EL CRISTIANO CARNAL
Todo creyente puede, igual que Pablo, ser lleno del Espíritu Santo al momento de creer y ser bautizado (Hch. 9:17-18). Sin embargo, muchos creyentes no creen verdaderamente que Cristo murió y resucitó como un hecho cumplido por ellos, ni aplican en la práctica el principio de la muerte y la resurrección, al cual el Espíritu Santo los llama a obedecer. Permanecen sujetos al control de la carne, como si no hubiesen muerto y resucitado, aunque en realidad ya murieron y resucitaron, según lo que Cristo efectuó, y piensan que deben morir a ellos mismos y vivir para Dios de acuerdo con su obligación como discípulos. Se puede decir que esta clase de creyentes es anormal. Pero los creyentes anormales no sólo se encuentran en estos días, pues ya existían en los tiempos de los apóstoles. Los corintios son un ejemplo de esto, como lo podemos ver en lo que Pablo les dijo:
“Y yo, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a carne, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no alimento sólido; porque aún no erais capaces de recibirlo. Pero ni siquiera sois capaces ahora, porque todavía sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos y contiendas, ¿no sois carnales, y andáis según lo humano?” (1 Co. 3:1-3).
Aquí el apóstol clasifica a los creyentes en dos categorías: los espirituales y los carnales. Los creyentes espirituales no son en ninguna manera cristianos extraordinarios, sino que son normales. Son los cristianos carnales los que son extraordinarios, ya que son anormales. Los corintios eran cristianos, pero no eran espirituales, sino carnales. Tres veces en ese capítulo de la Biblia el apóstol afirma que eran carnales. Por la sabiduría que el apóstol había recibido del Espíritu Santo, sabía que primero debía determinar a qué grupo realmente pertenecían para definir qué verdad doctrinal les debía ministrar.
A la luz de las Escrituras, la regeneración es un nacimiento. Cuando uno es regenerado, el espíritu que yace en lo más recóndito de su ser, es renovado y habitado por el Espíritu de Dios. Sin embargo, se necesita tiempo para que el poder de esta nueva vida se extienda desde el centro hacia la circunferencia. Por lo tanto, no podemos esperar que un niño en Cristo tenga la fuerza de un joven ni la experiencia de un padre. Un creyente recién regenerado, aun si ama al Señor con todo su corazón, es ferviente en su servicio y avanza fielmente con el Señor, se le tiene que dar tiempo para que tenga la oportunidad de reconocer mejor cuán abominables son el pecado y el yo, y para que entienda mejor la voluntad y el camino de Dios en la vida espiritual. Por supuesto, entre estos creyentes, a menudo existen algunos que realmente aman al Señor con fervor extraordinario y se deleitan grandemente en la verdad, pero esto no es más que la operación de las emociones y los pensamientos que no han sido probados por fuego, y en consecuencia no perdura. De todos modos, es inevitable que un creyente recién regenerado sea carnal, ya que no conoce la carne, aunque esté lleno del Espíritu Santo. Uno no puede eliminar las obras de la carne si no se da cuenta que ellas son el producto de la carne. Por lo tanto, en realidad muchos creyentes recién nacidos son verdaderamente carnales.
En la Biblia no se espera que una persona que acaba de creer en el Señor sea espiritual inmediatamente. Sin embargo, si por años o aun décadas no se le ve ningún progreso y permanece en la condición de niño, aquello no es apropiado, y su caso es de lo más triste. Después de hablar de los que son niños en Cristo, el apóstol añade que quienes permanecen como niños por un período largo, también son de la carne. Por supuesto, así es. Antes de eso, Pablo dice que los creyentes corintios son carnales, niños en Cristo, pero aun en ese tiempo ellos seguían siendo carnales. Para ese entonces, deberían haber crecido y llegado a cierta madurez, pero se estancaron al punto de permanecer como niños. En consecuencia, siguieron siendo creyentes carnales.
El tiempo necesario para que un creyente pase de la etapa de ser carnal a la de ser espiritual no es tan largo como algunos se imaginan. Aunque no habían pasado muchos años desde que los creyentes corintios habían llegado a ser cristianos, el apóstol estimaba que ya era tiempo de que hubiesen dejado la etapa de la niñez y de vivir en la carne. El esperaba que a estas alturas ya fueran espirituales. El propósito de la redención es quitar todos los impedimentos para que el Espíritu Santo tome pleno control de todo el ser de uno y lo haga espiritual. Esta redención nunca fracasa, pues el poder del Espíritu Santo no es insignificante. Así como un pecador carnal puede llegar a ser un creyente regenerado, de igual manera, un creyente regenerado que todavía es carnal, puede llegar a ser espiritual. Lo triste es que entre los creyentes de hoy hay algunos que han permanecido como niños, no solamente por algunos años, sino que continúan en su viejo yo por décadas sin progreso alguno. Además, aunque hay algunos que progresan en la vida espiritual en pocos años, se sorprenden pensando que eso no es lo usual. En realidad, esto es lo normal; no es otra cosa que el crecimiento normal.
¿Cuántos años hace que creímos en el Señor? ¿Hemos llegado a ser espirituales? No debemos llegar a ser niños viejos, lo cual causa aflicción al Espíritu Santo y nos trae pérdida a nosotros mismos. Como creyentes regenerados debemos anhelar una vida espiritual completa y debemos permitir que el Espíritu Santo sea Amo y Señor en todo, para que pueda en el menor tiempo posible guiarnos a lo que Dios ha preparado para nosotros. Por ningún motivo debemos desperdiciar nuestro tiempo quedándonos estancados. Podemos investigar las razones por las que una persona permanece como niño por tanto tiempo, sin crecimiento alguno. Por lo general hay dos razones: una es que quienes cuidan de los creyentes, sólo prestan atención a la gracia de Dios y a la posición que los creyentes tienen en Cristo, y no los instan a ir en pos de experiencias espirituales, o ellos mismos, por desconocer la vida en el Espíritu Santo, son incapaces de guiar a los que cuidan a una vida más abundante. La segunda razón es que los creyentes mismos muestran muy poco interés en las cosas del Espíritu, pensando que basta con ser salvos; o no tienen hambre ni sed de las cosas del Espíritu; o, después de conocer los requisitos, no están dispuestos a hacer lo requerido, porque es demasiado difícil. Debido a esto, hay muchos en la iglesia que envejecen siendo niños.
¿Cuáles son las características de un creyente carnal? La primera es que sigue siendo niño mucho tiempo (He. 5:11-14). La etapa de la niñez no debe exceder a unos cuantos años. Una persona es regenerada por creer en la redención que el Hijo de Dios efectuó por ella en la cruz. Cuando cree, también debe creer que fue crucificada juntamente con el Salvador y permitir que el Espíritu Santo la libre del poder de la carne. Si ignora este principio, inevitablemente será carnal durante muchos años.
La segunda característica de un creyente carnal, es la incapacidad de recibir las enseñanzas espirituales. “Hermanos ...os di a beber leche, y no alimento sólido; porque aún no erais capaces de recibirlo. Pero ni siquiera sois capaces ahora”. Los corintios se jactaban de su gran conocimiento y de su elevada sabiduría. Hasta donde sabemos, la iglesia en Corinto fue posiblemente la iglesia que tenía más conocimiento entre las iglesias de ese tiempo. Ellos fueron “enriquecidos en ...todo conocimiento” (1:5). Debido a eso, Pablo dio gracias a Dios por ellos. Si en esa ocasión Pablo les hubiera anunciado las verdades espirituales, ellos habrían entendido cada palabra, pero todo habría estado en la mente. Aunque ellos tenían tanto conocimiento, no tenían el poder para expresar en sus vidas prácticas lo que sabían. Es posible que en la actualidad haya muchos creyentes carnales que conocen algunas doctrinas y que pueden impartir verdades espirituales, pero ellos mismos no son espirituales. El verdadero conocimiento espiritual no consiste en pensamientos maravillosos y profundos, sino en una experiencia práctica que se obtiene en el espíritu como resultado de una armonía en el creyente entre la vida y la verdad. La inteligencia no sirve, y tampoco basta con tener un deseo ferviente de conocer la verdad. Nuestra vida debe ser completamente obediente al Espíritu Santo para poder aprender de El. De no ser así, sólo se producirá una comunicación de ideas de una mente a otra. Un conocimiento de esta clase no puede hacer que una persona carnal sea espiritual. Por el contrario, su vida carnal hará que su conocimiento también sea carnal. Lo que le falta a esta clase de persona no es más enseñanzas espirituales (el apóstol veía que no era muy necesario mencionar esto), sino un corazón dispuesto a someterse al Espíritu Santo, a obedecerle y a tomar el camino de la cruz. El conocimiento espiritual sólo fortalece la carnalidad de una persona así, y le ayuda a engañarse a sí misma, pensando que es espiritual, pues si no fuera así, ¿cómo podría saber tantas cosas espirituales? Pero ¿cuántas de las cosas que sabe las ha aprendido en la vida diaria, y cuántas son sólo con conceptos intelectuales? ¡Qué Dios nos dé Su gracia!
Hay otra clara evidencia de que uno es carnal. “Porque todavía sois carnales” ¿Cuál es la razón? “Pues habiendo entre vosotros celos y contiendas, ¿no sois carnales, y andáis según lo humano? (1 Co. 3:3). Los pecados de los celos y la contienda son una evidencia de que uno es carnal. Había contiendas en la iglesia de Corinto, y varios creyentes alegaban: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (1:12). Aunque había algunos que contendían por Cristo, diciendo: “Yo [soy] de Cristo”, esto también era obra de la carne. La carne está llena de envidia y contienda. Exaltar a Cristo con esta actitud también es de la carne. Por lo tanto, cualquier jactancia sectaria es, en el mejor de los casos, nada más que balbuceo de niños. Las divisiones dentro de la iglesia se deben exclusivamente a la falta de amor y a andar según la carne, así como Dios lo expresa en este pasaje. Contender por la verdad es sólo un pretexto.
Los pecadores del mundo son hombres de carne. Debido a que no son regenerados, tienen sus almas y sus cuerpos como amos. Si un creyente también es de la carne, entonces anda según lo humano. Los hombres del mundo son carnales por naturaleza y, por lo tanto, se justifica en cierta medida que un recién regenerado esté en la carne. Pero pasan años de haber creído en el Señor, mas cuando usted debería ya ser espiritual desde hace mucho tiempo, ¿por qué todavía anda según lo humano?
Fracasar y pecar con frecuencia como los demás, pone de manifiesto que la persona es de la carne. Si un creyente no puede vencer su mal genio ni su peculiaridad y sigue siendo egoísta, contencioso, jactancioso, no puede perdonar las faltas de otros, habla con aspereza, entonces indiscutiblemente todavía es de la carne, no importa cuántas verdades espirituales conozca, cuántas experiencias espirituales piense que ha obtenido, ni cuán ferviente o eficaz sea su labor.
Ser carnal significa “andar según lo humano”. Debemos preguntarnos, si hemos cesado completamente de andar según lo humano. Si todavía hay cosas en nuestra vida que siguen dando la apariencia de gente mundana, entonces todavía somos de la carne. No es necesario discutir sobre la terminología si espirituales o carnales. Si no somos gobernados por el Espíritu Santo, ¿qué nos ganamos, aunque nos llamen espirituales? Es un asunto de vida, no de terminología.
Tomado de “El Hombre Espiritual” W. Nee
¡Jesús es el Señor!