EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ 5ª semana
Aarón es ungido sumo sacerdote
Lunes --- Leer con oración: Ex 4:10-16
“Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Ex 19:6)
PREPARADO PARA SER ÚTIL AL SENOR
Cuando Dios llamó a Moisés para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, él respondió que no tenía ninguna habilidad para eso. Después de haber pasado cuarenta años en el desierto, Moisés ya no se consideraba capaz de llevar a cabo ese propósito. Él había perdido toda su elocuencia y confianza en sí mismo (Ex 4:10).
Cuando llegamos a este punto, donde nuestras habilidades naturales llegan a su fin, estamos, de hecho, preparados para ser útiles a Dios.
Moisés no quería hablar con Faraón, a tal punto que llegó a sugerirle a Dios para que enviara a otra persona, y no a él. Por eso el Señor le dijo que su hermano Aarón lo ayudaría, hablando por él: “¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios” (4:14-16).
Fue en ese momento que Aarón recibió la comisión de Dios para cooperar con Moisés a fin de ayudarlo a liberar al pueblo de Egipto. Así pues, todas las veces que Moisés fuera delante de Faraón, no iría sólo, sino que llevaría a Aarón consigo.
Además de Aarón, Moisés tenía una hermana mayor llamada María. Ellos lo ayudaban como profetas en el ministerio de la palabra. El ministerio de Moisés fue libertar al pueblo de Dios de Egipto, salvándolos del yugo de la esclavitud. No obstante, el objetivo final de Dios, al realizar esta liberación, era que el pueblo en el desierto aprendiera a adorarlo y servirlo. Llevar al pueblo a servir a Dios era la función del sumo sacerdote, la cual, después de salir de Egipto, sería la comisión principal de Aarón.
En el transcurso de esta semana veremos que Aarón cometió algunos errores, pero el Señor lo perdonó, pues quería usarlo para Su propósito. Esta también puede ser nuestra experiencia. Al ser derrotados, debemos arrepentirnos y tener el deseo de avanzar, para ser útiles al Señor, sirviéndolo. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: Libres para adorar a Dios.
Pregunta: Así como sucedió con Moisés, ¿Puede ver el arreglo divino para que usted sea útil a Dios?
Martes --- Leer con oración: Ex 32:1-29
“Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros” (Ex 32:29)
ARREPENTIRSE Y POSICIONARSE POR EL SEÑOR
Aarón fue puesto por Dios al lado de Moisés para cooperar con él. Lamentablemente, esto no fue lo que sucedió en el monte Sinaí. Después de que el pueblo le dijera a Moisés: “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos” (Ex 19:
, Dios decidió darle las tablas del pacto, es decir, los Diez Mandamientos.
Entonces, Moisés subió al monte para tener comunión con Dios y permaneció allí durante cuarenta días y cuarenta noches. “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido” (32:1).
Aarón podía haberle dicho al pueblo que tuviera paciencia y esperara un poco más; sin embargo, no actuó así: “Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos (...) y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová” (vs. 2-5). Al día siguiente, madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y trajeron ofrendas de paz al becerro de oro; esto realmente ofendió a Dios, que le dijo a Moisés: “Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (vs. 7-
.
Moisés descendió del monte con las dos tablas del testimonio en las manos: “Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel” (vs. 19-20).
Después Moisés reprendió a Aarón: “¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros (...) Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro” (vs. 21-24).
Aunque Aarón hizo el ídolo no asumió su responsabilidad, sino que atribuyó la culpa al pueblo. Según nuestro punto de vista, Dios tenía todos los motivos para señalar la mentira de Aarón y disciplinarlo; sin embargo, Dios lo perdonó, pues aún quería usarlo.
Viendo que el pueblo estaba desenfrenado adorando al becerro de oro que Aarón había fundido, se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: “¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente” (vs. 26-27).
El campamento era el lugar donde el pueblo de Israel habitaba. Los que permanecieron afuera de sus tiendas eran los rebeldes, los cuales debían ser muertos a espada por orden de Moisés. En aquel día los levitas mataron a tres mil rebeldes para mostrar que estaban del lado del Señor y que se habían consagrado. pues Moisés habia dicho: “Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros” (v. 29). Por causa de esa actitud de la tribu de Leví, de la cual Aarón formaba parte, Dios la llamó para Su servicio.
Aarón se arrepintió y se posicionó inmediatamente del lado del Señor, junto con la tribu de Leví. Gracias al Señor por las oportunidades que también hemos tenido de arrepentirnos, consagrarnos al Señor y de volver a servirlo. ¡Aleluya!
Punto Clave: Arrepentirse inmediatamente.
Pregunta: ¿Cuál fue la actitud de Aarón que le dio derecho al sacerdocio aun después de tan grande fracaso?
Miércoles --- Leer con oración: Ex 32:11-14; Nm 12:1-13
“Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?” (Ex 32:11)
PREOCUPARSE POR LOS INTERESES DE DIOS, INTERCEDER POR
LAS PERSONAS Y PERDONAR A LOS QUE SE ARREPIENTEN
Cuando el pueblo que había sacado de Egipto se corrompió y se desvió del camino que le había ordenado, haciendo para sí un becerro fundido y adorándolo, Dios se airó y quiso destruirlo, diciéndole a Moisés que haría de él una gran nación (Ex 32:9-10).
Aarón y todo el pueblo habían cometido un gran pecado, pero Moisés se preocupaba, en primer lugar, por los intereses de Dios, por eso “oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre” (vs. 11-13).
Moisés no buscó su propio beneficio, pues se preocupaba por el nombre del Señor y Su palabra. Así que, el corazón de Dios fue compungido por las palabras de Moisés: “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo” (v. 14).
En Números 12 vemos otra falla de Aarón. Por causa de la mujer cusita que Moisés había tomado, Aarón y María dijeron: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” (v. 2). Al decir eso, ellos mostraron el deseo que tenían de tomar el lugar de Moisés. Pero él era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra (v. 3). Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: “Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa” (vs. 4-7).
El Señor no reprendió a Moisés por haberse casado con una mujer cusita, sino que lo vindicó, diciendo que él era fiel en toda Su casa. Aunque hablaba con los profetas de varias maneras, con Moisés era diferente: “Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” (v.
.
Debemos tener temor de criticar o maldecir a los siervos del Señor, pues aquellos que hacen esto no se conocen a sí mismos ni al Señor. Todo esto será juzgado delante del tribunal de Cristo.
El resultado de la actitud de Aarón y María fue que ella se quedó leprosa y dijo Aarón a Moisés: “¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado” (v. 11). Moisés era realmente más manso que todos los hombres de la tierra, porque, a pesar de haber sido criticado, intercedió a Dios pidiendo para que sanara a María de su lepra, de la cual padeció durante siete días (vs. 13-14).
En las dos fallas de Aarón, Dios lo perdonó. En nuestra experiencia, tenemos que evitar cometer fallas como esas, para que el Señor no se aíre contra nosotros. Somos responsables por cada palabra que hablamos, por eso debemos tener cuidado de no pecar contra el Señor. Las lecciones de derrota están registradas en la Biblia para nuestro aprendizaje y perfeccionamiento. Seamos aquellos que se arrepienten y se consagran totalmente al Señor. Por otro lado, aprendamos de Moisés a poner los intereses de Dios en primer lugar, a interceder por los que se equivocan y a perdonar a los que se arrepienten. ¡Amén!
Punto Clave: Poner los intereses de Dios en primer lugar.
Pregunta: ¿Cuál fue la reacción de Dios al ver el hablar injurioso de Aarón y María contra Moisés, y cuál es el principio que aprendemos en esto?
Jueves --- Leer con oración: Lv 7:31-36; 8:10-15
“Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras” (Sal 133:2)
AARÓN ES UNGIDO
Dios quería hacer de Israel una nación santa y un reino de sacerdotes. Ser un reino de sacerdotes significa que el pueblo debía ir siempre delante de Dios para presentar sacrificios y adorarlo. Sin embargo, después del incidente del becerro de oro, para presentar sacrificios a Dios, fue necesario apartar a un grupo de sacerdotes que Le sirvieran exclusivamente, y sean completamente dedicados a Él. La tribu de Leví fue escogida para tener el sacerdocio, y de entre las familias de la tribu de Leví, la casa de Aarón fue escogida por Dios para que fuera la casa sacerdotal. El sumo sacerdote era Aarón y todos sus hijos eran sacerdotes. No obstante, para recibir la comisión de sumo sacerdote y servir a Dios, Aarón tenía que ser ungido, pues todo aquel que recibía una incumbencia de Dios debía ser ungido. Por esa razón, los sacerdotes también necesitaban ser purificados y santificados, así como todos los objetos relacionados con el servicio en el tabernáculo.
Como está escrito en Levítico 8:10-13: “Y tomó Moisés el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Y roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios, y la fuente y su base, para santificarlos. Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo. Después Moisés hizo acercarse los hijos de Aarón, y les vistió las túnicas, les ciñó con cintos, y les ajustó las tiaras, como Jehová lo había mandado a Moisés”.
En esa esfera santa, Aarón fue ungido. La unción era un acto solemne, muy serio. Todos los utensilios del tabernáculo y todos los objetos alrededor de Aarón tenían también que ser ungidos, a fin de santificarlos.
De todas las ofrendas, Dios preparó una porción especial para los sacerdotes que servían. De las ofrendas que el pueblo traía a Dios para sacrificio, una parte era separada para la alimentación de los sacerdotes, especialmente la ofrenda mecida y la ofrenda elevada. La ofrenda mecida simboliza la experiencia de resurrección del Señor, y la ofrenda elevada, la ascensión del Señor. También estaba la espaldilla de la ofrenda elevada, que representa la fuerza del Cristo ascendido. Esta era la porción de los sacerdotes (Lv 7:31-36).
Asimismo, los sacerdotes tenían que solucionar el problema de sus pecados para consagrarse a Dios, por eso Moisés hizo la ofrenda por el pecado (8:14-15). Después de ofrecer el sacrificio por el pecado, los sacerdotes hicieron la ofrenda del holocausto y, luego, ofrecieron al Señor el carnero de las consagraciones. Además, Moisés preparó los panes sin levadura y las tortas, poniéndolos como ofrenda mecida en las manos de Aarón, que los meció delante del Señor, esto representa la experiencia de la muerte y resurrección (vs. 26-27). Todo eso fue para santificar y consagrar a los sacerdotes para el servicio al Señor.
En los días de hoy, nosotros, que somos hijos de Dios, fuimos constituidos con la función de sacerdote, es decir, fuimos ungidos por el Espíritu, con la incumbencia de servir a Dios. Para ello, debemos santificarnos y consagrarnos al Señor, ayudando a otros a servirlo, porque así estaremos ejerciendo nuestro ministerio sacerdotal y recibiremos una porción especial de parte del Señor. ¡Amén!
Punto Clave: Consagrados y santificados.
Pregunta: Puesto que ya fuimos ungidos por el Espíritu ¿Qué hemos hecho para ejercer la función de sacerdote?
Viernes --- Leer con oración: Ex 6:23; 28:1; Lv 9:24; 10:1-2
“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mt 10:37)
SERVIR A DIOS SEGÚN SUS ORDENANZAS
El Señor desea que Le sirvamos, pero esto no puede ser hecho de cualquier manera. Hoy veremos cuánto ofendemos a Dios cuando lo servimos con nuestros métodos naturales.
Como ya hemos visto, Dios constituyó a la casa de Aarón como la casa sacerdotal. Aarón era el sumo sacerdote, y sus cuatro hijos, los sacerdotes que servían delante del Señor, preparaban y llevaban al altar las ofrendas traídas por el pueblo.
El hijo mayor de Aarón era Nadab, y el segundo Abiú y los otros dos se llamaban Eleazar e Itamar. Cuando Aarón, que era el sumo sacerdote, ofrecía el sacrificio, contaba con la ayuda de los sacerdotes, que eran sus hijos (Ex 6:23; 28:1).
Conforme a lo que Dios había establecido, todas las ofrendas tenían que ser quemadas con el fuego que provenía del altar del holocausto. Este era un fuego proveniente del cielo, es decir, un fuego santo (Lv 9:24).
Lamentablemente los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, no hicieron esto, pues “tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová” (10:1-2).
Nadab y Abiú llevaron su propio fuego para presentar delante del Señor, y eso fue algo muy grave. Aunque habían sido ungidos, pero a la hora de llevar el incienso delante del Señor, colocaron fuego extraño en sus incensarios, y por eso fueron muertos.
Con este hecho, toda la casa se entristeció. Probablemente fue un acontecimiento inesperado, que debió haber ocurrido el mismo día cuando Aarón fue ungido. Sin embargo, Moisés, dijo a Aarón y a sus hijos: “Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado (...) No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vestidos en señal de duelo, para que no muráis, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero vuestros hermanos, toda la casa de Israel, sí lamentarán por el incendio que Jehová ha hecho” (vs. 3, 6).
Aunque, en aquel día, Aarón había perdido a sus dos hijos mayores, Dios quería mostrar a Eleazar e Itamar que, como sacerdotes, debían tener en cuenta los intereses de Dios más que los de su propia casa.
Para nosotros, que servimos como sacerdotes en el Nuevo Testamento, Dios tiene que estar en primer lugar. El Señor Jesús mismo dijo que, si no dejamos padre, madre, hijos, hermanos y hermanas, no somos dignos de servir a Dios (Mt 10:37; Lc 14:26). Esto no significa abandonar a nuestra famiia, sino considerar quién tiene la primacía en nuestro corazón. El primer lugar en nuestra vida debe pertenecer al Señor, pues queremos que Él siempre tenga la prioridad en todo lo que hacemos. ¡Amén!
Punto Clave: Hacer la voluntad del Padre.
Pregunta: Como sacerdote de Dios ¿Lo ha puesto en primer lugar en su vida?
Sábado --- Leer con oración: Sal 133:1-3
“Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición y vida eterna” (Sal 133:3)
UNGIDOS CON EL ESPÍRITU SANTO
Hoy veremos el significado de la unción del Señor. Todos los sacerdotes de Dios en el Antiguo Testamento eran ungidos con el oleo de la unción, y nosotros, hoy, en el Nuevo Testamento, somos ungidos con el Espíritu.
El Salmo 133 habla sobre la unción que recibimos para llegar a ser parte del Cuerpo de Cristo: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición y vida eterna” (Sal 133:1-3). ¡Aleluya!
La unción es importantísima para la bendición de Dios, y el ungido recibe del Señor una comisión muy especial. Este salmo muestra que, cuando Cristo, que es la Cabeza, fue ungido, el buen óleo descendió por todo el Cuerpo. ¡Aleluya!
Cuando nuestro Señor Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y salió de las aguas, vino una voz del cielo, directamente del Padre, declarándolo como Hijo de Dios. Asimismo, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma. Esta es la unción del Espíritu que comisionó al Señor Jesús para hacer la voluntad del Padre.
Así que, Él es el Cristo de Dios. El nombre Cristo significa: ungido, aquel que recibió la unción, la comisión. ¡Alabado sea el Señor! Esta unción fue derramada sobre la cabeza del Señor Jesús y también sobre todo el Cuerpo. Esto muestra que toda la iglesia fue ungida. Cuando Cristo fue ungido, nosotros también lo fuimos. El óleo del Espíritu que ungió al Señor Jesús es el mismo que nos ungió a nosotros. La unción también es la bendición que Dios envió sobre la iglesia. Si queremos esta bendición, debemos estar en la comunión del Cuerpo, siendo encabezados por el Señor Jesús. ¡Amén!.
Punto Clave: Recibir la bendición de Dios.
Pregunta: ¿Cree usted que recibió la comisión de Dios para hacer Su voluntad?
Domingo --- Leer con oración: 2 Co 1:21-22
“Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gá 3:14)
EL ESPÍRITU PROMETIDO ES LA MAYOR BENDICIÓN
Como sacerdotes, necesitamos siempre santificarnos y consagrarnos al Señor, ofreciendo ofrendas por el pecado, holocaustos, ofrendas por las transgresiones, y ofrendas de paz. Así recibiremos la bendición de Dios, que es como el rocío de Hermón que desciende sobre los montes de Sión. Esto se refiere al Espíritu que nos trae la bendición de Dios.
En el Antiguo Testamento, las bendiciones prometidas al pueblo de Dios estaban relacionadas con la vida terrenal. Pero, en el Nuevo Testamento, la bendición es la vida eterna, es el Espíritu prometido (Gá 3:14). Cuando el Espíritu nos unge, los elementos divinos del Padre, del Hijo y del Espíritu son aplicados a nosotros (2 Co 1:21-22). ¡Qué gran bendición! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
La unción que estaba sobre Aarón representa la unción de Cristo. Cuando somos ungidos, no sólo recibimos una comisión para servir a Dios, sino que también somos bendecidos con la vida eterna. Por estar en la comunión del Cuerpo de Cristo, todos nosotros somos alcanzados por este óleo de la unción. ¡Gracias al Señor por esta maravillosa bendición!
Punto Clave: Bendecidos con la vida eterna.
Pregunta: ¿Cuál es el contenido de la bendición reservada para el pueblo del Nuevo Testamento?
Dong Yu Lan
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Editora “Arvore da Vida”
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Aguas refrescantes 1º de junio
Completad mi gozo, sintiendo lo mismo. Filipenses 2 :2.
Debemos señalar que este pedido del apóstol para que los santos sean de un mismo sentir, no está dirigido a la Iglesia universal. Aunque la Iglesia toda puede aprender de esta exhortación las palabras se aplican especialmente a los filipenses, a quienes Pablo dirigió esta carta. Ustedes creyentes de Filipos, hermanos filipenses, deben ser de un mismo sentir.
No es de ningún valor que ustedes los hermanos de Fuchou sean del mismo sentir que los hermanos de la iglesia en Shanghai. Es también inútil sentir lo mismo con los hermanos de Lan-chou. Ustedes deben ser de un mismo sentir con los hermanos que viven en esta ciudad. Esto es lo que nos ordena la Biblia. El sentir lo mismo debe tener a nuestra propia localidad como su requerimiento mínimo. Si está ausente en nuestra iglesia local todas nuestras doc¬trinas no serán más, que ideales abstractos.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor Jesus är lorden
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