LA CRUZ DE CRISTO
Hemos visto que los capítulos 1 a 8 de Romanos se dividen en dos secciones: en la primera tenemos la Sangre para expiar lo que hemos hecho, y en la segunda tenemos la Cruz para tratar con lo que somos, No sólo necesitamos la Sangre para perdón, sino también la Cruz para libramos,
ALGUNAS DISTINCIONES ADICIONALES
Además, se mencionan dos diferentes aspectos de la resurrección en estas dos secciones, en los capítulos 4 y 6. En Romanos 4:25 se menciona la resurrección como prueba de nuestra justificación: “Jesús, Señor nuestro... fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación”. Aquí se trata de nuestra posición ante Dios. Pero en el capítulo 6, versículo 4, la resurrección se menciona como una comunicación de vida a fin de que andemos en santidad: “A fin de que como Cristo resucitó de los muertos... así también nosotros andemos en vida nueva.” Aquí se trata de nuestra conducta.
La paz es tratada en ambas secciones, en los capítulos 5 y 8 respectivamente. ¿A qué clase de paz se refiere Romanos 5:1? Paz con Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Ahora que tengo el perdón de pecados, Dios no me será más causa de preocupación y terror -yo que era un enemigo de Dios he sido reconciliado por la muerte de su Hijo (Ha. 5:10), pero muy pronto encuentro que yo mismo
voy a ser gran causa de preocupación. Aún hay desasosiego dentro de mí porque hay algo que me lleva al pecado. Hay paz con Dios, pero no conmigo mismo. Hay guerra en mi propio corazón.
Esta condición está bien descrita en Romanos 7 donde se ve que la carne y el Espíritu están en conflicto mortal dentro de mí. Pero de aquí el argumento nos lleva al capítulo 8, donde se nos destaca la paz interior producida, por un andar en el Espíritu. La mente carnal es muerte, porque es enemistad contra Dios”, pero la mente del Espíritu “es vida y paz” (Ro.8:6,7).
Investigando más, hallamos que la primera mitad de la sección, trata de la justificación (ver ejemplo, Ro. 3: 24-26; 4:5,25), en tanto que la segunda mitad, tiene como tema principal la santificación (ver Ro. 6:19, 22). Cuando conocemos la preciosa verdad de la justificación por la fe, conocemos apenas la mitad de la verdad. Sólo hemos solucionado el problema de nuestra posición delante de Dios. A medida que avanzamos, Dios tiene algo más que ofrecemos, esto es, la solución del problema de nuestra conducta; y el pensamiento que se desarrolla en estos capítulos sirve para enfatizar este punto. En cada caso, el segundo paso sigue al primero, y si sólo conocemos el primero, estamos viviendo una vida cristiana subnormal. Pero entonces ¿cómo podremos vivir una vida cristiana normal? ¿Cómo entraremos en esta vida?
Por supuesto debemos, en primer lugar, tener el perdón de nuestros pecados, necesitamos la justificación, debemos tener paz con Dios: éstas constituyen nuestro fundamento esencial.
Pero una vez establecida esta base por medio de nuestro primer acto de fe en Cristo, se desprende claramente de lo que ya se ha dicho que debemos seguir adelante, que hay algo más.
Vemos que la Sangre trata con nuestros pecados. En el Calvario, el Señor Jesús los llevó por nosotros como nuestro Sustituto y así obtuvo nuestro perdón, justificación y reconciliación.
Pero debemos dar otro paso en el plan de Dios para entender cómo El trata con la raíz de esos pecados.
Tomado de “La vida cristiana normal” de W. Nee
¡Jesús es el Señor!