La bendición de conocer nuestros pecados
2 Pedro 3:18 “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”…
Juan 1:17 “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo”.
Necesitamos estudiar la Palabra de Dios diariamente de una manera cuidadosa para poder ver lo que es pecaminoso. Cuanto más veamos nuestros pecados, más tendremos que decirle al Señor: “Dios, muéstrame en estos asuntos que Cristo es mi victoria y mi suministro”. Si deseamos crecer, es indispensable que tengamos la luz de la verdad. La luz de la verdad expondrá nuestros errores y nos mostrará nuestra propia vulnerabilidad. Una vez que la luz de la verdad exponga nuestra condición, nuestra capacidad aumentará, y cuanto más aumente nuestra capacidad, más podremos asimilar.
¿Qué es la gracia? La gracia consiste en que Dios haga algo por nosotros. Crecer en la gracia significa que necesitamos que Dios obre más en nuestro lugar. Supongamos que Dios ya ha hecho cinco cosas por mí. Pero todavía quedan otras tres cosas que El debe hacer. Dado que mi necesidad ha aumentado, necesito que Dios haga más por mí. En esto consiste la relación entre la gracia y la verdad: la verdad pone de manifiesto nuestra necesidad, mientras que la gracia suple esa necesidad. La verdad nos muestra dónde está nuestra escasez, mientras que la gracia llena este vacío. ¡Aleluya! Dios no sólo tiene la verdad, sino también la gracia. En el Antiguo Testamento, los hombres fracasaban repetidas veces porque sólo tenían la verdad; ellos no tenían la gracia. Tenían la ley, pero no tenían la fuerza para guardarla. Damos gracias y alabanzas al Señor, “pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn 1:17). Damos gracias al Señor por habernos mostrado la verdad y suministrado la gracia. ¡Aleluya!
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Aguas refrescantes 29 de diciembre
Dí a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo. Números 19:2.
Mientras que todos los sacrificios en Israel eran ofre¬cidos para hacer frente a necesidades presentes, la ofrenda de .la vaca alazana se ofrecía para eventualidades futuras. Toda la vaca debía ser quemada y luego las cenizas debían ser recolectadas y almacenadas, de manera que cuando surgía la necesidad, podría ser mezclada con agua co¬rriente, y rociada sobre una persona impura para limpiarla.
En esas cenizas estaba incorporada toda la eficacia de la redención. Cuando un hombre se contaminaba no tenía necesidad de sacrificar otra vaca, sino que le era suficiente ser rociado con esta agua. Adecuando esto a términos cristianos, podemos decir que el creyente no necesita que el Señor Jesús haga una segunda obra para él. Tiene las cenizas incorruptibles y el agua viva de la obra de Cristo en la cruz para S]l limpieza. La expiación que Dios obró por nosotros por medio de Cristo, está siempre disponi¬ble para nuestra necesidad.
W. Nee
Jesús es el Señor!
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