CRISTO ES DIOS (1ª parte)
La clave para entender la Biblia y a Dios está en la persona de Jesucristo. No hay ninguna otra persona en la historia que haya afectado tanto a la humanidad como Jesucristo. Ninguna persona ha sido tan honrada y adorada como Jesucristo, y sin embargo, al mismo tiempo, ha permanecido como un misterio para la mente humana. Muchos historiadores lo han considerado un gran líder, y muchos reformistas sociales lo han considerado un gran maestro de la humanidad. Napoleón se igualó con Alejandro Magno, Julio César y Carlomagno, pero reconoció que Jesús estaba por encima de todos ellos y pertenecía a una clase diferente. Los primeros marxistas negaban que El era Dios, y Engels incluso negó que Jesús hubiera existido. Pero luego los marxistas admitieron que los intentos por borrar a Jesús de la historia y la cultura europea era infructífero y absurdo, y que Jesús es “un ejemplo de los valores humanos más sagrados”.
No obstante, ¿es Jesús de Nazaret sólo un gran líder, un gran maestro y un modelo de los valores más sagrados? ¿Quién es Jesús? Esta es una de las grandes preguntas entre los hombres desde que nació Jesús hace ya casi dos mil años. Los judíos de Su tiempo que se le oponían dijeron que El era tan sólo un carpintero de Nazaret, el hijo de José; dijeron que El era solamente un hombre. Otros entre ellos dijeron que El era Juan el Bautista o Elías o Jeremías o alguno de los profetas. Los gentiles de las generaciones pasadas dijeron que El era un religioso revolucionario, un gran filósofo, un noble moralista, o un siervo sacrificado.
Un día Jesús tuvo el intenso deseo de revelarse a Sus discípulos, así que los llevó a un lugar llamado Cesarea de Filipo, lejos de Jerusalén donde la atmósfera de la vieja religión judía llenaba los pensamientos de todos los hombres. En Cesarea de Filipo El les preguntó a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o algunos de los profetas” (Mt. 16:13-14).
Luego Jesús les hizo una pregunta muy tajante, que todos debemos responder: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (v. 15). Sólo uno de los discípulos de Jesús, Pedro, respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). Al decir que Jesús era el Hijo del Dios viviente, Pedro estaba diciendo que Cristo era Dios mismo (Jn. 10:30, 33; 5:18; 1:1; 20:28; 1 Jn. 5:20; Fil. 2:6; He. 1:
. El Señor respondió a Pedro: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (v. 17). Necesitamos la revelación celestial para recibir la bienaventuranza de ver quién es Cristo realmente.
El Evangelio de Juan cuenta la historia de un discípulo llamado Tomás que rehusó creer a los otros discípulos cuando le dijeron que habían visto a Jesús después de Su resurrección. Tomás dijo: “Si no viera en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (20:25). Ocho días después Jesús apareció a los discípulos de nuevo, y esta vez Tomás estaba con ellos. “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (vs. 27-29). La declaración de Tomás al creer fue que Jesús era su Señor y su Dios. La respuesta de Jesús fue que todo aquel que creyera como Tomás sería bienaventurado.
Uno de los fundamentos más importantes de la fe cristiana es la confesión de que Cristo es Dios. Cristo no es sólo un gran hombre; El es Dios mismo. Cuando Pedro, uno de los discípulos de Cristo, declaró que éste era el Hijo del Dios viviente, estaba proclamando uno de los mayores misterios del universo. La iglesia cristiana está fundada sobre esta revelación de la persona divina de Cristo. Martín Lutero, el reformador protestante, dijo: “Aférrese de Jesús como un hombre, y descubrirá que El es Dios”.
Si usted quiere saber quién es un hombre, debe preguntarle. A lo largo de la historia no ha habido filósofo, líder religioso, ni sabio que se haya atrevido a decir que es Dios. Sólo Jesús dijo que El era Dios.
EL NACIMIENTO DE CRISTO
POR MEDIO DE LA CONCEPCION
DEL ESPIRITU SANTO Y DE UNA VIRGEN
DEMUESTRA QUE EL ES DIOS
Hay muchas evidencias de que Cristo es Dios. La primera prueba es la manera en que Cristo nació en la tierra. La manera en que una persona nace dice mucho acerca del origen de ella. Cristo nació de una virgen llamada María (Mt. 1:18). El no nació por la concepción humana, sino que fue concebido por el Espíritu Santo (Mt. 1:20). Si El hubiese sido un mero ser humano, habría venido del mismo modo que los demás. Pero Jesucristo vino a la tierra de una manera diferente a la de todos los seres humanos. Todos los seres humanos nacen de padres humanos, pero Jesús vino como la mezcla del Espíritu Santo con el hombre. Durante los siglos pasados mucha gente ha intentado refutar el hecho histórico del alumbramiento por una virgen al decir que tal acontecimiento es contrario a la ciencia. Sin embargo, uno debe darse cuenta de que la ciencia sólo puede explicar fenómenos naturales. Todos los fenómenos sobrenaturales no los puede explicar la ciencia; van más allá de toda investigación científica. Ciertamente Dios, el Creador del universo y el Autor de todos los principios científicos, no está limitado por las leyes naturales. Es lo más razonable que Dios hubiese venido a la tierra de una manera sobrenatural, diferente a todos los otros mortales.
El hecho de que Cristo hubiera sido concebido del Espíritu Santo y que naciera de un virgen humana significa dos cosas. Primero, significa que Jesús llevaba divinidad en Su ser. Una concepción humana lleva el elemento humano, y una concepción divina lleva el elemento divino. Todo ser humano sólo lleva el elemento humano. Solamente Jesucristo nació con el elemento divino y el elemento humano. Esto comprueba que El es el único Dios-hombre.
Segundo, todos los nacimientos humanos llevan consigo el elemento del pecado. Pero un nacimiento que es diferente del nacimiento natural no lleva el elemento hereditario humano del pecado. Todos los hombres nacen pecadores, pero Cristo nació sin pecado. El era el Dios-hombre sin pecado, el Dios completo y el hombre perfecto.
El profeta Isaías habló del nacimiento de Cristo así: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre Su hombro; y se llamará Su nombre ... Dios Fuerte, Padre Eterno...” (Is. 9:6). Unos setecientos años antes del nacimiento de Jesús, Isaías predijo que Jesús sería un niño nacido como Dios fuerte y nos sería dado un hijo que sería Padre eterno. El profeta Miqueas también dio una sorprendente profecía como setecientos años antes del nacimiento de Cristo. El dijo que de la ciudad de Belén saldría uno que sería Señor en Israel; y Sus salidas serían “desde el principio, desde los días de la eternidad” (5:2). Esta profecía indica que en la eternidad pasada Dios planeó entrar en la humanidad. Así, en el nacimiento de Jesús, Dios salió de la eternidad, pasó al tiempo y entró con Su divinidad en la humanidad, y se mezcló con el hombre. ¡Jesús es Dios mismo mezclado con la humanidad!
Witness Lee
Aguas refrescantes 20 de mayo
Temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. 2 Corintios 11: 3.
Antes de que un hombre reciba un corazón nuevo de parte de Dios, debe primero sufrir un cambio de mente. Esto es lo que ocurre en la conversión, pero aun después de ella la mente del creyente no está exenta de los embates de Satanás. El mismo apóstol que afirmó que el dios de este siglo ha cegado el entendimiento de los que no creen, estaba también preocupado por si Satanás engañara y corrompiera los pensamientos de aquellos que habían experimentado un cambio de mente.
Al engañar con su astucia a Eva lo primero que hizo Satanás fue sembrar dudas en su mente. Hasta ese momento su, corazón estaba sin pecado, pero permitió que sus pensamientos fueran distorsionados, rindiendo el control de su mente y arruinando su relación con Dios. Tengamos cuidado de no hacer alarde de la sinceridad de nuestros corazones, a la par que procedemos con negligencia en cuanto a nuestra vida mental. La transformación espiritual depende de la renovación mental (Ro. 12:2).
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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