Viernes --- Leer con oración: 1 S 17:41-51; 18:7-9
“Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel” (1 S 17:45)
LUCHAR EN NOMBRE DEL SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS
David no se acobardó frente al gigante filisteo. Antes bien, confió en el Señor y fue al campo de batalla: “Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses” (1 S 17:41-43).
Goliat no tenía temor del Señor y le dijo al joven David: “Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo” (v. 44). Sin embargo, el joven David no se intimidó y respondió al gigante: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (vs. 45-47).
Cuando los dos finalmente se acercaron, David metió la mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda. La piedra quedó clavada en la frente de Goliat, y éste cayó sobre su rostro en tierra. Entonces David tomó la espada del gigante y le cortó la cabeza. Así David, a quien Dios había ungido para ser el rey de Israel, derrotó al gigante Goliat.
Cuando el ejército de Israel regresaba a casa, muchos salieron a darles la bienvenida al rey Saúl y al joven David. Continuando en el capítulo 18, leemos: “Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles” (v. 7). A partir de ese momento, Saúl comenzó a buscar la oportunidad de matar a David, quien huyó y se escondió del rey. Aun así, Saúl buscaba saber donde estaba David, y cuando lo descubría, enviaba a su ejército para matarlo.
El capítulo 23 de 1 Samuel relata que David estaba en una ciudad llamada Keila, y Saúl mandó a su ejército para allá, siguiéndolo. Después de consultar al Señor y saber Su orientación, David logró huir de las manos de Saúl. El versículo 14 de ese mismo capítulo dice: “y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos”.
Saúl quería matar a David por causa de los celos que sentía. Las palabras dichas por el pueblo cuando regresaban de la batalla lo irritaron, llenando su corazón de envidia y celos. Este hecho nos remonta a la historia de Caín, que mató a su hermano por un motivo similar. Por el hecho de que Dios aceptó la ofrenda de Abel y no se agradó de la de Caín, esto hizo que tuviera envidia de su hermano.
La lección que aprendemos de estas experiencias es que necesitamos negarnos a nosotros mismos para no caer en la misma situación. La envidia viene de la carne y necesita ser tratada con la cruz (Gá 5:21, 24).
Punto Clave: Vencer la envidia con la cruz.
Pregunta: ¿Por qué Saúl sentía odio por David?
Sábado --- Leer con oración: 1 S 26:1-25
“Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová” (1 S 24:6)
NO EXTENDER LA MANO CONTRA EL UNGIDO DEL SEÑOR
Por el hecho de que el espíritu malo se apoderó de Saúl, él quería por todos los medios matar a David. Sin embargo, un día, cuando huía de Saúl, David tuvo la oportunidad de matar al rey.
Saúl acampó en un lugar llamado Haquila cuando perseguía a David. Se quedaron allí para pasar la noche, él, Abner, general de su ejército, y el pueblo. Entonces, David descubrió el campamento de Saúl y fue a él mientras todos dormían (1 S 26:1-5).
Entonces Abisai, uno de los generales de David, le dijo: “Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe” (v.
. Abisai era un gran militar que de un solo golpe era capaz de matar a Saúl. El versículo 9 describe la actitud de David: “No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?”.
Por tanto, vemos que David, en esa ocasión, tuvo la oportunidad de matar a Saúl, pero por temor al Señor no lo hizo, porque se trataba del ungido de Dios. ¡Gracias al Señor! Esta fue una prueba de Dios para David. El Señor quería comprobar lo que había en su corazón.
David continuó: “Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos” (vs. 10-11).
Entonces David se alejó del campamento, subió a un monte cercano y dio voces al pueblo y a Abner, y éste respondió diciendo: “¿Quién eres tú que gritas al rey?”. David le dijo a Abner que debía tener más cuidado con la seguridad del rey. Asimismo le dijo que tenía las pertenencias del rey, la lanza y la vasija de agua, pero que no había extendido su mano contra Saúl.
Saúl reconoció la voz de David y le dijo: “¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío. Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano? Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él la ofrenda” (vs. 17-19a). En otras palabras, David le estaba diciendo a Saúl que lo matara si su muerte era la voluntad del Señor. David realmente amaba al Señor, y por eso, también amaba a aquel a quien el Señor había ungido.
En el versículo 21 vemos la reacción de Saúl: “He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera”.
Finalmente, Saúl dijo a David: “Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás” (v. 25). Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar..
Punto Clave: Que el Señor nos guarde de extender la mano contra Su ungido.
Pregunta: ¿Por qué David no aprovechó la oportunidad para matar a Saúl?
Domingo --- Leer con oración: 1 S 24:3-18
“Porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?” (1 S 26:9)
RESPETAR Y HONRAR A LOS UNGIDOS DEL SEÑOR
El mensaje de esta semana cubrió una parte importante del libro de Samuel, el cual relata que David fue ungido como rey de Israel, éste fue un acontecimiento muy importante. Cuando Dios derramó sobre David la unción, no sólo le dio una comisión, sino también un ministerio.
Lo más importante es que el Espíritu del Señor fue derramado sobre él, y por ese motivo, se convirtió en el ungido del Señor, lleno del Espíritu. La historia de David nos muestra que, cuando Dios quiere comisionar a alguien, primeramente Él lo llena del Espíritu y enseguida lo unge con la unción, con el propósito de que aquella persona ejecute Su voluntad. Si alguien va en contra del ungido del Señor, está yendo contra el Señor mismo.
Saúl estuvo en las manos de David por lo menos en dos oportunidades. En una de ellas, cuando perseguía a David, Saúl entró en una cueva para hacer sus necesidades, sin saber que David y su general estaban escondidos allí (1 S 24:3-7).
En aquella situación, él estaba vulnerable frente a un ataque de David, y fácilmente podría haberlo matado. David tomó su lanza, se acercó al rey, pero no lo mató. Él sólo cortó un pedazo de la túnica de Saúl y se alejó.
Después que Saúl salió de la cueva, David le habló de lejos y le preguntó porqué quería matarlo. Le contó a Saúl que el Señor lo había entregado en sus manos, pero que él le había perdonado la vida, porque Saúl era el ungido del Señor (vs. 8-9). Le dijo también que mire la orilla de su manto y viera que había sido cortada (v. 11). Entonces Saúl le respondió: “Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal” (v. 17).
En todo esto vemos que, a pesar de que ya había sido ungido por el Señor, David sabía que no podía hacerle mal al ungido de Dios. Sus actitudes demostraban que él respetaba y honraba a los que también habían sido ungidos por el Señor.
Esta es una lección que todo aquel que quiere ser un ministro de Dios necesita aprender. Si Dios tiene un ministerio para nosotros, Él también nos ungirá y nos dará el Espíritu. Así como David, hoy nosotros reconocemos que aquel que tiene la unción del Señor tiene el Espíritu sobre sí, y no podemos hacerle ningún mal.
Nosotros, por ejemplo, respetamos mucho a nuestros hermanos Watchman Nee y Witness Lee, porque ellos fueron ungidos por Dios y tuvieron sus ministerios.
Necesitamos aprender los unos de los otros, y respetar la porción que el Señor le dio a cada uno. No abramos la boca para criticar a los hermanos. Usted puede pensar que, si habla de alguien, eso no tendrá ninguna consecuencia, pero un día todos compareceremos ante el tribunal de Cristo y todas las cosas serán juzgadas. Por eso necesitamos aprender la lección de respetar y honrar a los ungidos del Señor. ¡Aleluya!
Punto Clave: Ser un ungido del Señor es tener a Dios sobre sí.
Pregunta: ¿Qué lección importante aprendió usted hoy?
Dong Yu Lan
Aguas refrescantes 24 de junio
Los tres valientes irrumpieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén. 2 Samuel 23:16. .
Hay un aspecto del sufrimiento en la Palabra de Dios que se observa como la elección deliberada de sus hijos, para quienes el servicio al Señor es como un deseo consu¬midor. Esto no es algo que se les impone y que aceptan hacer con renuencia, sino algo que eligen hacer alegremen¬te. Los hombres valientes de David no tenían necesidad de exponerse a este peligro, pero cuando le oyeron expresar, su deseo arriesgaron sus vidas para brindárselo.
El creyente debiera manifestar una actitud de disposi¬ción a sufrir adversidades. Dios pondrá un límite a nuestros sufrimientos, pero no debería haber limitaciones de nuestra parte a sufrir por el testimonio y por la salvación de 1os hombres. Esta actitud mental hacia el sufrimiento no es una idea sentimental sino el espíritu viril de aquellos que descartan los cálculos cuidadosos y el temor paralizante de llegar a lo extremo por amor de Cristo.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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