El ministerio del apóstol Juan en su madurez – 2ª semana
Semana 2--- El ministerio de Adán
Lunes --- Leer con oración: Gn 1:1-9; He 11:3; Sal 33:9
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Co 4:6)
DEL PRIMER AL TERCER DÍA
Génesis 1:1 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. La palabra crear en el original hebreo es bara. Este verbo indica una creación a partir de lo que no existe. En otras palabras, Dios creó los cielos y la tierra a partir de la nada (He 11:3).
Como vimos la semana anterior, después de la creación original de Dios, hubo una rebelión liderada por Satanás, razón por la cual Dios juzgó a todos los involucrados: Satanás, sus seguidores y toda la creación que había sido afectada por ellos. Fue entonces que la tierra llegó a ser sin forma y vacía (v. 2a)*.
En los versículos siguientes, el verbo traducido por hacer es asah, que significa crear a partir de lo que ya existe (v. 7, 11-12, 16, 25). Por eso todo el relato a partir de Gn 1:2 describe una obra de restauración. Lo que existía antes había sido dañado y Dios estaba recreando todas las cosas (Sal 33:9).
El primer día, “dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (Gn 1:3). Esta luz creada en el primer día no era como la luz fuerte y definida que viene del sol, sino difusa, no provenía de un punto definido. Esta luz difusa es capaz de sustentar la vida vegetal; sin embargo, una planta no puede dar frutos sin recibir una luz más directa e intensa.
Las personas que cultivan plantas que dan frutos en el interior de las casas o departamentos saben que, para que éstas fructifiquen, es necesario que permanezcan expuestas al sol. Bajo la luz del sol, no sólo se desarrollan mejor, sino que también logran producir frutos.
La luz del primer día, que vino para hacer separación entre la luz y las tinieblas, representa la obra de Dios Padre, que resplandeció en nuestros corazones el día en que creímos en el evangelio (v. 3; cfr. 1 Jn 1:5; 2 Co 4:6).
Después de crear la luz en el primer día, en el segundo día de la creación, Dios creó la expansión (Gn 1:6), por medio de la cual separó las aguas sobre la expansión –las nubes, que surgieron con la evaporación de las aguas de juicio– de las aguas de debajo de la expansión, es decir, las aguas de los mares. Las aguas de arriba no bajan porque hay aire –la expansión–, que las separa de las de abajo. Este aire creado en el segundo día ilustra el trabajo del Espíritu.
En el tercer día, surgió la porción seca, que representa la obra del Hijo (v. 9). El Señor Jesús fue muerto, pero Dios Lo resucitó al tercer día. Esto es mostrado en el hecho de que la porción seca –la tierra– surgió de las aguas en el tercer día de la creación. Para que las aguas se juntaran en un solo lugar, fue necesario que bajara el nivel de una parte de la tierra. Al ocurrir esto, el agua se desplazó hacia el abismo y se concentró allí, dando origen a los océanos. En consecuencia, la porción seca apareció.
En los tres primeros días de la creación, vemos la obra de Dios Padre, como la luz; el trabajar del Espíritu, como el soplo divino (Job 20:22); y la obra del Señor Jesús, que murió por nosotros y resucitó al tercer día (Mt 20:19; Lc 24:15, 21). ¡Aleluya!
* Según el original hebreo, Gn 1:2a es mejor traducido como “pero, la tierra llegó a ser sin forma y vacía”.
Punto Clave: La obra del Dios Triuno.
Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre los verbos bara y asah?
Martes --- Leer con oración: Gn 1:11-12; Dt 8:7-8; Ef 3:8
“Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes” (Dt 8:7)
EL TERCER DÍA Y LA BUENA TIERRA DE CANAÁN
La obra de Jesucristo, el Hijo de Dios, además de ser representada por el surgimiento de la porción seca en el tercer día de la creación, también nos remite a la buena tierra de Canaán. Deuteronomio 8:7-10 describe las riquezas de esa tierra, pues en ella hay arroyos, fuentes y manantiales. Estas tres formas de expresión de agua también representan al Dios Triuno.
Dios Padre, que habita en luz inaccesible, es representado por los manantiales (1 Ti 6:16); Él es el origen de todo. Asimismo, del manantial brotan aguas que aparecen en la superficie a través de las fuentes, que representan al Señor Jesús, el Hijo (Ap 21:6). Esta agua que proviene de las fuentes, finalmente, recorre la tierra por medio de los arroyos, que prefiguran al Espíritu (Jn 7:38-39).
La tierra de Canaán también poseía varias especies de árboles frutales, y muchos cereales (v.
, además del aceite y miel en abundancia. ¡Aquella tierra era infinitamente rica, así como nuestro Señor lo es! (Ef 3:
. Volviendo al relato de la creación, conforme a lo registrado en el primer capítulo de Génesis, observamos que gracias a la luz, a la expansión y a la porción seca, creados en los primeros tres días, la vida vegetal tenía condiciones de sobrevivir. Dios creó tres clases de vegetales: hierba verde, hierba que da semilla y árboles frutales (Gn 1:11-12). Él preparó todo eso para la vida que después crearía; pues los peces, las aves y todos los demás animales se alimentarían de las plantas creadas anteriormente.
Sin embargo, como ya dijimos, aquella vegetación no sería capaz de producir frutos y semillas si no estuviesen bajo la incidencia de la luz del sol. Entre las semillas de trigo, por ejemplo, hay diferentes especies, pero todas necesitan de cierta cantidad de luz solar antes de producir frutos maduros. Algunas necesitan cuarenta días, otras cincuenta, y otras incluso sesenta días.
También, hay variedades precoces, que maduran primero, otras que son de mediano ciclo y también las de un largo ciclo. Esto demuestra la sabiduría de Dios, porque si todas las especies maduraran al mismo tiempo, los cegadores no podrían hacer la cosecha.
Todo esto nos muestra, que necesitamos estar bajo la luz divina del cuarto día, a fin de que maduremos y fructifiquemos para Dios.
Punto Clave: Cristo es infinitamente rico.
Pregunta: ¿Usted ya ha bebido de las aguas de la buena tierra de Canaán, y ha estado bajo la luz del sol?
Miércoles --- Leer con oración: Gn 1:14-19, 26; Jn 8:12
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8:12)
LA LUZ DEL PRIMER Y CUARTO DÍA
En el cuarto día, Dios creó las lumbreras: la mayor, el sol; y otra menor, la luna (Gn 1:14-19).
Tal como la luna que no posee luz propia, sino que refleja la luz del sol; así también, la iglesia refleja la luz que recibe de Cristo. Sin el Señor Jesús, la iglesia no tendría ninguna luz. ¡Alabado sea el Señor porque tenemos a Cristo en la iglesia y así, podemos expresar Su luz!
Dios creó la luz en el primer día, pero esa luz no era suficiente, por eso hizo lumbreras capaces de dar una luz más fuerte y definida sobre la tierra. Haciendo una aplicación de esta figura, podemos decir que, cuando Dios nos da una revelación inicial sobre alguna porción de la Biblia, existe aún la necesidad de que esa revelación llegue a ser nuestra práctica, a fin de que podamos fructificar.
Juan 8:12 registra las siguientes palabras del Señor Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Tomando este versículo como base, podemos hacer un paralelo entre la luz creada en el primer día y la luz del mundo, y entre la luz creada el cuarto día y la luz de la vida.
Las palabras del Señor nos enseñan que, si queremos tener la luz de la vida, primero necesitamos tener la luz del mundo. Igualmente, no podemos tener la luz del cuarto día sin haber pasado por la luz del primer día.
En el pasado, por medio de los hermanos que estuvieron delante de nosotros en la jornada espiritual, aprendimos muchas verdades bíblicas. Estas verdades vinieron principalmente de lo que estos hermanos aprendieron de los diversos maestros de la Biblia que los antecedieron. Puesto que se pusieron sobre “los hombros” de ellos, pudieron ver más. Agradecemos al Señor por todo lo que recibimos de ellos.
Sin embargo, las verdades que aprendimos con estos hermanos son como la luz del primer día; por tanto, es insuficiente para producir frutos, en el caso de que nos las practiquemos. Por eso alabamos al Señor por la revelación de estas verdades, pero aún debemos avanzar de la luz del mundo a la luz de la vida; avanzar de la luz del primer día a la luz del cuarto día; es decir, debemos recibir las verdades que nos fueron enseñadas a fin de practicarlas para producir frutos.
Punto Clave: La luz del cuarto día es para sustentar la vida y producir frutos.
Pregunta: ¿De qué manera, en su experiencia, la luz del mundo y la luz de la vida han brillado en usted?
Jueves --- Leer con oración: Gn 1:26, 28; 2:7; Col 1:15
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gn 1:27)
LA CREACIÓN DEL HOMBRE
En el quinto día y en la primera parte del sexto día, los peces, las aves, los reptiles y los demás animales fueron creados. Sin embargo, ninguno de ellos podía cumplir el propósito de Dios, que es rescatar la tierra de las manos del usurpador: Satanás.
Por eso Dios creó al hombre con el propósito de que cumpliera Su voluntad. Génesis 1:26 registra: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”.
El hombre fue creado diferente de todos los animales, pues tiene la imagen y semejanza de Dios. El Señor Jesús es la imagen del Dios invisible y el primogénito de toda creación. Fuimos creados a Su imagen (Col 1:15).
Después de crear al hombre y a la mujer, Dios les dio una importante incumbencia: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gn 1:28).
En otras palabras, Dios creó al hombre para recuperar la tierra que fue usurpada por Satanás. Para eso, hizo al hombre a Su imagen y semejanza, a fin de poder entrar en el hombre creado, expresarse a través de él y así ejecutar Su voluntad en la tierra.
Al crear al hombre, Dios lo formó del polvo de la tierra y en seguida, sopló el aliento de vida en su nariz. Ese aliento de vida soplado en la nariz del hombre formó en su interior el espíritu humano y en consecuencia, el hombre pasó a ser un alma viviente (2:7).
El alma humana está compuesta por la mente, la voluntad y la emoción. La mente del hombre puede comprender el plan de Dios; su voluntad puede desear hacer lo que Dios desea; y su emoción es capaz de contener el buen placer de Dios. Pero eso no es todo, pues el espíritu humano –la parte más interna de nuestro ser tripartito– posee una conciencia, que tiene acceso directo al Espíritu de Dios.
La conciencia fue creada para que el alma del hombre fuera gobernada por Dios. Por medio de ella, las tres partes del alma pueden estar de acuerdo con el gobierno divino, y ejercer las funciones para las cuales fueron creadas. Por medio de la conciencia, el plan, la voluntad y el buen placer de Dios pueden ser transmitidos hacia dentro de las tres partes del alma del hombre. ¡Esto nos muestra cuán perfecto y maravilloso es nuestro Dios y Su plan!
Punto Clave: A través de la conciencia somos gobernados por Dios.
Pregunta: ¿Las tres partes de su alma están cumpliendo las funciones para las cuales fueron creadas?
Viernes --- Leer con oración: Gn 1:26-28; 2:15, 17; 3:24
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gn 2:15)
LA INCUMBENCIA DE DIOS PARA ADÁN
Dios puso al hombre en el huerto de Edén para que lo labrara y lo guardase (Gn 2:15). Labrar el huerto tenía como objetivo cultivarlo para así obtener el crecimiento de la vida, mientras que guardarlo, se refiere al ejercicio de la autoridad, es decir, protegerlo de las acciones dañinas del enemigo de Dios. Este era el ministerio de Adán: labrar y guardar el huerto de Edén. ¡Aleluya!
Así, Adán recibió la incumbencia de cultivar toda la vida que había dentro del huerto, y la autoridad para gobernar sobre todo lo que estaba allí. Esto también implicaba guardar aquel lugar de todo aquello que pudiera dañarlo.
No obstante, si prestamos atención, veremos que la esfera de acción de Adán no se limitaba al huerto de Edén. Dios deseaba usar a Adán y a Eva para ganar toda la tierra: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (v. 28). La tierra estaba –y aún está– bajo el dominio de Satanás, y recuperarla era la incumbencia que Dios les dio a Adán y Eva. Por tanto, este era su ministerio.
Si el hombre hubiese comido del árbol de la vida, habría recibido la vida divina dentro de sí. Si hubiese continuado comiendo, esta vida crecería en él, de modo que sería capaz de expresarla fuera del huerto, hasta poder llenar toda la tierra. En consecuencia, Satanás no tendría ningún espacio y la tierra llegaría a ser nuevamente del Señor y de Su Cristo.
Sin embargo, Adán y Eva, no comieron del árbol de la vida, sino del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por esta razón, fueron expulsados del huerto de Edén (3:24). Esto es una advertencia para nosotros. En vez del conocimiento, debemos siempre buscar comer de la vida divina.
Punto Clave: Cumplir la incumbencia de Dios.
Pregunta: ¿Usted ya percibió que el ministerio de Adán es también el suyo?
Sábado --- Leer con oración: Gn 2:20b; 3:1, 6, 24
“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co 11:3)
EL FRACASO DEL MINISTERIO DE ADÁN
Eva, la mujer de Adán, fue creada para ser su ayuda idónea (Gn 2:20b). No obstante, Satanás bajo la forma de una serpiente, aprovechó el momento en que ella estaba sola y buscó sacar provecho de aquella ocasión.
Cuando Satanás se dirigió a Eva, le preguntó: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Gn 3:1b). La serpiente logró poner una interrogante en la mente de la mujer, y al mismo tiempo, tocó en su emoción, haciéndola percibir que “el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría” (v. 6).
Después del diálogo entre los dos, Satanás logró lo que deseaba: “vio la mujer que el árbol era bueno para comer (...) codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (v. 6).
Lamentablemente, Adán consideró las palabras de su esposa, dejando de lado las palabras de Dios (2:17). Por eso fracasó, por desobedecer la palabra del Señor.
Por medio del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, el pecado y la muerte entraron en la humanidad. Así que, Adán y Eva no pudieron permanecer más en el huerto. Dios los expulsó de aquel maraviloso lugar y puso querubines y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida (3:24).
De esta manera, Adán fue expulsado del huerto de Edén y su ministerio llegó a su fin en aquel momento. Esto nos sirve como advertencia. Aunque debemos oír y respetar a nuestros respectivos cónyuges, debemos mucho más ser fieles a Dios en toda situación, dando total atención a Sus palabras..
Punto Clave: Dar más atención a las palabras del Señor.
Pregunta: ¿Dónde comenzó el fracaso del ministerio de Adán?
Domingo --- Leer con oración: Gn 4:20-22; 12:8; 13:4; 16:13; 26:25; 1 S 12:18; Is 55:6
“Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (Gn 4:26)
EL PUNTO FUERTE DEL MINISTERIO DE ADÁN
En el huerto de Edén, Adán gozaba de la presencia de Dios, y Dios se alegraba con la presencia de Adán. Dios suplía todas las necesidades de la pareja que había creado. Por tanto, ellos estaban llenos de gozo, satisfacción y paz.
Sin embargo, después de ser expulsados del huerto de Edén, Adán y Eva perdieron la presencia de Dios. Por eso, el sustento que antes les era dado por Jehová debía ser obtenido por medio de labrar la tierra. Asimismo, ellos perdieron el gozo que tenían en la presencia de Dios, y finalmente, se sintieron desprotegidos y no podían tener más paz.
Así que, de la descendencia de Caín surgieron Jabal, Jubal y Tubal-caín, tres hombres que buscaron, por sus propios medios, dar solución a estas tres carencias básicas: la necesidad de sustento, de gozo y la búsqueda por protección.
Jabal se convirtió en el padre de los que habitan en tiendas y crían ganados, esto indica la búsqueda por el sustento; Jubal se convirtió en el padre de todos los que tocan arpa y flauta, esto representa el intento por recuperar el gozo perdido; y Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro, luchaba por conseguir la seguridad que no tenían más (4:20-22).
No obstante, Adán siguió otra dirección. Él reconoció que no era capaz de vivir sin Dios y decidió buscarlo, aun después de haber fallado en el huerto de Edén. Por eso, cuando nació Enós, su nieto, se dio cuenta de la condición de la fragilidad del hombre y percibió que todo a su alrededor no era más que un mundo cuya cultura no tenía la presencia de Dios y, por tanto, no le podía satisfacer plenamente.
Sin embargo, la Biblia registra que cuando nació Enós, “los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (v. 26b). Con esa actitud, era como si ese grupo de personas estuviese diciendo: “sólo tenemos una salida: invocar el nombre de Jehová: “¡Jehová, sin Ti no puedo vivir! ¡Sin Ti no tengo gozo! ¡Sin Ti no tengo protección y no puedo sentir paz! ¡Oh Jehová, Te necesito! ¡Te necesito por causa de mi sustento! ¡Te necesito para tener gozo! ¡Te necesito para protegerme y tener paz!” Esta también debe ser nuestra actitud. ¡Alabado sea el Señor!
Con esto vemos que, aunque Adán fracasó en el huerto, su error produjo algo positivo: el invocar el nombre del Señor. ¡Aleluya! En esto vemos que Dios, muchas veces, permite que el hombre falle para que su fracaso sea el inicio de la victoria.
El Antiguo Testamento hace muchas menciones de la práctica de invocar el nombre del Señor (Gn 12:8; 13:4; 16:13; 26:25). Incluso en la era de la ley, percibimos que muchos reyes, incluso el rey David y Salomón, invocaron el nombre del Señor (Sal 14:4; 17:6; 1 R 8:23, 25-26). Muchos profetas también invocaron el nombre del Señor (1 S 12:18; Is 55:6). ¡Gracias al Señor! Este fue el fruto positivo del ministerio de Adán.
Que todos podamos aprender lecciones con la experiencia de Adán y Eva. Vimos que Dios preparó todo para que ellos ejercieran su ministerio. Ellos fueron puestos en el huerto de Edén y recibieron el ministerio de labrarlo y guardarlo; además, de ser fructíferos, multiplicarse, llenar la tierra, sojuzgarla, y señorearla.
La tierra, que es gobernada por Satanás hasta hoy, necesita ser recuperada para Dios. Para eso, el Señor cuenta con cada uno de nosotros. Vamos a luchar por medio del Espíritu y de la vida a fin de expulsar a Satanás de ella. Vamos a recibir la comisión del Señor. No caigamos en el mismo error de Adán de comer del árbol del conocimiento y ser negligentes en comer del árbol de la vida.
Punto Clave: Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.
Pregunta: ¿Usted ya experimentó invocar el nombre del Señor para cambiar su derrota en victoria?
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Aguas refrescantes 12 de mayo
Ya conozco que temes a Dios. Génesis 22:12.
Uno que ha llegado a ser dúctil en la mano de Dios responde de inmediato a sus deseos. En el mismo momento en que Abraham colocó a Isaac sobre el altar y levantó su cuchillo para sacrificarlo, Dios le llamó deteniéndole en su acción y mostrándole un carnero que debía ser ofrecido en lugar de su hijo. Esto podría haberle planteado un nuevo problema a Abraham. ¿Cómo podría discernir la voluntad de Dios si en un momento dado le decía que hiciera una cosa y poco más tarde le decía que hiciera lo opuesto?
Si anexamos nuestros propios pensamientos a la voluntad de Dios, por supuesto que cuando El cambia las órdenes nuestros pensamientos quedarán fijos, y nos preguntaremos cómo podemos hacer para actuar de manera consecuente. Sin embargo, para Abraham todo esto fue muy claro y sencillo. Su obediencia instantánea no se debió a sus razonamientos sino a la confianza que tenía depositada en Dios en toda circunstancia. Esto no dejaba lugar alguno para la perplejidad. En todo esto nos dejó un hermoso ejemplo de un hombre que ha sido salvado de sí mismo y que verdaderamente confía en Dios.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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