Alimento diario Miercoles a domingo
El Ministerio del Nuevo Pacto
Serie: Nuestra Actitud para con las Verdades
SEMANA 1 MIERCOLES
Lectura Bíblica:
Ro 10:17; 2 Co 1:12-22
Leer con oración:
“porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Co 1:20-22)
CREER Y REACCIONAR POSITIVAMENTE A LA PALABRA
En Segunda de Corintios, Pablo escribió: “Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gloria de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros” (1:12). Aquí vemos que nuestra confianza no se debe basar en la sabiduría humana, es decir, en el conocimiento, sino en la gracia divina, por medio de la cual podemos vivir en santidad y sinceridad delante de Dios y de los hombres. Debemos ser sencillos, santos y sinceros, viviendo por la gracia de Dios.
Siguiendo con los versículos 17 al 19, leemos: “Así que, al proponerme esto, ¿usé quizá de ligereza? ¿O lo que pienso hacer, lo pienso según la carne, para que haya en mí Sí y No? Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es Sí y No. Porque el hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él”. Cuando no estamos viviendo en el espíritu, sino en la mente caída del viejo hombre, nos volvemos inestables y confusos, y vacilamos entre el sí y el no. En la esfera de la vida del alma, del ego, se nos hace imposible discernir la voluntad de Dios y somos invadidos por miles de dudas.
Sin embargo, el versículo 20 continúa diciendo: “Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”. Gracias a la fidelidad divina, en Cristo siempre tenemos el “sí” de Dios, la confirmación del cumplimiento de sus promesas. Si tomamos Su palabra en el espíritu, tenemos seguridad con respecto a la dirección que recibimos de Él, a la cual diremos “amén”. Pero, si permanecemos en nosotros mismos, nos llenaremos de dudas y comenzaremos a cuestionar y desacreditar Sus promesas. Nuestra actitud para con las verdades será determinada por la porción de fe con la que las recibimos. Si nos debilitamos en la fe, seremos invadidos por las dudas y los razonamientos. ¡Que el Señor nos libre de la incredulidad!
La solución es volvernos al Señor para oír Su hablar (Ro 10:17). Si tenemos comunión con el Señor, vaciándonos de nosotros mismos, y nos llenamos con Su vida, ciertamente Él nos libertará de nuestras incredulidades y conceptos naturales, infundiéndonos Su fe en nosotros.
Sin embargo, muchos cristianos aún tienen dudas acerca de estas cosas y dejan de buscar la luz delante del Señor. Por eso Dios nos ha dado una dirección y una comisión, dirigidas hacia la predicación del evangelio del reino, la edificación del cuerpo de Cristo y la manifestación de Su reino venidero. Dios ha preparado un salvación completa –espíritu, alma y cuerpo: “El cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte” (2 Co 1:10). Para eso Él nos puso en el vivir de la iglesia, para perfeccionarnos a vivir en el espíritu y a negarnos a nosotros mismos, a fin de que seamos ministros de Su nuevo pacto, y estemos aptos para reinar con Él en el mundo venidero.
No sólo tenemos a Cristo como el “sí” para todas las promesas de Dios, sino que también fuimos sellados por Su Espíritu, el cual es las arras, la garantía de que podemos ser herederos de todas Sus promesas (vs. 21-22). Que en nosotros también siempre haya un “sí” para lo que Dios prometió en su palabra. ¡Aleluya!
Punto clave: Cristo es el “sí” de Dios para nosotros.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál debe ser nuestra actitud cuando somos invadidos por las dudas?
El Ministerio del Nuevo Pacto
Serie: Nuestra Actitud para con las Verdades
SEMANA 1 JUEVES
Lectura Bíblica:
Ro 7:6; 2 Co 3:1 - 6
Leer con oración:
“Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo” (He 8:8 -10)
PRODUCIR CARTAS VIVAS DE CRISTO
En el Antiguo Testamento Dios hizo un pacto con Su pueblo, según el cual debía guardar la ley mosaica, compuesta por Sus mandamientos escritos en piedras. Sin embargo, esos mandamientos eran externos al hombre. Alabamos al Señor porque hoy, en loa era de la gracia, recibimos un nuevo pacto firmado por Dios y escrito en el corazón del hombre (He 8:8-10). El Señor desea que este nuevo pacto sea anunciado en toda la tierra y para ello, nos hizo Sus ministros.
En Segunda de Corintios 3:1-3 Pablo dice: “¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación, para vosotros, o de recomendación de vosotros? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedido por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. Esto nos muestra que un ministro del nuevo pacto no necesita ser elocuente ni poseer un gran conocimiento doctrinal, sino que debe ser un ministro del Espíritu para escribir su “carta”, Sus palabras, en el corazón de las personas. De esa manera, los que reciban esas palabras se volverán “cartas vivas”, cuyo testimonio puede ser “leído” por las personas. Asimismo, no sólo el Espíritu es escrito en el corazón de las personas, sino que al mismo tiempo, las personas son escritas en su corazón.
Un ministro del nuevo pacto debe estar completamente involucrado y comprometido con su comisión, y deber amar y cuidar a aquellos que el Señor le confió. Por esa razón, es tan importante comprender el ministerio de Juan, mediante el cual nos libramos de la vejez de la letra y aprender a escribir cartas vivas por medio del Espíritu. Para eso debemos tener un espíritu ejercitado, un corazón ensanchado y servir en novedad de vida (2 Co 6:11, Ro 7:6)
Punto clave: Escribir el Espíritu en las personas y tener a las personas escritas en nuestro corazón.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿De qué manera las personas pueden leer la “carta” de Cristo en nosotros?
El Ministerio del Nuevo Pacto
Serie: Nuestra Actitud para con las Verdades
SEMANA 1 VIERNES
Lectura bíblica:
Jn 7:45-49; 1 Co 8:1b-3; 2 Co 3:6-7
Leer con oración:
“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Is 29:13-14)
LOS FRUTOS DEL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO
La gran diferencia presentada por el apóstol Pablo entre el ministerio de la letra y el ministerio del nuevo pacto es que mientras el primero se escribe con tinta en papel, este último escribe el Espíritu en nuestros corazones. Por eso Pablo dice en Segunda de Corintios 3:4-6: “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica”.
El ministerio de la letra nos induce a pensar por nosotros mismos, llevándonos a argumentar, cuestionar y debatir doctrinas. Ese es el ministerio de la muerte citado por Pablo, pues está dirigido sólo al conocimiento de la letra (v. 7). En ese ministerio de la letra, el hombre busca servir a Dios, pero sin depender de la gracia divina, sirviéndolo sólo de boca y de labios, pero con un corazón distante de Él (Is 29:13).
Por eso el camino para agradar al Señor con nuestro servicio es la oración. El Señor debe ser la fuente de todo lo que hacemos. Si la fuente de nuestro servicio está en nuestra capacidad personal, si somos autosuficientes, el resultado será muerte y la decepción. En cambio, si nuestra suficiencia viene del Señor, al vaciarnos de nosotros mismos y llenarnos del Espíritu, independientemente de lo que suceda, el resultado será vida y edificación (2 Co 3:6).
El ministerio de la letra produce personas soberbias y exclusivistas, llenas de conocimiento, que desprecian y condenan a los demás. Ese es el resultado del ministerio de la letra, un “grupo elite” que desprecia a aquellos que no tienen conocimiento (Jn 7:45-49). Pablo ya había advertido a los corintios al decir: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada por él” (1 Co 8:1b-3). El ministerio del Espíritu, por su parte, produce personas humildes e inclusivas, llenas de la vida de Dios, que aman a Dios y a los hombres. Ese ministerio está accesible a todo aquel que tiene la vida de Dios y tiene como objetivo la edificación del cuerpo de Cristo.
Es posible que en el pasado muchos de nosotros fuéramos orgullosos, pues estábamos en el ministerio de la letra, pero la misericordia del Señor nos alcanzó y frente a Su luz nos arrepentimos. Hoy estamos en el ministerio del Espíritu y de la vida, reconocemos que nuestra competencia viene de Dios. ¡Gracias a Dios!
Punto clave: El ministerio del Espíritu produce personas humildes, llenas de la vida de Dios.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el resultado de ser autosuficientes en nuestro servicio a Dios?
El Ministerio del Nuevo Pacto
Serie: Nuestra Actitud para con las Verdades
SEMANA 1 SABADO
Lectura Bíblica:
Ro 5:20; 7:8-10, 24-25a; 8:1-4; 2 Co 3:7, 9; He 7:19
Leer con oración:
“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Ro 5:20-21)
LA SOBREABUNDANTE GLORIA DEL MINISTERIO DEL ESPÍRITU
Fuimos hechos ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, el cual suple vida (2 Co 3:6). Esto significa que, cuando no estamos en el espíritu, fatalmente ejercemos el ministerio de la letra, cuyo resultado es la muerte.
La letra está relacionada al conocimiento, a la ley. Sin embargo, el simple conocimiento de la ley es incapaz de llevar al hombre a cumplir la voluntad de Dios. Hebreros 7:19 nos dice que la ley jamás perfeccionó a nadie. Esa condición fue descrita por el apóstol Pablo en Romanos 7:8-10, cuando escribió: “Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte”.
La ley es santa y el mandamiento es santo, bueno y justo (v. 12). Pero ella, por sí misma, no puede dar vida (Gá 3:21). Asimismo, el hombre no es capaz de cumplirla, por causa de la dureza de su corazón. Por eso la ley aumento el pecado en el hombre (Ro 5:20), resultando en muerte; porque ella sólo exige, pero no capacita a nadie a cumplirla. Por esa razón, Pablo afirma: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Ro 7:24-25a). Hoy nosotros tenemos el Espíritu, el cual nos capacita y habilita para cumplir la justicia de Dios, transformándonos en Sus ministros del nuevo pacto.
Por último, Romanos 8:1-4 nos dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.
El ministerio de la letra produce una gloria aparente, el conocimiento, que luego se desvanece, es decir, pierde su brillo (2 Co 3:7). Éste también es llamado el ministerio de la condenación (v. 9a). Sin embargo, el ministerio del Espíritu, tiene una sobreabundante y permanente gloria, que nos salva mediante la vida divina. Ese es el ministerio de la justicia (v. 9b), en el cual somos conducidos por el Espíritu a practicar su voluntad (v. 10).
Punto clave: El ministerio del Espíritu nos capacita para cumplir la justicia de Dios.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Qué significa, en la Palabra, que la ley jamás perfeccionó a nadie?
El Ministerio del Nuevo Pacto
Serie: Nuestra Actitud para con las Verdades
SEMANA 1 DOMINGO
Lectura Bíblica:
Lc 19:11-19; Jn 15:1-4; He 12:25; Ap 2:26-27; 12:5
Leer con oración:
“Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna” (He 9:15).
NUESTRA ACTITUD PARA CON EL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO
Durante esta semana vimos que Dios nos hizo ministros competentes del nuevo pacto. A pesar de ser tan imperfectos, Él desea que hoy seamos Sus ministros, para que cuando su reino se manifieste, gobernemos las naciones juntamente con Él (Lc 9:11-19: Ap 2:26-27; 12:5).
Precisamente por eso es tan importante que neguemos nuestra vida del alma, ejercitando nuestro espíritu, para que la vida de Dios tenga libertad para transformarnos. Hace varios años el Señor nos está repitiendo estas palabras, pues nuestra reacción a esa verdad aún es muy pequeña. No nos rehusemos ni resistamos a este hablar, porque el mismo Señor es que nos advierte desde los cielos (He 12:25).
Para alcanzar esa realidad, el Señor nos revelo maneras prácticas de mantenernos en el Espíritu, como invocar Su nombre y guardar Su palabra. Además de esas cosas, debemos estar involucrados en la comunión del cuerpo de Cristo, viviendo la vida de la iglesia. Todas esas cosas nos fueron dadas por el Espíritu. No podemos permanecer viviendo en la esfera del conocimiento, según el ministerio de la letra, donde buscamos ser autosuficientes, independientes de Dios, y permanecer aislados de los demás hermanos. Si estamos en el ministerio del Espíritu, en el ministerio del nuevo pacto, cada vez más sentiremos la necesidad de orar y estar en comunión los unos con los otros.
Mientras el ministerio de la letra nos hace estériles, el ministerio del Espíritu nos hace dar abundantes frutos de vida (Jn 15:1-4). El Señor ha dispuesta esa elección ante nosotros y nos ha esperado pacientemente. Debemos cambiar nuestra actitud para con las cosas de Dios, intensificando nuestra consagración mediante la oración y el contacto diario con la palabra, además de mantener una comunión constante con los hermanos. Igualmente, necesitamos dedicarle un tiempo a la lectura de los libros espirituales que nos ayudan en nuestra experiencia práctica. Si procedemos así, estaremos constituidos con la Persona del Señor y Su amor crecerá en nosotros, volviéndonos aptos para ministrarlo a otros.
Dios desea que seamos ministros del nuevo pacto, Sus cartas vivas para los hombres. En este ministerio somos habilitados por Dios para dispensar el Espíritu y la vida a esas personas. Si practicamos esas palabras, se producirán muchas cartas vivas para las personas, surgirán muchos ministros y juntos reinaremos con Cristo en la era venidera. Que la vida de Dios se expanda por toda la tierra, llenándola de la permanente y sobreabundante gloria del Espíritu.
Punto clave: No rechazar ni resistirse al hablar de Dios.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿De qué manera podemos practicar la realidad del ministerio del Espíritu?