A medio camino entre el cielo y el infierno
El pecado hirió al mundo y lo convirtió en un lugar sin armonía, sin simetría; también llenó el infierno de fealdad. Si usted ama las cosas hermosas, es mejor que se mantenga alejado del infierno, porque este será la quintaesencia de todo lo moralmente horrible. El espíritu de las cosas determina la manifestación externa de ese espíritu, y creo que el infierno será el lugar más espantoso de toda la creación de Dios. Cuando los hombres rudos dicen de algo que es “más feo que el pecado” o que el infierno, usan una comparación correcta y válida.
El cielo es el lugar de las cifras armoniosas. El cielo es el lugar de los encantos, el lugar de la belleza, porque Aquel que reúne toda belleza mora en ese lugar. Él es el Señor de toda belleza, y la Tierra está situada entre el espanto del infierno y la hermosura del cielo. La Tierra está entre ambos lugares, y en ella podemos ver el contraste entre la fealdad y la belleza.
¿Por qué es así? ¿Por qué hay luces y sombras? ¿Por qué hay fealdad y belleza? ¿Por qué hay tanto bueno como malo? ¿Por qué hay cosas agradables y otras trágicas, con las que resulta difícil vivir? Se debe a que la Tierra está a medio camino entre la hermosura del cielo y la fealdad del infierno.
Usted podría preguntar: “¿Por qué hay personas capaces de hacer lo que hacen?”. La respuesta es: Porque están a medio camino entre el cielo y el infierno.
El Señor de todas las cosas y su Esposa
¿Hay algún cristiano que no se haya visto herido por otro cristiano, quien quizá era un cristiano verdadero? ¿Cómo puede ser que un hombre se arrodille un día y ore con fervor, pero al día siguiente hiera a otro cristiano? Porque estamos a medio camino entre el cielo y el infierno. Usted y yo debemos ser rescatados de este lugar. El Señor de la hermosura salva a su pueblo de la fealdad del pecado.
Nuestro Señor Jesucristo vino al mundo para salvarnos del horror del infierno y llevarnos a un cielo de hermosura.
El Antiguo Testamento nos ofrece la historia de un hombre llamado Isaac. Su padre Abraham pidió a su siervo que fuese en busca de una esposa aceptable para su hijo (Gn. 24). Con la ayuda del Espíritu Santo, aquel siervo anciano se dirigió al pueblo que le había señalado Abraham y allí encontró a una joven. La Biblia nos dice que era muy hermosa. Su nombre era Rebeca, y seguramente era hermosa, porque al siervo le indicaron que hallase a una mujer que fuera atractiva físicamente.
Isaac es un tipo de nuestro Señor Jesucristo. Dios Padre envió al Espíritu Santo entre los pueblos del mundo para obtener una Esposa para Cristo, una digna de Él. La importancia de la Esposa radica en el Esposo. Ella carece de valor propio, debido a que esta depende de su relación con el Esposo. Jesucristo es el Esposo y es digno de nuestro amor, nuestra adoración y nuestra alabanza gozosa.
Rebeca no era más que la hija de su padre. Pero cuando la llevaron a Isaac, asumió una identidad nueva: la identidad de su prometido. Ahora, nuestra identidad está en nuestro Esposo. Ya hemos olvidado nuestra identidad pasada, junto con todas sus obligaciones. Nuestro Esposo es ahora nuestra identidad, y nada de nuestro pasado tiene ya importancia. La Esposa no solo adopta la identidad del Esposo, sino también su nombre. Desde ahora y para siempre, será conocida por ese nombre.
Este Pastor y Esposo es digno de nuestro afecto y merece que nosotros dejemos todo atrás y lo aceptemos como nuestro Señor.
Oración
Oh Dios, nos inclinamos ante ti con gran humildad y adoptamos tu
nombre y tu naturaleza. Todo lo que hay en nuestro pasado queda
olvidado gozosamente, y todo nuestro futuro está centrado en ti. Te
aceptamos como nuestro Pastor y Esposo y te agradecemos eternamente
que el Espíritu de Dios, en su misericordia, nos haya buscado y llevado
hasta ti. No deseamos otra cosa que a ti. Amén.
Continua en… “La autenticidad DE LA PROPIEDAD
”
Amados, somos hechos a imagen y semejanza de Dios Gen. 1:26,
para adorar a Dios, en Espiritu y en verdad” Jn 4:23-24
¡Jesus es el Señor!