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 ¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 2)

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hgo1939
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MensajeTema: ¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 2)   ¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 2) I_icon_minitimeDom Mayo 08, 2011 9:32 pm

¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 2)
El mundo actual
Lunes --- Lectura bíblica: Job 38:6-7; Is 14:12-15; Ez 28:17; Ef 6:12; He 2:5-7; 1 Jn 5:19; Ap 12: 9
Leer cn oración: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Jn 12:31-32)
EL MUNDO ACTUAL BAJO LA INFLUENCIA DE SU PRÍNCIPE
La Biblia nos revela que el mundo venidero no será entregado a los ángeles, sino a los hombres (He 2:5). Es alentador saber que nosotros podemos ser aquellos que gobernarán el mundo venidero (vs. 6-7). Gracias al Señor, porque esto nos trae mucho aliento y consuelo, pues nos anuncia un futuro promisorio. Por otra parte, al leer estos versículos, percibimos la necesidad de desarrollar nuestra salvación con temor y temblor (Fil 2:12).
Como cristianos, ya recibimos el evangelio de la gracia, por tanto, el problema del pecado ya fue solucionado, pero ahora, en el tiempo presente, debemos buscar el objetivo final de la salvación de Dios, de Su propósito eterno: crecer en la vida divina hasta llegar a ser hijos maduros, aptos para gobernar con Cristo en la próxima era.
La semana anterior vimos que cuando Dios creó el universo, todo fue hecho lleno de belleza y esplendor, mucho más de lo que podemos imaginar (Gn 1:1; Job 38:6-7). Así también era Lucero, el ángel al que Dios le encargó gobernarlo. No obstante, él usó sus dones, su belleza y la sabiduría que Dios le dio con arrogancia, por eso su corazón se llenó de orgullo (Ez 28:6, 17). Entonces empezó a creer que la posición destacada que había alcanzado se debía a su capacidad personal y por eso, su corazón se enalteció.
Por causa de su soberbia, Lucero tuvo la ambición de elevar su posición. Su codicia se volvió desenfrenada, desmedida y eso lo llevó al extremo de querer ser igual al Altísimo (Is 14:13-14). Por esa razón Dios lo echó por tierra, junto con los ángeles que le siguieron en su rebelión (vs. 15; Ap 12:3-4). Éstos se convirtieron en los principados y potestades del aire, mencionados en Efesios 6:12. Finalmente, como un ángel caído, Lucero llegó a ser Satanás, cuyo significado es: adversario de Dios (Ap 12:9), y usurpó el mundo en el cual hoy vivimos, el mundo actual, el cual se opone a Dios e intenta destruir todo lo que Él hace.
A partir del relato de la recreación en Génesis 1 y 2, percibimos que Dios le da mucha importancia al hombre. Él creó al hombre y a la mujer con el objetivo de restaurar la tierra a su condición original. Sin embargo, como sabemos, el matrimonio que fue comisionado por Dios para esa finalidad fue engañado por la serpiente, que los indujo a comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal; en consecuencia, el pecado y la muerte entraron en la humanidad (Ro 5:12).
El mundo actual es perverso y tenebroso, pues está en las manos de Satanás (Gá 1:4; Ef 6:12). El Evangelio de Juan muestra que existe un príncipe que lo rige (12:31) y lo sistematizó para controlarlo.
Hoy existen más de doscientas naciones y todas forman parte de un sistema maligno. En todas partes hay una confusión que afecta el bienestar de los ciudadanos. Esto es obra del enemigo de Dios, y demuestra que el mundo entero está bajo el maligno (1 Jn 5:19). Él es quien provoca las intrigas, los conflictos y las disensiones entre las personas para llevar a cabo sus designios, que son hurtar, matar y destruir al hombre creado por Dios (Jn 10:10a).
Ante el desorden que impera en el mundo actual, tenemos que reaccionar llevando a cabo nuestra salvación para participar del reino de justicia, paz y gozo que el Señor Jesús, como el Príncipe de paz, traerá sobre la tierra en el mundo venidero (Is 9:6; 32:1; Ro 14:17). ¡Amén!
Punto Clave: El orgullo y la ambición no proceden de Dios.
Pregunta: ¿Cuál es el objetivo final de la salvación de Dios?



Martes --- Lectura bíblica: Mt 1:18; Ro 6:5-9; 8:3; 6:23; Ef 4:8; Ap 12:1-5
Leer cn oración: “(Cristo) Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col 2:14-15)
EL TRIUNFO EN LA CRUZ Y EL PODER DE LA RESURRECCIÓN
Satanás manipula al mundo utilizando el poder de la muerte. Todos los hombres temen morir, ir al infierno y no salir de allí. Todos los seres humanos, sin excepción, mueren, por cuanto todos pecaron, y porque la paga del pecado es la muerte (Ro 6:23). Cuando alguien muere, su alma va a un lugar llamado Hades, que retiene a los muertos (Lc 16:23). La puerta del Hades sólo es de entrada, no existe salida, es decir, quien entra allí no puede salir.
Sin embargo, el Señor Jesús venció a la muerte, pues en Él está el poder de la resurrección. Él no estaba bajo los poderes del mundo actual (Jn 8:23), por eso Su obra rompió el poder de la muerte y del Hades. ¡Aleluya! En Hebreos 2:14-15 podemos ver esto: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”.
Dios es santidad y justicia. Por amor a nosotros, Él envió a Su propio Hijo en forma humana. Antes, como Dios incorpóreo, era sólo el Espíritu, pero para salvarnos, el Señor Jesús fue engendrado en María, por obra del Espíritu Santo (Mt 1:18), se hizo un hombre de carne y sangre como nosotros, pero sin pecado (He 4:15b).
En la carne del hombre mora el pecado. Pero, en la carne del Señor Jesús no había pecado; Él sólo tenía la semejanza de carne de pecado. Por eso, el Señor Jesús al ser crucificado, llevó los pecados de todo el mundo a la cruz (Ro 8:3; 1 Jn 2:2). Asimismo, por Su sangre preciosa, Él nos rescató y proveyó el perdón de los pecados (1 P 1:18-19; 1 Jn 1:7). El Señor Jesús satisfizo los requisitos de la santidad y de la justicia de Dios. Por haber creído en Él, ya no necesitamos temerle al Hades ni a la muerte. En la cruz, el Señor Jesús triunfó sobre el diablo y lo destruyó. Tal vez Satanás pensó que Jesús, al morir, se iba a convertir en su rehén. Pero el Señor resucitó al tercer día, rompiendo las puertas del Hades y abrió una salida. ¡Aleluya! En Su resurrección, Cristo llevó cautiva la cautividad, liberando a aquellos que estaban esclavizados en las manos de Satanás (Ef 4:8; Sal 68:18). ¡Gloria a Dios! ¡Este es el poder salvador de la vida de resurrección! ¡Esta es la obra victoriosa del Señor!
¡Gracias a Dios por habernos librado del dominio del enemigo! Antes, por causa del temor de la muerte estábamos sujetos a Satanás, pero ahora el Señor ya nos salvó, porque Él mismo, en carne y sangre, triunfó en la cruz sobre el pecado, anuló el poder de la muerte y destruyó al diablo.
Cuando creemos en la obra redentora del Señor Jesús, también creemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él en la cruz. Cristo resucitó de entre los muertos; la muerte ya no tiene dominio sobre Él, por eso no temamos ni al Hades ni a la muerte (Ro 6:5-9). ¡Aleluya!
Punto Clave: El Señor venció el poder del Hades.
Pregunta: ¿Por qué el Señor tuvo que participar de carne y sangre?



Miércoles --- Lectura bíblica: 1 Co 15:58; Ap 12:3, 9, 14
Leer cn oración: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento” (Ap 12:1-2)
LA VISIÓN DE APOCALIPSIS 12
El capítulo 12 de Apocalipsis presenta una visión profética en la cual dos seres simbólicos pelean en la parusía del Señor. En esta visión, por un lado, hay una mujer – entendida aquí como universal– encinta, sufriendo mucho para dar a luz a un hijo varón, y por otro, el príncipe de este mundo, Satanás, descrito como la serpiente antigua, el gran dragón, que quiere devorar al hijo que está por nacer. Después que el hijo varón nace, el dragón persigue a la mujer, pero ella huye al desierto con la ayuda de las dos alas de la gran águila (vs. 1-6, 13-14). Este será el comienzo de la gran tribulación.
En este capítulo, Satanás, mencionado como la serpiente antigua, aparece como un dragón grande y escarlata (vs. 3, 9). Esto es porque a lo largo de las eras, Satanás se ha estado alimentando de la carne y la sangre de toda la humanidad. Este hecho terrible deja en evidencia la necesidad de que las personas reciban el evangelio, para que sean libradas del imperio de las tinieblas y trasladadas al reino del Hijo de Dios (Col 1:13).
El hijo varón se refiere a los creyentes vencedores de esta era, los cuales serán salvos de la gran tribulación, porque serán arrebatados al trono de Dios (Ap 12:11). Además, la mujer universal, incluyendo al sol que la viste, la luna y las doce estrellas, representa al pueblo de Dios. Conforme a la profecía, ellos son el resto de los cristianos que después de que el hijo varón sea arrebatado, serán perseguidos por el dragón, pero soberanamente, serán salvados y ayudados para huir al desierto, donde Dios les tiene preparado lugar para sustentarlos durante la gran tribulación, que durará mil doscientos sesenta días, es decir, tres años y medio o cuarenta y dos meses (vs. 6, 14; 13:5).
Al observar el mapamundi, podemos identificar que el contorno del continente norteamericano tiene la figura de una gran águila que se prepara para posar en América del Sur, el cual, según entendemos, es el desierto preparado por Dios como el lugar de su sustento durante el periodo de la gran tribulación. Ésta ocurrirá con mayor intensidad en el continente europeo, cuya forma se asemeja a la cabeza de un dragón. El continente africano, por su parte, nos muestra el perfil de un bebé en gestación que está en el útero materno. Podemos ver que la boca del dragón (Europa) está abierta para devorar al niño (África).
Utilizamos estas semejanzas para confirmar la revelación de la palabra del Señor. A través de esta visión, muchos fueron alentados a recibir la carga de llevar el evangelio del reino a otros continentes, pues creemos que allí también hay muchos vencedores que tienen que ser producidos. Aunque enfrentemos dificultades, nuestro trabajo en el Señor no es en vano (1 Co 15:58). Por eso necesitamos avanzar en esta obra, llevando vida para todos.
Ante esta palabra, ¡Anhelamos ser vencedores! Pero ¿Cómo sabemos si seremos parte de los vencedores? Si la vida de Dios ya alcanzó en nosotros una porción mayor que la vida del alma, podemos considerarnos victoriosos en este aspecto. No obstante, en el caso de que nuestro ego aún prevalezca, debemos arrepentirnos y permitir que la vida divina nos conquiste cada vez más, se vuelva más predominante en cada parte de nuestra alma (mente, voluntad y emoción). Si hacemos esto, seremos arrebatados como parte del hijo varón.
Punto Clave: El vencedor será salvo de la gran tribulación.
Pregunta: ¿Cuál debe ser nuestra carga al visualizar la visión de Apocalipsis 12?



Jueves --- Lectura bíblica: Mt 16:24; 24:27-31; Ro 8:29; Gá 4:19; Ap 12:11
Leer cn oración: “Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono” (Ap 12:5)
LA COMPOSICIÓN DEL HIJO VARÓN
Todo lo que está escrito en la Biblia se cumplirá. En Apocalipsis 12 se describe a una mujer universal perseguida por un gran dragón escarlata, que es el diablo, Satanás, el cual, por causa de su orgullo y ambición de ser igual a Dios, fue echado por tierra. Este dragón tiene siete cabezas y diez cuernos. En tipología, las siete cabezas representan a los siete césares del Imperio Romano, y los diez cuernos se refieren a las naciones que serán usadas por el anticristo. Su cola arrastra a la tercera parte de las estrellas del cielo, que indica que la tercera parte de los ángeles, unida a él en su rebelión, también fue lanzada a la tierra (v. 4). Además nos es dicho que el dragón se detuvo frente a la mujer que estaba por dar a luz al hijo varón, a fin de devorarlo cuando naciera.
Sin embargo, ¡Dios es lleno de sabiduría! Cuando el hijo varón nazca será inmediatamente arrebatado, y Satanás, que durante muchas eras devoró a la humanidad, no tendrá la oportunidad para devorarlo, pues el Señor lo arrebatará hasta el trono de Dios (v. 5). ¡Aleluya!
Como vimos ayer, el hijo varón, que representa a los vencedores (v. 11), aún está en el vientre materno. Esto significa que el Señor está esperando que sean producidos más vencedores. Necesitamos redimir el tiempo, predicando el evangelio del reino, ayudando a otros a madurar en la vida divina para que sean parte del hijo varón.
Todos nosotros tenemos la oportunidad de ser vencedores. Nuestra esperanza es ser arrebatados al trono de Dios, esto aún no ha sucedido porque el hijo varón todavía no está totalmente formado. Finalmente, cuando Cristo sea formado en nosotros y seamos conformados a Él, podremos ser arrebatados para gobernar sobre las naciones (v. 5; Ro 8:29; Gá 4:19).
A la luz de esta palabra somos despertados a buscar el crecimiento de la vida divina negándonos a nosotros mismos. En Mateo 16 el Señor nos muestra lo que debemos practicar en nuestro vivir de iglesia (v. 24). Aunque ya fuimos regenerados, debemos admitir que nos cuesta recibir más de la vida de Dios. No obstante, mientras más nos neguemos a nosotros mismos, más llenos seremos de la vida divina (1 P 2:1-2). Así, por medio del crecimiento de la vida de Dios en nosotros, esperamos ser los vencedores que serán arrebatados antes de la gran tribulación para encontrarnos con Él (Mt 24:27-31; 1 Ts 5:4-6). ¡Aleluya!
Esta palabra está dirigida a todos los hijos de Dios, sin excepción. Aunque usted no se sienta un vencedor, debe saber que esto es posible, pues el Señor proveyó un camino para los vencedores: todos nosotros debemos andar en el espíritu y ser conducidos por el Espíritu.
Ser un vencedor es permitir que la vida de Dios crezca en su alma constantemente. Asimismo, el vencedor es alguien que realiza la obra de Dios, que negocia y multiplica el talento que Dios le dio (Mt 25:1- 13; 14-23). ¡Que el Señor nos conduzca en este camino hasta la gloria!
Punto Clave: Ser parte del Hijo varón.
Pregunta: ¿Cuál es el camino para ser un vencedor?



Viernes --- Lectura bíblica: Dn 9:24, 27; 1 Ts 5:19; Ap 13:5; 17:3
Leer cn oración: “Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; esto sé, que Dios está por mí” (Sal 56:9)
INVOCAR PARA SER PROTEGIDOS POR DIOS
Necesitamos prepararnos para los acontecimientos profetizados en la Biblia. La cuenta del tiempo de estas profecías tiene como referencia la historia del pueblo de Israel. Con base en la profecía del capítulo 9 de Daniel, vemos que la historia de este pueblo puede ser resumida en setenta semanas de años. Actualmente estamos en el principio de la última semana.
Esta última semana, es decir, los últimos siete años, está compuesta por dos etapas de tres años y medio. La primera etapa se refiere al surgimiento y al liderazgo del anticristo; la segunda se relaciona con los eventos de la gran tribulación (Dn 9:27).
El anticristo surgirá en los primeros tres años y medio. Para consolidar su dominio, permitirá que la gran ramera, que también tiene un significado profético, se siente sobre él (Ap 17:3, 5). Él hará esto para fortalecer su posición destacada sobre toda la tierra. Al final de los primeros tres años y medio, el anticristo tendrá la situación consolidada y empezará a actuar para perturbar al mundo, iniciándose así la gran tribulación. Sabemos que estos tres años y medio de la gran tribulación serán terribles.
En Europa, que en el mapa es vista como la cabeza del dragón, ocurrirán grandes catástrofes y calamidades. Las siete cabezas del dragón se refieren a los siete césares del Imperio Romano, que están asociados con muertes trágicas. En el transcurso de la historia, ya surgieron seis césares, por tanto, falta que aparezca uno (17:10). Éste último será el anticristo, que ejercerá más poder sobre el Viejo Continente. Así, Europa será el foco principal de la gran tribulación.
Por otra parte, América del Sur es el desierto preparado por Dios para Su pueblo. Esto es un muy reconfortante para nosotros. Estamos muy contentos porque hemos sido guardados por Dios en este continente, mediante Su promesa. Durante la gran tribulación, muchos también podrán huir para aquí.
Ante esta visión, tenemos la carga de ayudar no sólo a nuestros hermanos de África a que formen parte del hijo varón, sino también a los hermanos de Europa para que sean guardados de la hora de la prueba. Aunque sabemos que Europa es un territorio donde la gran tribulación será más acentuada, no debemos tener temor de ser enviados para allá. Hay un lugar en el que podemos ser guardados del maligno: el santuario de Dios, nuestro espíritu. La manera de no ser pisados por nuestros enemigos es estar junto al altar, invocando el nombre del Señor, orando y adorando a Dios en el espíritu (11:1-2; Sal 56:9-13). De esta manera, somos guardados por el Señor, y el maligno no nos toca.
¡Gracias al Señor! Si estamos en el espíritu, el Señor tiene una protección especial para nosotros, y no necesitamos temer el mal ni el peligro.
Punto Clave: Invocar para estar en el espíritu.
Pregunta: ¿Qué palabra de aliento recibió este día?



Sábado --- Lectura bíblica: Mt 27:51; He 10:19-20; Ap 11:2
Leer cn oración: “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él” (Ap 11:1)
MEDIDOS Y GUARDADOS POR MEDIO DE LA ORACIÓN
Pertenecemos al Señor, por eso debemos orar en todo momento en el espíritu. De esta manera, podremos ser contados en Su presencia y guardados del mal que vendrá sobre el mundo entero.
En Apocalipsis 11:1 percibimos que el Señor está midiendo aquello que Le pertenece. Él ordenó que el templo fuera medido, como también aquellos que adoran allí. El templo se refiere al Lugar Santo y al Lugar Santísimo. En el Antiguo Testamento, sólo el sumo sacerdote, un día específico del año, podía entrar allí. Al hacerlo, llevaba la sangre de un animal para su propia justificación, la de su familia y también la de todo el pueblo de Israel, y la lanzaba al propiciatorio. Cuando entraba al Lugar Santísimo, pasando el velo, nadie podía estar en el Lugar Santo, tampoco podía mirar directamente hacia el propiciatorio, porque los dos querubines que guardaban el arca lo fulminarían con el resplandor de la gloria de Dios. En aquel momento, él necesitaba llevar un incensario con humo el cual lo cubría, para protegerlo del celo de los querubines por el Lugar Santísimo.
Hoy, gracias al Señor, nuestro Señor Jesús abrió un nuevo y vivo camino para que entremos al Lugar Santísimo y veamos la gloria de Dios. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo se rasgó en dos, de arriba abajo, convirtiendo los dos ambientes en uno solo (Mt 27:51). Este velo representa la carne misma del Señor que fue partida (He 10:19-20). En Él estaba la gloria de Dios, representada por los querubines bordados en el velo. Ahora podemos entrar al Lugar Santísimo, que es nuestro espíritu, el templo de Dios hoy. Además, el Lugar Santo con el Lugar Santísimo se unieron y el altar del incienso pasó a ser el centro del templo cuando el velo fue rasgado.
El altar es el lugar de la oración. ¡Gracias al Señor! hoy hay entre nosotros personas que están adorando en este templo, es decir, están orando. Durante la gran tribulación también habrá hermanos que, en medio del sufrimiento estarán orando en el templo de Dios, pues Le pertenecen a Él. Por tanto, en el contexto de la gran tribulación, el templo de Dios incluye el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, su altar y los que adoran en él.
Sin embargo, el Señor ordenó que no fuera medido el atrio exterior del templo. Conforme a la profecía, Dios permitirá que el atrio exterior sea arruinado por el anticristo (Ap 11:2). Amados hermanos, para que seamos guardados por Dios, tanto hoy como en el futuro, necesitamos estar delante del altar, orando en Su presencia.
De manera práctica, cuando invocamos el nombre del Señor, somos llevados al templo de Dios, que está dentro de nosotros. Asimismo, el primer paso para predicar el evangelio es la oración. Si oramos constantemente, seremos aquellos que adoran en el templo de Dios y por eso no tendremos temor de predicar el evangelio adonde quiera que vayamos, yendo en busca de las personas que están en el atrio exterior. ¡Aleluya!.
Punto Clave: El primer paso para predicar el evangelio es la oración.
Pregunta: ¿Por qué hoy podemos decir que el Lugar Santo y el Lugar Santísimo son un solo lugar?



Domingo --- Lectura bíblica: Is 6:8; Mt 18:20; 24:14; Hch 16:11-13, 16; 1 Co 1:1-2
Leer cn oración: “Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Ti 2:22b)
LLEVAR A LOS HIJOS DE DIOS HACIA DENTRO DEL TEMPLO
Para participar de la obra de la predicación del evangelio, necesitamos estar en el espíritu, a fin de llevar a las personas al espíritu. Este es nuestro objetivo: conducir a todos los hijos de Dios, en donde quiera que estén, hacia dentro del templo de Dios, que es el espíritu.
Una manera sencila de comprender mejor lo que significa estar en el templo es hacer una comparación con la figura del tabernáculo en el Antiguo Testamento.
Conforme a lo determinado por Dios a Moisés, el tabernáculo –el lugar en donde Dios moraba en medio de Su pueblo– tenía tres partes: el atrio exterior, el Lugar Santo y en el interior de este, el Lugar Santísimo. El atrio era la parte externa, pública; el Lugar Santo era una parte interna, separada por un velo, donde estaban la mesa de los panes de la proposición, el candelero y el altar del incienso que los sacerdotes quemaban a Dios. Este punto es el más importante, pues representa las oraciones de todos los santos. Su fuego estaba siempre encendido, lo que indica que debemos orar sin cesar (1 Ts 5:19). Además, el incienso representa a Cristo: cuando es añadido a nuestras oraciones, estamos ofreciendo incienso a Dios, que aspira su agradable aroma e inclina Sus oídos a nosotros. ¡Aleluya!
En el Lugar Santísimo, la parte más interna del Lugar Santo, el sumo sacerdote se encontraba con Dios. Allí estaba el arca del pacto, con una tapa llamada propiciatorio, donde estaban esculpidas las figuras de dos ángeles. La gloria de Dios aparecía sobre el propiciatorio y llenaba todo aquel recinto. El arca del pacto representa al Dios Triuno.
En el Nuevo Testamento, el tabernáculo es una realidad para nosotros. El Lugar Santísimo hoy está en nuestro espíritu humano, donde podemos tener contacto con el Espíritu vivificante, el Espíritu todo¬inclusivo (1 Co 3:16). Cuando invocamos el nombre del Señor, de corazón puro, tenemos acceso al Espíritu y entramos en el Lugar Santísimo (12:3). Igualmente, así como el arca del pacto estaba en el Lugar Santísimo, el Dios Triuno está hoy en nuestro espíritu.
Cuando cuidamos a los hermanos usando nuestro espíritu, el Señor mismo nos conduce con Su vida. Debemos llevar a las personas a invocar el nombre del Señor para que sean salvas, también debemos enseñar a los hermanos a leer la palabra con oración para que sean alimentados (2 Ti 2:22; Ef 6:17-18).
Además, la predicación del evangelio debe tener como objetivo producir iglesias y lugares de oración. Cuando nos juntamos dos o tres para orar en el nombre del Señor, esto también es la iglesia (Mt 18:20). Si abrimos nuestra casa para la oración, allí también habrá una reunión de la iglesia, así como ocurrió con la iglesia en Filipos (Hch 16:11-13, 16).
Vamos a predicar el evangelio del reino en todo lugar, estableciendo iglesias y lugares de oración. Podemos aprender otros idiomas, para que el Señor pueda enviarnos a otros países. Dios nos llamó y nos dio la comisión de predicar el evangelio del reino en todo el mundo, para apresurar la venida del Señor (Mt 24:14). Ante esto, nuestra reacción debe ser como la del profeta Isaías: “Heme aquí, envíame a mí” (Is 6:Cool. ¡Amén!
Punto Clave: Predicar el evangelio del reino.
Pregunta: ¿Qué podemos aprender de Pablo cuando comenzó la obra de la predicación del evangelio?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: “Editora Arvore da Vida”
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
“Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo” Evan Roberts
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
Literatura disponible en:
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