LA GENUINA AUTORIDAD Y SUMISION

LA GENUINA AUTORIDAD Y SUMISION
PREFACIO
La autoridad de Dios no es para la reprensión; es para que Su vida alcance al hombre. Mientras el hombre es mas sumiso a Dios, mas la vida divina crece en él, y puede ser comisionado por Dios para hacer Su obra
La autoridad espiritual no viene de la competencia humana, sino que viene por la vida de Dios y por Su elección.
Muchos piensan que es suficiente someterse a la autoridad directa de Dios, sin embargo, es extremadamente importante saber que también necesitamos someternos a la autoridad representativa de Dios. Cuando se ofende a la autoridad delegada por Dios, se ofende a Dios mismo.
¡Cómo podemos reconocer la autoridad delegada por Dios? En este libro, Dong Yu Lan nos muestra como identificar esta autoridad. También nos presenta algunas situaciones de rebelión registradas en la Biblia, su condición latente, su manifestación y sus consecuencias.
El contenido de este libro es de vital importancia para mantener el orden y la armonía en todas las esferas de nuestra vida, e intenta prepara a los hijos de Dios para alcanzar mayor responsabilidad y utilidad en Su reino venidero.
CAPITULO UNO
LA REBELION DE LUCERO
La autoridad del Creador
“En el principio creo Dios los cielos y la tierra” (Gen 1:1). La Biblia comienza con el relato de la creación del primer mundo. En este versículo, el verbo “crear” tiene el significado de traer algo a la existencia a partir de la nada. Sólo Dios tiene esta capacidad creadora. El es el origen del universo; todo fue creado por medio de El y para El (Col 1:16b).Po lo tanto, Dios es la única autoridad absoluta en este universo y es quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder (He 1:3), es decir, El ejerce Su autoridad con poder a fin de sustentar el universo por medio de Su palabra.
El cielo fue creado para la tierra
En Zacarías 12 leemos: “Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de el, ha dicho” (v.1) Lo mismo vemos en Isaías: “Mi mano fundo también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo” (48:13ª). Estos versículos nos revelan que el cielo fue creado para la tierra, y la tierra fue creada para el hombre.
Sin embargo, aquí estamos hablando del primer mundo, cuando Dios creó el cielo e inmediatamente la tierra, mucho antes de crear al hombre.
Los cielos fueron creados de una manera magnifica, como dice el salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de Sus manos” (Sal 19:1). Cuando Pablo les escribió a los romanos les afirmó: “Porque las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (1:20).
En el libro de Job, Dios revela cuan sabiamente creó la tierra. Él le pregunta a Job: ¿Dónde estabas tú cuando Yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordeno sus medidas, si lo sabes? ¿O quien extendió sobre ellas cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quien puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?” (38:4-7).
Cuando Dios creó la tierra, los seres celestiales descritos como los hijos de Dios alababan y se regocijaban (v. 7), maravillados por la magnificencia y la sabiduría del Creador. Y entre ellos estaba el arcángel Lucero.
El primer ministro
Al continuar con la lectura del capítulo de Génesis, tenemos: “ Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. ¿Qué paso con la tierra? Acabamos de decir que fue creada por Dios de manera maravillosa y perfecta, pero en Génesis esta registrado que se volvió desordenada y vacía, e incluso que había tinieblas sobre la faz del abismo. Algo muy serio ocurrió en el universo, a tal punto de haber desfigurado la tierra.
El libro de Ezequiel nos ayuda a revelar este ministerio. El capitulo 28 describe a un ser creado por Dios con perfección, lleno de sabiduría y hermosura: “Así ha dicho Jehová el Señor: Tu eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. El Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisolito, berilo, y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tu, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas” (vs. 12-14). Si asociamos este texto con el de Isaías 14:12-15, podemos concluir que ambos se refieren a Lucero, un líder de entre los ángeles.
Las piedras preciosas representan los dones y las capacidades que Dios le dio a ese querubín en la creación. Como vimos, Ezequiel 28 dice que fue Dios quien lo estableció; el era un querubín grande, protector y estaba en Edén, el huerto de Dios, en el santo monte de Dios (vs. 13-14). Lucero fue creado como en la posición de un príncipe, o de un rey, para gobernar sobre el primer mundo creado por Dios. Por consiguiente, el fue el primer ministro de Dios.
La caída
“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojare por tierra” (Ez 28:15-17). ¿Cómo entró la iniquidad en Lucero? ¿Cómo se corrompió?
La grandeza de Dios hizo que Él no imponga nada sobre Sus criaturas; antes bien, Él les da el derecho del libre albedrio. Los ángeles fueron creados como ministros de Dios para servirle (He 1:14). Están para cumplir Sus órdenes. Mientras prevalezca la autoridad de Dios en el universo, la justicia y la paz se mantendrán, sin ninguna señal de iniquidad.
Cuando Lucero –dotado por Dios de una gran inteligencia y sabiduría- se creyó muy capaz a tal punto de considerar que podía ser el mismo la fuente de sus acciones, la iniquidad entro en el. Incluso parece que, desde el principio, su intención era buena: quería servir a Dios con sus aptitudes, pero poco a poco, se convirtió en un poder paralelo al del Creador.
El libro de Isaías revela que la extrema capacidad u sabiduría del arcángel lo llevaron al orgullo y la exaltación. En el texto que sigue, se destaca bien el ego de Lucero: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cuelo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantare mi trono, y en el monte del testimonio me sentare, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tu derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (14:12-15).
Hasta cierto tiempo, el cumplió fielmente la voluntad de Dios, y Dios lo fue elevando de posición, hasta que ya estaba por encima de los ángeles. Él subió hasta convertirse en el principal de entre los arcángeles. No obstante, en un determinado momento su ego se opuso a Dios. Allí se manifestó que tenía la ambición de tener la misma posición que el Creador. A Partir de entonces, la Biblia llamo Satanás, el enemigo de Dios.
Con el surgimiento de una segunda fuente de autoridad en el universo, el desorden y la confusión sustituyeron la armonía, la justicia y la paz. Por eso Dios echo por tierra. Entonces, Satanás corrompió a las tercer parte de los ángeles, que lo siguió en su rebelión (Ap 12:4). Estos ángeles son identificados como los principados y las potestades, los gobernadores de las tinieblas de este siglo, las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales, descritos por el apóstol Pablo en su epístola a los efesios (6:12).
En la tierra corrompió a las criaturas preadámicas que existían en esa época, sobre las cuales Lucero y sus ángeles gobernaban, contaminándolas con su rebelión y arrogancia, y así se convirtieron en los demonios, que son los espíritus inmundos, los espíritus malignos, o malos (Lc 7:21; 8:2). Esto obligo a Dios a intervenir con las aguas de Su juicio, lo que resulto en una tierra desordenada y vacía, con tinieblas sobre la faz del abismo. Este es el cuadro desolador que resulto de la rebelión de Satanás.
El verdadero motivo de la caída
Es posible que la caída de Lucero no haya sido repentina, sino algo gradual y lento que Dios fue soportando: “Tú que decías en tu corazón…” (Is 14:13a). Todo el proceso puede haber sido largo, porque Dios siempre da oportunidades y usa Su misericordia, de la cual siempre Sus criaturas se valieron. Él debió haber servido a Dios con toda su fidelidad por mucho tiempo, hasta que, poco a poco, por causa de su extrema sabiduría y hermosura, pensó que podía actuar por su propia cuenta y ayudar a Dios con su gran capacidad. Su alma, que antes le era totalmente sumisa, comenzó a hacer cosas a partir de si mismo: la fuente de sus acciones era Dios. No obstante, después de haber realizado tantas cosas con éxito, pensó que era su capacidad misma el origen del éxito. Así despertó el “yo”, el ego, como otra fuente de autoridad, además de la de Dios. Su alma ya no dependía de Dios, como cuando fue creada, lo que resulto en una vida autónoma, que solo expresaba su ego.
A fin de establecerse como una fuente autónoma de autoridad, Satanás necesitaba basarse en una razón y argumentos, y para conquistar seguidores usó su poder de convencimiento y negociación: “A causa de la multitud de tus contrataciones (comercio, en el original hebreo) fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eche del monte de Dios, y te arroje de entre las piedras del fuego, oh querubín protector” (Ez 28:16).
Comercio
El comercio implica negociación, por lo tanto Satanás debe haber ofrecido algunos beneficios y poder a cambio de apoyo. Esto quedó en evidencia cuando Jesús fue tentado por el diablo: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostro todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mt 4:8-9). El versículo indica, en primer lugar, que Satanás realmente había recibido de Dios la autoridad sobre el primer mundo y una vez que fue lanzado en la tierra, usurpo los reinos del mundo. En segundo lugar, revela su modo de operar: el comercio. Prometió darle a Jesús todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, pero a cambio, exigía sumisión.
Cada vez que alguien no se sujeta a la autoridad de Dios y quiere establecer la suya, necesita conseguir a un grupo de seguidores por medio de sus razonamientos y después, por medio de promesas de cargos y beneficios, para satisfacer la ambición de los adeptos. Este es el principio de conducta de Satanás. Así fue como logro que un tercio de los ángeles que lo siguieron cayeron en su propia ambición e insatisfacción.
Tomar el reino con halagos
En Las profecías de Daniel, se habla de un hombre despreciable que en tipología, prefigura al anticristo. Él habría sido Antíoco Epífanes. “Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos” (11:21). Este pasaje registra el periodo final del imperio de Grecia; habla sobre las muchas luchas entre los reyes del Sur, los Ptolomeos de Egipto, Y Los reyes del Norte, los Seléucidas de Siria. El hombre despreciable seria del reino del norte.
La profecía continua: “Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos, junto con él, engañara y subirá, saldrá vencedor con poca gente. Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra las fortalezas formará sus designios; y esto por un tiempo” (vs. 22-24).
La otra característica de Satanás es causar intrigas –esto forma parte de las tácticas militares para tomar un reino-. Cuando todo está bajo el gobierno de Dios, el resultado es paz y armonía. Sin embargo, para desestabilizar Su autoridad, Satanás usa este medio vil para causar confusión, generar enemistades y desconfianzas.
La característica divina es producir la paz. Por eso la séptima bienaventuranza de Mateo 5, proferida por el Señor Jesús, es: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Por donde quiera que pasemos, debemos dejar un rastro de paz, nunca de intrigas. Dong Yu Lan
¡Jesús es el Señor!