EL MINISTERIO DEL APOSTOL JUAN EN SU MADUREZ (semana 16)
Lectura bíblica: Hch 2:42, 46; 9:3-18; 2 Ca 12:1-4; Gá 1:17
Leer con oración:
"Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo" (Hch 9:17).
LA EXPERIENCIA EN DAMASCO
Al comienzo del libro de los Hechos, vemos que había millares de hermanos en Jerusalén que invocaban el nombre del Señor, que perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hch 2:42,46).
El poder y la intrepidez que los doce apóstoles tenían no provenía de sí mismos, sino que el Espíritu Santo les había concedido (1:
. El Señor Jesús les entregó un ministerio y la Palabra.
Esto me hace recordar mi propia experiencia. En lo personal, siento profundamente que no tengo nada de elocuencia. Mis palabras son tartamudas, tengo dificultad para hablar claramente. Y es justamente por no saber hablar que necesito confiar sólo en el Señor. Todo proviene de Él, no tengo nada de qué vanagloriarme.
El apóstol Pablo, por su parte, recibió una gran luz camino a Damasco (9:3). Dios tenía una comisión o incumbencia para él, pero no le habló directamente (vs. 5-6). En primer lugar, necesitó ser introducido en la iglesia por Ananías (v. 17); en segundo lugar, era necesario que él invocara el nombre del Señor y fuera bautizado para convertirse en un miembro del Cuerpo de Cristo (v. 18; cfr. 22:16). Finalmente, Ananías recibió la comisión de Dios de comunicarle a Pablo que él era un instrumento escogido por Dios y que tendría un ministerio (9:15; 26:16).
Pablo no había seguido al Señor Jesús desde el inicio de Su ministerio, por tanto, no había pasado por las experiencias de los demás apóstoles. Sin embargo, el Señor sabe cómo equipar a las personas que llama. Por eso lo llevó al desierto de Arabia, donde posiblemente le habló, por un largo periodo, palabras inefables, lo instruyó y lo equipó con las palabras de la economía de Dios del Nuevo Testamento (2 Co 12:1-4; cfr. Gá 1:17).
Podemos comparar la experiencia del apóstol Pablo con la de Moisés. Antes de estar apto para traer la ley al pueblo de Dios, Moisés debió permanecer en el monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches (Ex 24:18), oyendo las palabras de Dios y teniendo comunión cara a cara con Él.
Así como lo hizo con Moisés y con Pablo, Dios desea trabajar en todos nosotros a fin de hacernos útiles y habilitarnos para cooperar con Él en la ejecución de Su voluntad en la tierra. .
Punto clave: Dios llama y equipa a quien llama.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuáles fueron las tres cosas que sucedieron con el apóstol Pablo cuando estaba en Damasco?
MARTES
Lectura bíblica: Ex 3:11; 4:10; Hch 7:22; 9:23-25
Leer con oración:
"Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos" (2 Co 1:9).
LA EXPERIENCIA EN TARSO
Después de ser salvo y recibir la visión celestial que Dios le dio, Pablo comenzó a predicar el Evangelio en lugares públicos. En consecuencia, muchos se convirtieron y fueron salvos. Sin embargo, puesto que aún era inmaduro, Pablo tenía el hábito de discutir con los judíos, y esto los ponía furiosos, a tal punto que decidieron matarlo (Hch 9:23-24). Para salvar a Pablo, sus discípulos lo bajaron en una canasta por el muro de la ciudad (v. 25).
Entonces se fue a Tarso, su tierra natal. Allí, a fin de hacerla útil, Dios trabajó en Pablo de un modo semejante al que lo hizo con Moisés.
En Egipto, Moisés fue educado en el palacio real (7:20-22). Dios lo preparaba de aquella manera para que él, un día, fuera capaz de sacar al pueblo de Israel de aquel cautiverio. Sin embargo, Dios no podía utilizar simplemente las habilidades que Moisés había aprendido de los egipcios, por eso fue necesario que pasara cuarenta años en el desierto, donde sus habilidades y capacidades naturales murieron completamente (Ex 3:11; 4:10; cfr. Hch 7:22).
En la experiencia de Pablo, sabemos que él salió de Damasco y fue a Arabia para ser completamente equipado. Aunque había recibido tal revelación para poder ser útil al Señor, así como sucedió con Moisés, Pablo necesitaba además ser sometido al mismo proceso de muerte y resurrección. Y eso fue lo que le sucedió al volver a Tarso.
De la misma manera, antes de que podamos ser usados por el Señor, nuestra capacidad necesita morir. Entre nosotros hoy, hay hermanos que pasaron por experiencias y desarrollaron habilidades. Pero para que puedan ser útiles al Señor, todas sus habilidades naturales necesitan pasar por un proceso de muerte y resurrección. Dios usa la vida de la iglesia para transformar a tales personas, haciendo que su capacidad sea llevada a la muerte, para después, usarlas en resurrección (2 Co 1:9).
Punto clave: Usar las habilidades en resurrección.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Por qué es muy importante que nuestras habilidades naturales pasen por muerte y resurrección?
MIERCOLES
Lectura bíblica: Hch 11:25-26, 30; 12:25; 13:1:5,13
Leer con oración:
"Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado" (Hch 13:2).
EN ANTIOQUÍA - EXPERIENCIA DE BASE PARA LA OBRA
Como hablamos ayer, puesto que Pablo discutía con los judíos en Jerusalén, algunos quisieron matarlo, y por esa razón, fue enviado a Tarso. Probablemente en Tarso, Dios quería limpiar de toda ambición e impureza el corazón de Pablo, a fin de usarlo en la comisión que tenía para él.
Entonces, Bernabé que estaba en Antioquía -ciudad no muy distante de Tarso- se acordó de Pablo, fue a buscarlo y habiéndolo encontrado, lo llevó a Antioquia (Hch 11:25,26). Allí, Bernabé perfeccionó a Pablo para servir al Señor (v. 30; 12:25).
"Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo" (13:1). Esos hombres lideraban a los demás hermanos de la iglesia y juntos, frecuentemente ayunaban y oraban (v. 2).
Mientras servían al Señor, el Espíritu Santo le dijo a los cinco: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado". Simón, Lucio y Manaén, entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron (v.3). Esto ilustra que, si alguien desea salir a la obra, es importante, que haya personas orando y ayunando por eso.
Así, fueron enviados Bernabé y Pablo: "enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Y llegados, Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos" (13:4,5a). En esa primera jornada ministerial, tuvieron también como ayudante al joven Juan Marcos, que era primo de Bernabé, el cual, no mucho tiempo después; apartándose de ellos, volvió a Jerusalén (v. 13). Pese a las muchas dificultades que enfrentaron; Dios pudo hacer muchas cosas a través de ellos.
Punto clave: Fuimos apartados para la obra del Espíritu.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Por qué fue tan importante para el Espíritu que los hermanos estén orando y ayunando juntos?
JUEVES
Lectura bíblica: Hch 13: 14-16,42-49; 14: 1-4,8-12, 19-22
Leer con oración:
"Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna" (Hch 13:48).
LAS EXPERIENCIAS EN ANTIOQUÍA DE
PISIDIA, ICONIO, LISTRA Y DERBE
A medida que anunciaban la palabra en varios lugares, Pablo, Bernabé y los que estaban con ellos hacían muchas señales y prodigios. Pablo y la comitiva pasaron de Perge a Antioquía de Pisidia, que quedaba un poco más al norte que Antioquía de Siria (Hch 13:14).
Dios abrió la boca de Pablo, y esto le permitió decir una buena palabra (vs. 16-41). Por esa razón, varias personas comenzaron a ver a Pablo de manera diferente y a darle más importancia que a Bernabé (v. 43).
Hasta ese momento, el nombre de Bernabé era mencionado antes que el de Pablo, porque Pablo era quien acompañaba a Bernabé (11:30; 12:25; 13:1-2,7). Después que Pablo comenzó a ejercitar más el don de la palabra, se convirtió en el principal portador de la Palabra, y Bemabé, el seguidor (vs. 16,43,46,50; 14:1,12).
En Antioquía de Pisidia, Pablo habló con osadía a prácticamente toda la ciudad (13:44), esto despertó la envidia de algunos judíos (v. 45). Aunque esos judíos sabían que lo que Pablo hablaba no estaba equivocado, intentaron contradecirle.
Al haber un rechazo en determinado lugar, Pablo se dirigía a otro (vs. 46-49). Puesto que los judíos rechazaban la palabra de Dios, esto hizo que Pablo se volviera a los gentiles. Los que fueron ordenados por Dios para vida eterna oyeron las palabras de Pablo y creyeron en ellas. Entre ellos había personas que se regocijaban y glorificaban al Señor.
En Iconio, muchos paralíticos fueron sanados y muchas cosas fueron hechas (14:1-7). De Iconio, Pablo, Bernabé y los demás fueron a Listra, donde sanaron a un cojo de nacimiento (vs. 8-18). No obstante, aun frente a aquellos prodigios y señales, por todas partes, los judíos los difamaban (v. 19a), porque les tenían envidia. No sólo criticaban o intentaban contradecirlo, sino que incluso lo apedrearon y lo arrastraron hacia fuera de la ciudad, dejándolo casi muerto. Entonces, él se levantó y se fue a Derbe, donde muchas obras más fueron realizadas (vs. 19-20).
Mientras más personas creían en la predicación de Pablo y Bernabé, más envidia le tenían los judíos. Por eso, cuando volvieron, intentaron fortalecer a los hermanos que fueron engendrados en Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia (vs. 21-22).
Si en aquella época la religión actuaba así, hoy no es diferente. Cuando alguien dice una buena palabra, eso produce envidia en los demás. Aunque todo lo que se diga esté correcto, aquellos oyentes envidiosos pueden intentar usar todo tipo de medios para contradecirlo, sacando palabras del contexto e incluso injuriando.
Desde la época de Pablo eso ya ocurría, por eso no debemos extrañamos ni desanimarnos si esto nos ocurre. Al igual que Pablo y Bernabé, debemos avanzar hacia aquellos que están ordenados para vida eterna y quieren recibir la palabra de Dios (13:48-49).
Punto clave: Avanzar hacia aquellos que están ordenados para vida eterna.
Pregunta: ¿Por qué los apóstoles fortalecieron a los hermanos?
VIERNES
Lectura bíblica: Hch 14:21-28
Leer con oración:
"Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído" (Hch 14:23).
LA NECESIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN EN LAS IGLESIAS
Pablo y Bernabé, en su viaje de regreso, pasaron nuevamente por las ciudades de Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (14:22). Por causa de la obra de Dios, ellos pasaron por muchas tribulaciones; enfrentaron la oposición y la envidia, pero el Señor estaba con ellos. Lo importante era entrar en el reino de Dios.
Por eso, aun en medio de tantas tribulaciones, la obra de Dios fue hecha. Tanto en el viaje de ida como en el de regreso, predicaron el evangelio y promovieron la elección de ancianos en cada ciudad (v. 23).
Es evidente que tales ancianos que fueron escogidos eran nuevos en la fe, porque todavía no conocían bien la palabra de Dios. Los que fueron escogidos para ser ancianos, eran aquellos que, de entre los que habían creído, estaban más dispuestos a vivir la vida de la iglesia y tenían más experiencias de la vida humana.
Los ancianos tienen la responsabilidad de conducir a la iglesia en la ciudad donde viven. Por eso, hoy cuando salimos a predicar el evangelio a otras ciudades, si alguien recibe el evangelio, necesitamos, inmediatamente después, ayudarlo a reunirse con los demás hermanos. Pero cuando el número de salvos aumenta, la iglesia necesita ser administrada, y por eso, es necesario que estén aquellos que asuman la responsabilidad por la iglesia. Aun siendo muy nuevos, y sin mucha experiencia, deben ser escogidos, de entre los que estén allí, algunos que cuiden a los demás hermanos; deben ser aquellos que demuestren tener más responsabilidad por la iglesia y mayor crecimiento de vida, en comparación con los demás.
En su primer viaje, Pablo y Bernabé establecieron iglesias en la región de Galácia y volvieron a Antioquía, la ciudad de la cual habían salido inicialmente (vs. 27,28). Durante ese viaje, ellos pasaron por muchos sufrimientos y tribulaciones, y fue justamente en medio de esos sufrimientos que Juan Marcos, el joven primo de Bernabé, no aguantó la presión y regresó a Jerusalén.
Punto clave: Un anciano debe tener crecimiento de vida.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Por qué surgió la necesidad de establecer ancianos en las iglesias que fueron establecidas por Pablo y Bernabé?
SABADO
Lectura bíblica: Hch15:1-5, 7-11 13, 19-22
Leer con oración:
"Mas a Silas le pareció bien el quedarse allí" (Hch 15:34).
LA DIFÍCIL SITUÁCIÓN DE LA IGLESIA EN JERUSALÉN
Durante los viajes del apóstol Pablo, muchos de los problemas que él enfrentó tuvieron su origen en la iglesia en Jerusalén (Hch 15:1) .
La iglesia en Jerusalén comenzó con la saludable práctica de invocar el nombre del Señor. Sin embargo, después de la persecución y posterior apedreamiento de Esteban, esta práctica se fue perdiendo. Paralelamente, los doce discípulos también perdieron espacio en la administración de la iglesia, ya que fueron los sacerdotes y fariseos salvos que, poco a poco, se fueron convirtiendo en los ancianos en Jerusalén (6:7). Tales personas introdujeron prácticas del Antiguo Testamento en la iglesia, y por ser líderes allí, comenzaron a ejercer una influencia en otros lugares.
Así que, cuando Pablo predicaba el evangelio en las tierras gentiles, los de Jerusalén enviaban a personas para ver lo que estaba sucediendo y daban instrucciones a los nuevos convertidos, diciéndoles que necesitaban circuncidarse y seguir la ley de Moisés para ser salvos. Por causa de esa situación, en Hechos 15:2 leemos: "Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión".
Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén porque el origen del problema estaba allí. Al llegar, ellos se reunieron con los hermanos. La Biblia no registra que los doce apóstoles estaban presentes, pero por lo menos Pedro estaba allí y dio su parecer sobre el asunto, relatando su experiencia en la casa de Cornelio.
Sin embargo, Hechos 15:5 deja claro que el grupo que originó el problema provenía "de la secta de los fariseos, que habían creído". Es decir, no fueron personas enviadas por los apóstoles de Jerusalén, sino por los antiguos fariseos que se habían convertido al Señor y que llegaron a ser ancianos.
Después que el asunto fue presentado a los que allí estaban, Pedro tomó la palabra. Al final de su discurso dijo: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos" (vs. 10, 11).
Jacobo (el hermano del Señor) también habló y finalmente concluyó con lo siguiente: "Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo" (vs. 19-21).
Las palabras de Jacobo fueron acatadas, y "entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos" (v. 22). Ellos acompañaron a Pablo y Bernabé, llevando la carta de recomendación que contenía, era esencialmente las palabras de Jacobo. Después de haber concluido la misión, Judas volvió a Jerusalén, pero Silas permaneció con Pablo, posiblemente por no estar satisfecho con la situación de Jerusalén.
La manera como la decisión fue tomada en Jerusalén, conforme al registro del capítulo 15 de Hechos, nos sugiere que decidir los asuntos de la iglesia con base en una discusión no produce un resultado provechoso para lo que Dios desea hacer. Lo más adecuado era orar y dejar que el Espíritu decida.
Punto clave: Dios llama y equipa a los llamados.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuál debe ser nuestra actitud cuando hay alguna necesidad en la iglesia?
DOMINGO
Lectura bíblica: Hch 15:24-29, 34-40; 2 Ti 4:11
Leer con oración:
"Y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor" (Hch 15:40).
NEGARSE A SÍ MISMO
PARA HACER LA OBRA DEL ESPÍRITU
Como vimos ayer, después de la reunión en Jerusalén, registrada en el capítulo 15 de Hechos, los hermanos decidieron enviar una carta con recomendaciones -que estaban basadas en las palabras de Jacobo- a los gentiles que habían creído. En otras palabras, aquella carta decía: "Ustedes no necesitan circuncidarse, pero tienen que abstenerse de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación. Si practican eso, todo estará bien" (cfr. Hch 15:24-29).
De acuerdo con el versículo 34 del mismo capítulo, a Silas le pareció bien quedarse allí. Silas era un líder de la iglesia en Jerusalén, pero, probablemente, no estaba de acuerdo con lo que estaba sucediendo allí. Al acompañar a Pablo, se dio cuenta de que el Espíritu Santo tenía la libertad para actuar y por eso, decidió permanecer en Antioquía.
En el versículo 36 leemos: "Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están", La actitud de Pablo es la reacción espontánea de un hermano que cuida a otros. Como buen padre espiritual, él deseaba saber cómo estaban aquellos que habían recibido al Señor por medio de su predicación.
Bernabé le insistió a Pablo que llevaran a Juan Marcos, quien no había soportado los sufrimientos del primer viaje. Bernabé era un buen hombre, por eso le quería dar una segunda oportunidad al joven que había fallado. Pero Pablo pensaba diferente y no estuvo de acuerdo. A pesar de que él era nuevo en la obra, y al ver que el joven Marcos no fue capaz de soportar el sufrimiento en la obra, no quiso llevarlo (vs. 38-39).
Si ellos hubieran aprendido -como estamos aprendiendo hoy- a negarse a sí mismos, ambos habrían dejado de lado sus puntos de vista y hubiesen seguido al Espíritu, no insistiendo en sus opiniones. Sin embargo, por ser aún fuertes en sus opiniones, se separaron. Bernabé llevó consigo a Marcos a Chipre. Pablo, por su parte, escogió a Silas y partió a su segundo viaje ministerial, encomendado por los hermanos a la gracia del Señor (vs. 39-40).
Más adelante, a lo largo de su vida, Pablo pasó por experiencias de quebrantamiento, por medio de las cuales aprendió a negarse así mismo, y a no seguir su voluntad propia; de esa manera, la vida de Dios pudo crecer en él. Al final de su ministerio, estando ya cerca a su muerte, vemos que Juan Marcos estaba nuevamente cooperando con él, esto demuestra que el apóstol Pablo había madurado y aprendido a dar una segunda oportunidad a los que se equivocan (2 Ti 4:11).
Nosotros, que fuimos enviados por el Señor a la obra de la expansión, tenemos muchos puntos que aprender de todas estas situaciones. En el próximo tomo de esta serie continuaremos viendo las lecciones que podemos extraer de los viajes de Pablo. ¡Jesús es el Señor!
Punto clave: Negarse a sí mismo, seguir al Espíritu y no insistir en nuestras propias opiniones.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Qué importante lección aprendemos de la experiencia de Pablo y Bernabé con relación a Marcos?
Lectura de apoyo:
“La visión celestial” – cap- 5 – Dong Yu Lan
“Andar según a la voluntad de Dios" - cap. 7 - Don Yu Lan.
Aguas refrescantes 23 de agosto
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11 :28.
¿Cómo nos proporciona descanso el Señor Jesús? Es como si se pusiera delante nuestro para que le veamos, y nos dijera: "Yo soy manso". Mansedumbre significa flexibilidad. El que es manso puede decir que sólo tendrá lo que Dios quiere que él tenga. Poseer una cosa o no poseerla, no adquiere importancia. Lo que importa es que la decisión sea del Señor. Teniendo esa cosa en la voluntad de Dios puede cantar alegremente: ¡Aleluya! Pero si en la voluntad de Dios no la llega a tener, también puede cantar.
La mansedumbre significa que nuestras decisiones están sujetas a cambios por parte de Dios. ¿Tiene Dios libertad para cambiar tu opinión? Has dicho que Dios te ama. ¿Te quejarás entonces si no te concede lo que pides? ¿Puedes cantar "aleluya" en cualquier caso? Un hombre es manso cuando está dispuesto a cualquier cambio que Dios dispone. Estará dispuesto a cualquier renovación de su mente que Dios quiere realizar. Tales personas dis-frutan descanso perfecto.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
Literatura disponible en:
corpocri@yahoo.com
laiglesiaenarmenia@yahoo.com