amor, el odio, el sentido de haber sido afectado y las sensaciones, además de otros sentimientos, proceden del alma. Esto nos muestra que nuestra parte afectiva también es parte de nuestra alma. W. Nee
(Continua…)
¡Jesús es el Señor!