La recompensa es un asunto de cómo edificamos
1 Corintios 3:14 “Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. (15) Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego”.
[Los versículos mencionados] nos muestran claramente lo que un cristiano puede perder y lo que no puede perder. Una vez que una persona es salva, es salva para siempre. Pero si esta persona recibe una recompensa o no, es algo que no podemos determinar hoy. La salvación eterna de un cristiano ya está establecida. Pero la recompensa en el futuro es una pregunta que aun está pendiente. Lo determinará la manera como cada uno edifique sobre el fundamento que es el Señor Jesús. Nuestra salvación no depende de la manera en que edificamos; depende sólo de la manera en que el Señor edifica. Si Su obra es perfecta, entonces indudablemente somos salvos. Sin embargo, si recibimos la recompensa o no, o si sufrimos pérdida o no, depende de nuestra obra de edificación. Si alguien edifica sobre el fundamento, que es el Señor Jesús, con oro, plata y piedras preciosas, cosas con valor eterno, con seguridad recibirá una recompensa. Pero si edifica con madera, heno y hojarasca, no recibirá (recompensa alguna) ninguna recompensa delante de Dios. Tal persona puede tener mucho delante del hombre, sin embargo no tendrá mucho delante de Dios. Esto nos muestra que es posible que un hombre pierda su recompensa y que su obra sea quemada.
Dar la salvación depende solamente del Señor Jesús. Sin embargo, si alguno puede obtener su recompensa o no, depende de cómo sobreedificó. El hombre debe creer y también debe laborar. Esta labor no es su propia obra, sino lo que el Espíritu Santo ha operado en él. Aquí vemos que nosotros podemos perder nuestra recompensa.
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Aguas refrescantes 22 de Enero
“Ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará”. Mateo 6:6.
Con demasiada frecuencia ponemos énfasis en las oracio¬nes contestadas. Sin embargo, en este pasaje el Señor pone el énfasis en la recompensa de la oración. ¿Cómo llegamos a saber esto? Precisamente porque la misma palabra "recompensa" utilizada aquí se vuelve a emplear sin rela¬ción a las peticiones, en el versículo 2 asociada con las li-mosnas y en el verso 16 con referencia al ayuno. A la luz del contexto la recompensa prometida está referida a un galardón futuro. Lo que resalta es que la respuesta a la oración es algo secundario, mientras que la recompensa a la oración adquiere el lugar predominante. Si nuestra oración está de acuerdo con la mente de Dios, no sólo será contes¬tada aquí, sino que será recordada en el futuro en el tribunal de Cristo, para recibir la correspondiente recompensa.
La oración es principalmente comunión con Dios para la manifestación die su gloria. Los hipócritas mencionados en este pasaje toman las cosas que deberían glorificar a Dios y las utilizan para su propio engrandecimiento. Oran en lugares públicos para que los hombres los aplaudan – y lo aman. ¿Qué está ocurriendo? Sólo están orando para ser vistos por otros, no para ser oídos por Dios, y el moti¬vo es el que determina el resultado. Estos hombres encuen¬tran su recompensa precisamente donde la buscaban, o sea en la alabanza de los hombres. De esta manera pierden por completo la recompensa reservada para el reino venidero. En realidad nunca lo desearon.
W. Nee
Jesús es el Señor!
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