Los tres períodos de la salvación
2 Cor.1:10
La Biblia divide el asunto de la salvación en tres períodos. El primer período es el pasado, en el cual Dios nos salvó del castigo del pecado, que es la muerte. El segundo período es el presente, en el cual Dios nos está salvando del poder del pecado. El tercer período es el futuro, en el cual Dios nos salvará de la presencia del pecado, y entraremos en el Reino a fin de reinar con Cristo. Déjeme ilustrar cada uno de estos períodos con un versículo pertinente:
(1) Quien (Dios) nos salvó y nos llamó" (2ª Tim. 1:9). Esta es la experiencia pasada que tuvo todo aquel que cree.
(2) "Por lo cual (Cristo) puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios" (Heb. 7:25). Esta es la salvación presente que podemos obtener hoy.
(3) "Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan" (Heb. 9:28). Esta es la salvación futura y completa.
Por lo tanto, es evidente que las Sagradas Escrituras se refieren a los tres períodos de la salvación. Todos los cristianos pueden tener la salvación pasada, pero es posible que no tengan la salvación presente y la futura. Algunos pueden tener la salvación pasada y la presente y estar en busca de la salvación futura. Una persona puede ser salva del castigo del infierno aunque todavía peque con frecuencia. Una persona puede ser salva del castigo del infierno, pero puede ser que no reine en el futuro.
Citaré otros tres pasajes para probar la validez de los tres períodos de la salvación:
(1) "Porque por gracia sois salvos" (Ef. 2:
. Este pasaje se refiere a la salvación pasada.
(2) "Porque si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida" (Rom. 5:10). Este pasaje dice relación con la forma cómo somos salvos hoy, por la vida del Señor.
(3) "Porque en esperanza fuimos salvos" (Rom. 8:24). Este pasaje indica la salvación futura.
¡Agradecemos y alabamos al Señor, pues somos salvos! Sin embargo, existen dos períodos de la salvación que aún necesitan ser experimentados. Por lo tanto, debemos proseguir con fervor. Para las personas que aún no son salvas, debemos decirle que crean, para que sean redimidas del castigo del infierno. Pero nosotros, que fuimos libertados del infierno, necesitamos ser salvos del poder del pecado y procurar la gloria del Reino venidero. Ocupémonos, así, en nuestra salvación con temor y temblor.
Watchman Nee
¡Jesús es el Señor!
Avanzando hacia la madurez
"Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre" (1 Juan 2:13).
Los padres mencionados aquí son los hijos de Dios que han alcanzado madurez. Un padre es el que puede engendrar a otros en la fe, o que puede cuidar de otros como si fueran sus hijos. Los padres conocen "al que es desde el principio". Espiritualmente hablando, son aquellos que han llegado a conocer al Señor Jesucristo como el Verbo Eterno de Dios; han venido a tener una revelación profunda acerca de él.
Los jóvenes son los que han vencido al maligno. A ellos les gusta exhibir su fuerza, hacer demostraciones de poder, como David, que vence a Goliat. Y los hijitos, ¿cuál es el primer conocimiento que ellos tienen? ¡Ellos han conocido al Padre!
¡Qué privilegio para un hijo de Dios es pasar de la condición de niño a la de un hijo maduro! Veamos algunas claves para este paso de la niñez a la madurez, que son una señal de la filiación.
1º Tener una visión de Jesús como Rey. Cuando alguien está ante la presencia de un rey, espontáneamente, se inclina. ¿Hemos llegado a ver que Jesús es el Rey, y que ante él no cabe otra actitud que humillarse ante su poder y majestad? Un cristiano inmaduro fácilmente rebate las órdenes del Rey, expresa su propia opinión, sigue sus propios caminos. No ha visto aún al Rey.
2º Ser guiados por el Espíritu Santo. Romanos 8:14 dice: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". Este versículo hace referencia a los hijos maduros. Un hijo ya crecido no dice: "Voy a hacer esto... el próximo mes iré allá... voy a invertir en tal negocio...". Él no habla tan libremente, porque tiene Otro que lo guía. Él dirá: "Si el Señor quiere... si el Señor permite... si el Señor lo confirma...".
3º Ver la mano de Dios detrás de cada circunstancia. Para un hijo de Dios, las cosas no ocurren porque sí. En realidad, para todos los hijos de Dios es así; sólo que unos lo perciben, y otros no. Los que ven, se inclinan delante del Señor; los que no ven, reclaman. El hijo maduro dice: "El Señor me puso aquí; esperaré pacientemente en él". Ante las circunstancias adversas, dirá: "¿Señor, ¿qué me estás queriendo decir?".
4º Ocuparse de los más pequeños. Los hijos mayores comienzan a ocuparse de sus hermanos menores. Quitando la mirada de lo suyo propio, un hijo maduro empieza a hacerse cargo de los problemas de otros, a tender la mano a otros, a llorar con el que llora, a sufrir con el que sufre.
5º Rendirse al Señor constantemente. Un cristiano maduro se rinde una y otra vez al Señor. Un cristiano rendido es uno que no batalla contra Dios; es uno que ya perdió el temor de rendirse. Se dio cuenta que la voluntad de Dios siempre es buena, y que si viene algún dolor, éste es suavizado por Dios, y que después de esa leve tribulación –como dice Pablo– vendrá un peso de gloria.
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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