LA CERTEZA DE NUESTRA SALVACION
Siempre que visito un lugar para predicar el evangelio de la gracia de Dios, les hago una pregunta a los cristianos de esa localidad. Estoy persuadido de que todos aquellos que me responden claramente: “Sí”, son personas que están disfrutando gozosamente de la gracia de Dios. La pregunta que les hago es: “¿Ya son salvos?”.
En otras palabras, ¿saben con toda certeza que son salvos?
De cada mil personas, apenas encuentro dos o tres que están seguras de ser salvas. En ocasiones, en toda una congregación, uno no puede encontrar una sola persona que sepa que es salva.
Entonces les pregunto: “Ustedes han recibido al Señor Jesús y le han aceptado como su Salvador personal. Han confiado en que la sangre derramada en Su cruz los limpia de todo pecado. ¿Por qué entonces no tienen la certeza de que son salvos? Si un hombre cae al agua y otro lo saca, después que el primer individuo recobra los sentidos, ciertamente sabrá si todavía está en el agua o si se encuentra a salvo en tierra firme.
Del mismo modo, ustedes deben saber si han de perecer o si son personas salvas que han obtenido la gracia de Dios”.
Muchos no responden de manera clara y audible pero, casi siempre, su respuesta parece ser: “Yo no sé si soy salvo o no. ¿Cómo puedo afirmar que soy salvo mientras continúe viviendo en esta tierra?”.
¡Creo que incluso muchos de los que leen este mensaje responderían de este modo! Precisamente en esto consiste nuestro error. Nuestra fe en el Señor Jesús no es un juego de azar en el que ganamos si tenemos suerte y perdemos si no la tenemos. La salvación que recibimos al creer en la crucifixión del Señor Jesús está plenamente garantizada. No tenemos que esperar hasta morir para saber si somos salvos; podemos saberlo ahora mismo.
Esta es la clara enseñanza de la Biblia, en 1 Jn. 5:11-13.
En ocasiones, cuando pregunto a alguien si es salvo, me contesta: “Me estoy esforzando al máximo por hacer el bien y servir a Dios, con la esperanza de llegar a ser salvo”. Pero ¡ay!, esto también es erróneo.
Esto significa que tal persona no ha entendido la manera en que somos salvos. ¿Piensa usted que podrá ser salvo en el futuro por sus meritos o por medio de esforzarse al máximo en hacer el bien y servir a Dios?
Tenemos que saber que ninguno de nuestros méritos ni obras son aceptables ante Dios. “Todas nuestras justicias [son] como trapo de inmundicia” (Is. 64:6). ¿Piensa usted que sus méritos y obras pueden salvarlo? ¡No! ¡Diez mil veces no! La Biblia claramente afirma que “habéis sido salvos ... y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9). Somos salvos al confiar en el Señor Jesús, “quien llevó El mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2:24). Él realizó la obra de salvación. Ahora, todo lo que uno tiene que hacer es creer y obedecerle. “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch. 16:31). No traten de salvarse por sus propias obras. No importa cuán buenas sean sus obras, ellas no los podrán salvar, pues “habéis sido salvos ... no por obras” (Ef. 2:8-9).
Cuando creemos en el Señor Jesús y nuestros pecados son lavados por la sangre, en ese mismo momento, lejos de perecer, obtenemos la vida eterna. “Para que todo aquel que en El crea ... tenga vida eterna” (Jn. 3:16), sin que haya necesidad de esperar a morir para obtenerla. Muchos dicen: “Pero yo no siento nada”. Hermanos! La Biblia no dice: “A vosotros los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, os doy estos sentimientos de felicidad para que sepáis que tenéis vida eterna”. Si la Biblia dijera esto, uno no sería salvo si no tuviera tales sentimientos.
Pero la Biblia afirma: “Estas cosas os he escrito a vosotros los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Jn. 5:13).
¡Queridos hermanos! Ustedes ya han creído en el Señor Jesucristo. No hay nada más importante que ello en esta tierra. Además, ¡ésta es la más grande bendición en la eternidad para el hombre! Deben saber que el Señor les salvó. ¡Qué consuelo y gozo representa saber que somos personas que poseen la vida eterna!
“Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lc. 10:20).
(Tomado del libro Los Hechos, la fe y nuestra experiencia —
Este es uno los de mensajes sobre la certeza y seguridad de la salvación que ya se han publicado.
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Aguas refrescantes 6 de junio
Qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia y amar misericordia, y humillarte ante Dios. Miqueas 6:8.
La humildad es una gracia que debiera motivar genuina¬mente a. las personas, pero la forma en que algunos cre¬yentes hacen alarde de su humildad revela claramente la falsedad de sus corazones. Hablamos sin cesar de la humil¬dad, pero al hacerla sólo demostramos lo que Pablo llama "humildad afectada" (Col 2:18), con motivos escondidos y no de una manera genuina. ¡Mejor sería llamarle orgullo!
Aquel que es verdaderamente humilde no es así sino es¬pontáneo, genuino, real. Actúa de una manera natural y habla de manera afable. Al igual que su maestro, sabrá 'ceñirse con una toalla', pues estima a los otros como mayores que él. Tampoco es orgulloso al punto de negarse a pedir ayuda cuando la necesita. No es de sorprender que los hombres se pregunten: ¿Quién será su amo para que le sirva tan alegremente?
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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