AGUAS REFRESCANTES 26 de OCTUBRE
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25.
El tema de este versículo no contempla tanto la venida de Cristo para morir por los pecadores, como la entrega de sí mismo a ellos, en amor. Juan nos relata cómo los soldados vinieron a la cruz para examinar el cuerpo de Jesús. Descubrieron con sorpresa que ya estaba muerto, pero, sin embargo, punzaron su costado con la lanza y del mismo fluyó sangre yagua. Esto representa simbólicamente los dos aspectos de la obra de Cristo. Por una parte, el derramamiento de su sangre para redimimos de nuestro pecado, y por la otra, el fluir hacia nosotros del agua de vida.
Morir por los pecados es una cosa, pero morir por amor es mucho más. Cristo murió por nosotros para poder darse a nosotros. La clave vital de nuestra nueva vida radica precisamente aquí. Ni el arrepentimiento, ni la confesión de pecados nos constituyen en parte de Cristo, como tampoco la fe lo hace. Es la vida de Cristo que se nos imparte por medio de un hecho divino la que nos constituye como parte de la Iglesia que El amó y por la cual se entregó.
W. Nee
Jesus se el Señor!
La iglesia en Armenia